Mucho hemos compartido acerca de la Generación Gernika, los niños vascos que fueron evacuados ante el avance de los fascistas y el rastro sangriento que iban dejando a su paso.
Mucho también hemos traído a este blog con respecto a la red de espionaje que el Gobierno Vasco en el Exilio puso al servicio de los Aliados durante y después de la Segunda Guerra Muncial, servicio crucial para dar con el paradero de muchos nazis huidos.
Noticias de Gipuzkoa nos trae este reportaje que aporta un poco más a ambos temas:
Euskadi: lugar de espías
El espionaje siempre ha caminado entre la realidad y la ficción. Dmax demostrará a partir de hoy que hay mucha verdad y que, a través de Bilbao y su puerto, Euskadi fue habitado por espías.
Rosana LakunzaDmax estrena a partir de hoy una historia casi de película, pero que es realidad, Projet niños. Esta historia se inicia con la Guerra Civil cuando 30.000 niños fueron enviados a países que eran en aquel momento un refugio seguro. De ellos, 3.000, principalmente de Euskadi y Asturias, fueron llevados a la Unión Soviética. La idea era que todos regresaran una vez terminara el conflicto. En muchos casos la estancia en la URSS se alargó hasta bien entrada la década de los años 50.
A su regreso, ya adultos, se dieron cuenta de que el papel que habían jugado en esta historia cuando eran niños no eran el que creían. La vuelta fue para muchos sorprendente; la CIA, agencia estadounidense de inteligencia, les esperaba en Madrid para interrogarlos en una operación denominada Projet niños.
Teresa Alonso, Santiago Martínez, Chelo Argüelles o Manuel Arce son los nombres de algunos de los cerca de 2.000 niños que participan en esta serie documental para compartir al detalle cómo vivieron su salida de España, los años en el exilio, y cómo tras esta experiencia, nunca volvieron a ser los mismos. Y es que muchos de ellos a su regreso se sintieron marginados por la sociedad de la época y, hartos de ser interrogados, decidieron regresar al país que les acogió siendo niños. "En aquella época se creía que íbamos para cinco o seis meses. La República iba a vencer y luego volveríamos" afirma el guipuzcoano Ángel Belza, uno de aquellos niños que fueron embarcados en una aventura desgarradora. "Pensaba que íbamos a ir en barco y estaba muy contento porque íbamos de excursión y volveríamos pronto", recuerda Manuel Arce, otro de los exiliados durante el conflicto civil.
A lo largo de las tres entregas que componen esta serie, un amplio grupo de expertos aportará nuevas informaciones que ayudarán a encajar las piezas del puzle de esta operación clandestina. Entre ellos se encuentra Ángel Viñas, historiador, economista y exdiplomático de la UE; Lola Ruiz-Ibarruri, nieta de Dolores Ibarruri, La Pasionaria; o Luiza Lordache, especialista en el exilio español en la URSS. A ellos se sumarán los expertos internacionales conocedores del caso John Prados, investigador del archivo de seguridad nacional de EEUU; Georgy Filatov, especialista en relaciones entre España y la URSS; y Boris Volodarsky, excapitán de los servicios de inteligencia militar soviéticos, entre otros.
Otro de los grandes temas que se abordará en Project niños es que la Guerra Fría no se jugó solo a dos bandas, con España como campo de batalla. Inglaterra también participó en los interrogatorios a través del MI6, el equivalente de la CIA en el Reino Unido. Concretamente, lo hizo a través del diplomático Arthur Patrick Dyer, hijo de industriales británicos afincados en Euskadi y cofundadores del Athletic.
Dyer murió hace año y medio, pero esta nueva producción contará con el testimonio de su hija, Dolores Dyer Eguidazi, quien contará cómo Euskadi se convirtió en un terreno de espías importantísimo durante la Guerra Fría. Además, se explicará la manera en la que las instalaciones portuarias, varios locales nocturnos de la capital vizcaina y otros enclaves jugaron un papel importante en esta historia.
La figura de Arthur Patrick Dyer es relevante en el devenir de aquellos convulsos años. Era jefe de los servicios secretos británicos en Bilbao durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Él fue el encargado de crear una red de 50 observadores vascos de todo tipo, desde miembros del PNV, profesores, a marinos mercantes, que llevaron a cabo misiones arriesgadas.
'Nuestro hombre en Bilbao'
A lo largo de un especial, que se emitirá el lunes 26, intervendrán Iñaki Anasagasti y el periodista Koldo San Sebastián, ambos autores del libro Nuestro hombre en Bilbao y encargados de recoger el testimonio de Patrick Dyer antes de su fallecimiento, y que los espectadores podrán escuchar gracias a unas cintas de grabación que aún conserva Anasagasti. Gracias a los testimonios de ambos, los espectadores conocerán más detalles del Euskadi de aquella época, que se convirtió en un territorio de espías durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría.
Durante la Guerra Civil, el primer Gobierno Vasco crea el Servicio Vasco de Información y Propaganda. Un servicio que desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial no duda en ofrecer información y colaboración a los servicios secretos británicos y a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) norteamericana. La idea fundamental fue favorecer la propaganda en favor de las ideas democráticas.
Por el puerto de Bilbao, estratégico por su ubicación, pasa información confidencial de los alemanes. Durante la Segunda Guerra Mundial se convierte en el centro de control del espionaje alemán hacia Estados Unidos. Por ese motivo, los servicios británicos en colaboración con el Servicio Vasco trabajan a contrarreloj para interceptar esa información de trascendencia internacional. El objetivo: contrarrestar la labor de los alemanes e impedir el avance de las tropas nazis. Esta operación es la primera que el Servicio Vasco de Información realiza conjuntamente con el hombre del MI6 en Bilbao, Patrick Dyer. Este bilbaino de origen británico se convierte en el responsable del MI6 en Bilbao. Su misión es controlar los buques que salen y entran del puerto de Santurtzi e interceptar sus listas de pasajeros, los manifiestos de carga o el listado de la tripulación. Cualquier sospecha lleva a Dyer a remitir un informe al cónsul británico. Una historia de película, pero fue realidad.
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