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miércoles, 9 de enero de 2008

Alimañas

Es la página de inSurGente se ha publicado un escrito por parte de Daniel C. Bilbao con respecto a la descarada práctica de encubrir la tortura en España por parte de la clase política.

Aquí lo tienen:

Catálogo de alimañas

por Daniel C. Bilbao

El Estado tiene un poder discresional, montado sobre un andamiaje jurídico que es impuesto a la sociedad. Los políticos que se abrazan a este sistema, avalan, justifican, sostienen ese poder discresional. La Constitución, la Ley, el Orden, se propagandizan como valores supremos que convierten al Estado en un monarca absolutista. Es un poder que no puede discutirse sin que le caiga al ciudadano el sayo de "terrorista" (enfrentarlo es subvertir la "democracia").

El Estado puede reprimir. La sociedad lo autoriza. Eventualmente, criticará sus "excesos", pero sólo para poder exhibir el carné de "demócrata". ¿La tortura es "un exceso"? Por las críticas formales que habitualmente realizan los políticos que avalan el derecho del Estado a reprimir, parecería que sí. Pero la tortura es más que eso, es un crimen. Un crimen amparado por toda una maquinaria que protegerá al torturador y a sus cómplices. Al que dará una versión distorsionada de los hechos, y al que indultará al torturador.

Por un "exceso" de celo policial nadie convocará a una manifestación, pero ¿por un crimen policial? Sin embargo, la sociedad sabe que la policía tortura; sabe que se comete a diario un crimen de lesa humanidad. Un hombre o una mujer, rodeado de un grupo de subhumanos, padece las más crueles violencias, en la desesperada soledad de un cuarto. Los verá salir de la incomunicación con sus heridas, su miedo, su horror, evidencias del crimen. ¿Convocará a una manifestación para pedir que se ponga fin a la tortura? Los políticos que avalan al Estado y sus fuerzas de seguridad, no, porque está dentro de la lógica del poder estatal que se cometa un "exceso", al que sólo por cuestiones formales y eufemísticas nombrarán como "delito" y exigirán con boca pequeña una investigación.

Los gobiernos débiles, corruptos y autoritarios practican la tortura de manera sistemática. Para mantener la precariedad laboral, salarios indignos, carencia de viviendas, falta de puestos de trabajo y violar conquistas y derechos, necesitan recurrir a métodos de terror -parte de la doctrina de shock, según Naomi Klein-, entre los que destaca la tortura, más que por el efecto que produce en el torturado, por la advertencia que implica para el conjunto social.

El estado español no es la excepción. Sus políticas neoliberales llevan al fracaso a los gobiernos que las aplican. Las cárceles de aniquilamiento para los disidentes, las prácticas de exterminio, la tortura, demuestran de qué manera defienden sus poltronas. En el caso vasco, es más que notoria la saña con que llevan a cabo esta práctica sistemática. Para esto no vale la Constitución española, que sí vale para negar otros derechos.

Los que tienen a su cargo el manejo de los asuntos del Estado cumplen con su papel. Para eso el verdadero poder los autorizó a tomar las riendas. Todos los crímenes que cometan en el desempeño de la administración, más tarde o más temprano les serán blanqueados. Por eso, en el reciente y flagrante caso del torturado Igor Portu, el ministro del Interior dio una falsa versión. Él sabe que cuenta con la impunidad suficiente, ahora y a futuro.

Resulta alienante tener que explicar, fundamentar, argumentar, la existencia de un crimen que todos saben que ocurre a diario. Amnistía Internacional, organismos europeos, organizaciones de derechos humanos, organizaciones sociales y partidos políticos han denunciado y explicitado hasta con fotos y vídeos la existencia del crimen.

Utilizando un criterio muy en boga, podemos decir que en el Estado español «todo es tortura». Alrededor de ella hay todo un «entramado» que la sostiene, cuando no la justifica. Hay personajes «integrados» en el ejercicio de la tortura. Hay quienes se niegan a «condenar», dando falsas versiones. Están los que «colaboran». Es decir, podría iniciarse un «Macrosumario» para procesar a los torturadores y a todo el «entramado».

A partir de ésto es posible establecer un catálogo de alimañas, que tienen nombre y apellido, y no tienen cómo esconderse ni disfrazar la realidad. Haga la lista, usted conoce los nombres. La lucha es contra todos ellos. No vencerán, como no vencieron nunca los dictadores y retardatarios de siempre. Los espera el basurero de la historia. A pesar de tantos golpes y derrotas, la victoria será de los oprimidos. Los vascos vencerán.


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