Una misiva publicada en Noticias de Navarra que pone los puntos sobre las íes.
Aquí la tienen:
Por una memoria inclusiva y no parcialQuienes firmamos este escrito provenimos de realidades distintas. Pese a ello, existe un trágico elemento que nos relaciona: somos víctimas de violaciones graves de los derechos humanos. Sufrimos la violencia ejercida desde el Estado en distintas épocas y contextos históricos, y ninguna de nuestras realidades tiene cabida en el memorial que el Estado ha implantado en Gasteiz.
Más allá de esta amarga realidad que nos une, las firmantes no representamos un bloque homogéneo. Y, desde nuestra pluralidad ideológica, nuestro diverso recorrido personal y nuestras diferencias sobre cómo continuar construyendo un nuevo futuro en paz, deseamos hoy compartir las siguientes reflexiones, pues éstas nos afectan de manera colectiva y creemos que tenemos la obligación de trasladarlas al debate público, con la construcción de la plena convivencia democrática como horizonte.
Somos conscientes de que el objetivo principal que se persigue con el memorial que el Gobierno español inaugurará próximamente en Gasteiz responde a una necesidad estratégica que se ubica en la imposición del relato oficial sobre la verdad y la violencia. Relato oficial que parte de unos intereses políticos e ideológicos concretos, precisamente de aquellos que niegan la existencia de más víctimas que las que recuerda este memorial. Desgraciadamente, en Euskal Herria ha existido un continuum violento, al menos desde el alzamiento fascista del 36, siendo la violencia un elemento común en las distintas épocas históricas desde entonces. Nosotras somos la prueba de ello.
Nosotras, como víctimas de vulneraciones de derechos humanos que sufrimos la violencia ejercida desde los aparatos del Estado y las terribles consecuencias de la misma, no podemos sino mostrar nuestro absoluto rechazo a un memorial cuyo fundamento pivota sobre la utilización del sufrimiento de una parte de las víctimas, para ahondar así en el discurso que niega la existencia de miles de víctimas provocadas por la violencia y terrorismo de Estado, como elemento imprescindible para ocultar la existencia de un conflicto político no resuelto.
Nos parece del todo inmoral que se pretenda utilizar el dolor de unas víctimas como arma arrojadiza contra el dolor de otras víctimas. Que se insista a través de políticas públicas en agrandar la categorización entre víctimas. Sentimos tristeza porque, de nuevo, se instrumentaliza el dolor de una parte de las víctimas por intereses y réditos políticos, y se realiza una mezcolanza entre la necesidad de homenajear a un sector de víctimas y la imposición de un relato sesgado que evita la exposición integral de la realidad vivida por el conjunto de la sociedad.
Máxime cuando la sociedad de Euskal Herria ha dado muestras notables de una evolución más que positiva respecto a la defensa y respeto a los derechos humanos durante estos últimos años.
La construcción de la paz y de la convivencia debe tomar siempre como punto de partida el respeto a todos los derechos de todas las personas. Es responsabilidad de la sociedad en su conjunto, y obligación de los poderes públicos, promover una convivencia conciliada y democrática, donde la memoria de la tragedia humana ocasionada durante décadas de violencia de distintos signos sirva como garantía de no repetición. La tragedia de todas y todos.
Convivencia que también tiene que ver con una memoria inclusiva en la que el conjunto de la sociedad ha de sentirse integrada. La memoria como ejercicio necesario para el desarrollo de una convivencia democrática, en una sociedad plural, de ningún modo puede silenciar la realidad vivida por una parte de ella. La memoria no es patrimonio exclusivo de ninguna corriente ideológica, de ninguna sigla ni de ningún gobierno, la memoria es de todas. Por ello, no puede supeditarse a ningún otro interés que no sea erigirse como un elemento para el empaste social en torno a un eje fundamental: blindarnos ante la repetición de todo el sufrimiento generado tras largas décadas de violencia.
A tenor de la dinámica presentada el pasado día 10 en Gasteiz por una amplia representación de asociaciones memorialistas y de víctimas de la violencia del Estado en defensa de una memoria pública inclusiva que aborde esta cuestión de manera integral, queremos expresar que los y las firmantes de este artículo sumamos nuestro apoyo a la iniciativa Memoria Osoa y hacemos un llamamiento público a personas a título individual y colectivos sociales a que se adhieran a la iniciativa mediante la web www.memoriaosoa.eus.
Firman este artículo: Gabriel Eusebio Martínez Moreno (nieto de dos fusilados en Sartaguda, 1936); Jorge Pérez Jauregui (hermano de Roberto Perez Jauregui, muerto por la policía en 1970); Jon Etxabe (cura represaliado, torturado y condenado en el proceso de Burgos, 1970); Mertxe Urtuzaga (familiar de Ángel Otaegi, fusilado por la dictadura franquista en 1975); Jose Luis Martínez Ocio (hermano de Pedro Mari Martinez Ocio, asesinado por la policía el 3 de marzo de 1976); Idoia Zabalza (hermana de Mikel Zabalza, muerto bajo torturas y desaparecido en 1985); Rafa Isasi (torturado y hermano de Alfonso Isasi, muerto en accidente a consecuencia de la dispersión en 1990); Nekane Borde (familiar de Gaizka Gaztelumendi, muerto por la Guardia Civil en 1997); Aitziber Berrueta (hija de Ángel Berrueta, muerto por un policía en 2004), Fina Lizeranzu eta Manu Cabacas (madre y padre de Iñigo Cabacas, muerto por la Ertzaintza en 2012)
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