Como leerán a continuación, Zapatero el del buen talante hace mucho que perdió la brújula.
Este escrito apareció en Rebelión:
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Hacia atrás en el túnel
Pello Urzelai
Berria
Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
Todo el camino que ha recorrido desde que llegó al poder, mirando hacia delante para superar los viejos tiempos y abrir una ventana a la esperanza, lo está reculando el jefe de gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero. En lugar de ir a la salida, parece que quiere ir al punto de partida.
En 2004 el propio PP perdió las elecciones sirviéndose de la mentira con los atentados del 11-M e intentando utilizarlos en provecho propio. Al llegar al poder, Zapatero ha intentado abrir una nueva época, también de cara al conflicto vasco. Dejó a un lado la cadena del pacto PP-PSOE y, con una postura diferente, apareció con la intención de tratar un conflicto de años con una terapia diferente. Al inicio de la legislatura apareció dispuesto a afrontar el reto de la paz y también el del conflicto político, mediante un nuevo acuerdo entre todos.
Después del fracaso en el proceso de negociación, como si se hubiera quedado sin oferta o proyecto, ha vuelto a las viejas fórmulas del pasado. «No hay posibilidades de que haya de nuevo proceso de diálogo. Después del tercer intento fallido sólo es posible el final unilateral de ETA.» En la entrevista concedida al diario El Mundo, Zapatero se ha colocado por detrás incluso del Pacto de Ajuria Enea. En vísperas de las elecciones de marzo, la oferta de Zapatero de cara a la ciudadanía vasca es un cero a la izquierda: aumentar la actividad de las fuerzas policiales (con impunidad), reforzar la colaboración con Francia, profundizar en la ilegalización de organizaciones vinculadas a la izquierda abertzale, no responder a las demandas políticas de la ciudadanía vasca, seguir dando apoyo al gobierno de Sanz en Navarra, etc.
En las elecciones de 2003 el PP inició el camino del apartheid político. Cinco años después se ve claramente que no se ha conseguido de ahí la desactivación política de la izquierda abertzale. Precisamente porque los problemas políticos ─la voluntad de la ciudadanía de ser soberana─ siguen ahí.
En 2004 el partido socialista obtuvo buenos resultados en Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra, en perjuicio del PP en todos los casos. Confirmó y mejoró esa tendencia en 2005, en las elecciones al Parlamento vasco, en gran medida gracias a la expectativa ante un proceso de paz. Ahora, en cambio, será difícil que repita los resultados de 2004, porque la oferta de Zapatero, en gran medida, ha quedado obsoleta. El PNV obtuvo buenos resultados hace cuatro años. Pero el valor de su peso político se ha notado en el final de la legislatura, después de quedar interrumpido el acuerdo entre el PSOE y ERC. Ahora el PNV puede tener opción de utilizar el valor de su peso, pero tendrá un problema: ¿qué tipo de acuerdo puede lograr con este PSOE? La opción de un acuerdo así no crea expectativas, no es atractiva por el endurecimiento de la posición del PSOE. Para muchos sería semejante al pacto con el PP. En este momento, la propuesta de acuerdo de Ibarretxe no tiene mucha credibilidad para muchos ciudadanos, si tiene que hacerse con los responsables de ilegalizaciones y torturas.
Hace cuatro años, considerando los votos nulos, la izquierda abertzale ilegalizada reunió en torno de cien mil votos. Hoy día, aunque se ilegalice a EAE-ANV y EHAK, puede obtener mejores resultados que hace cuatro años. Sólo eso mostraría que no tiene sentido recular en el túnel, porque la salida está en la otra dirección, a pesar que esté más lejos de lo que se pensaba en un principio.
Berria, 15 de enero de 2008
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