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sábado, 5 de diciembre de 2020

Nuestros Frontones

Retomamos el tema del frontón como epicentro identitario de las diferentes localidades que salpican la geografía de Euskal herria con este artículo que enlaza dicha tradición con la celebración que se hace de Francisco de Jaso. Recordemos que esa fecha también ha sido elegida para celebrar el Día Internacional del euskera, idioma en el que se comunicaba este ilustre defensor de la autodeterminación vasca.

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El frontón, la pelota y su patrón

Iñaki Uriarte

El 3 de diciembre, en el calendario cristiano por el que nos regimos es San Francisco Javier y en Ipar Eskualherria, Xavier, una conmemoración al universal santo navarro Francisco de Jaso y Xavier (1505-1552) que fue elegido patrón de la pelota vasca en la Asamblea General de la Federación Internacional de Pelota Vasca el 23 de septiembre de 1962 en lruñea con motivo de la celebración del IV Campeonato del Mundo de Pelota.

Con este motivo se ofrece un repaso a la situación de los lugares del juego vasco de pelota en Euska Herria, un patrimonio tan singular con variadas apreciaciones y tan esencial a la idiosincrasia de nuestro pueblo, extraña y desgraciadamente muy abandonado. Debo referirme de modo personal, ya que desde hace un poco más de doce años recorro periódicamente el país para observar la situación de este sencillo y vital legado, en muchos casos histórico. Como el caso, entre otros, de Ziburu (1826) o Etxague/Echague (1833).

Como intervenciones positivas en Ipar Eskual Herria debe destacarse la restauración integral, suelo, paredes y gradas del céntrico junto a la avenida André Ithurralde, frontón de plaza libre (105x23 m) de 1923, de propiedad municipal. Asimismo, la generalización de la prohibición de aparcar en la cancha y el excelente estado de conservación de los muchísimos y bellos frontones de todo tipo repartidos por el territorio, caracterizados en la mayoría de los casos por sus remate curvilíneo y color rosáceo, obviamente ninguno se cubre. Una muestra de la positiva influencia de la cultura francesa presente en muchos aspectos, en el norte de nuestro país en contra del negativo contagio español que padecemos en el sur.

Asimismo, debe resaltarse la restauración científica del monumental frontón de plaza de Otxandio (1857), con la renovación del enlosado en piedra arenisca de suelo y la planicidad del frontis y pared lateral (30,5 m x 9,9 anchura y 10 altura 9). También con similar criterio en la plaza Orbe de Ermua un frontón (28x9x11) bien emplazado entre dos hileras de viviendas con la elegante silueta decreciente de su pared izquierda se han reparado paredes y suelo con un hormigón fratasado, pero se ha repetido el discordante color verde.

Desde hace unos años se está deformando el concepto de plaza frontón con unas cubriciones agresivas por volumen, incluso en ocasiones agravadas con cerramientos, que han destruido demasiados entornos coherentes, aunque como artefacto arquitectónico sean interesantes. La excusa de la climatología no tiene consistencia, incluso por el cambio climático, hay más cosas que hacer en un día de lluvia. La experiencia recogida por entrevistas es que sirve de poco, "entra agua igualmente", "cerraron el frontón y se jodió la pelota, ya no juega la juventud." Si a esta deformación se le añade el pintado de verde, el frontón se transforma en un rincón oscuro, lúgubre. No se consideran las realizadas en zonas deportivas y parques, cuyos frontones no tienen un sentido patrimonial cultural. Una carencia de elemental cultura sobre las preexistencias y el entorno, además de la insensibilidad municipal, no contestada socialmente, y la de los organismos superiores que en ocasiones incluso las financian. Estas brutalidades ya se manifiestan incluso cuando se promueven concursos de ideas, donde se ven atrocidades constructivas sin respeto al entorno de considerable impacto e incluso ofensivas paisajísticamente. Entre las más dolosas por su desconsideración espacial y la alteración de la silueta, del y desde pueblo, la de Arraitz y también en Asterain/Astrain sobre un bello frontón de 1933. Afortunadamente, la población de Zubieta supo reaccionar y rechazar un proyecto degradante que destrozaba el centro del pueblo.

En Araba, dos proyectos previstos en el frontón Iturbero de 1876 en el núcleo histórico de Araia Asparrena mediante un irregular concurso afortunadamente se ha paralizado probablemente a la vista de lo presentado que destrozaba todo el entorno. Y en Apinaiz/Apellaniz el empeño del concejo del municipio de Arraia-Maeztu de cubrir el singular frontón neo-racionalista de 1959 contra toda lógica cultural está en entredicho.

Entre los frontones de plaza singulares merece considerar el de Usurbil, que en su alargado recinto, herencia espacial urbanística del antiguo lugar de juego de pelota, teniendo la iglesia de San Salvador como extremo y un probadero como espacio intermedio, merecería que hiciera un proceso de recuperación cultural y eliminar la vulgar cubrición, hay otros espacios cubiertos para todo tipo de actos. Además de restaurar pequeños desperfectos en el monumental, en todos los sentidos, mural cerámico que hizo José Luis Zumeta en 1973 en el trasdós del frontis. Un caso ejemplar es el Gesaltza Añana / Salinas de Añana, un frontón de 1870 situado en lo más alto del pueblo. Con acertado criterio se eliminó la cubrición que creaba un impacto ambiental agresivo. Su carácter de referencia en el paisaje le otorga una especial responsabilidad respecto de las propias salinas que están reconocidas como Patrimonio Agrícola Mundial desde 2017.

El espacio y el juego como patrimonio

Es imprescindible mencionar la recuperación de la modalidad más antigua de juego, laxoa, que un grupo de aficionados de Nafarroa Laxoa Elkartea, animados por Tiburzio Arraztoa con el inseparable xaxaria y rayador Jesus Maria (txumari) Prim están difundiendo desde hace 41 años con sus campeonatos en Baztan y Erreka. Partidos en plazas tan singulares patrimonialmente, Irurita o paisajísticamente Arraioz. Un espectáculo abierto, total, donde concurren muchos aspectos, desde el deportivo al antropológico, que requiere de más difusión.

Recientemente, como aportación de sumo interés documental y divulgativo se ha publicado el libro La increíble historia de la pelota vasca, obra del abogado navarro Santiago Lesmes, que acomete el apasionante juego de pelota en todas sus dimensiones, desde lo deportivo a lo patrimonial, tanto inmaterial como tangible con los frontones. Se añade a otros destacados estudios de arquitectos concluidos en tesis doctorales El juego de pelota en la génesis de las plazas de Euskal Herria de Oier Otxoantezana; nos ha dejado una copia de su tesis doctoral: Implantación del juego de pelota en los centros históricos. Grados de implantación del juego en la arquitectura de Daniel Carballo Ostolaza, y La alargada huella de la Plaza de Pilota. Permanencias y procesos de transformación en la trama urbana de las villas guipuzcoanas de Juan Antonio Chavarri Sarasua.

Por todo ello, y en base a las dos legislaciones culturales que rigen en Hegoalde, la Ley Foral 14/2005, del Patrimonio Cultural de Navarra y la Ley 6/2019, de 9 de mayo, Patrimonio Cultural Vasco, muy similares en conceptos, mediante las cuales sería procedente declarar todos los frontones de plaza, según las leyes respectivamente, como Bienes de Interés Cultural con la categoría de monumentos, o bienes culturales con la categoría de monumento, y en algunos casos conforme a otras edificaciones de su entorno que constituyan una agrupación, respectivamente como Conjunto Histórico o Conjunto Monumental.

Es ya hora, y muy tardía, que los políticamente impuestos cargos culturales que mantenemos, al margen de asistir a las finales para fotografiarse entregando un trofeo, por cierto de diseño decadente cursi-rococó, se interesen verdaderamente por esta parte del patrimonio cultural de Euskal Herria, que con sus diversas modalidades de juego son identificativas del pueblo vasco, que al igual que desde hace siglos practicaron otras civilizaciones como una modalidad genérica de ocio, el juego de pelota.

El autor es arquitecto

Debo referirme de modo personal, ya que desde hace más de doce años recorro periódicamente el país para observar la situación de este sencillo y vital legado, en muchos casos histórico.

Es ya hora, y muy tardía, que los políticamente impuestos cargos culturales que mantenemos se interesen por esta parte del patrimonio cultural de Euskal Herria.

 

 

 

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