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sábado, 31 de octubre de 2020

La Voz de un Pueblo Oprimido

Se han quedado fríos los españolazos con las declaraciones que ha llevado a cabo el hasta hoy anónimo párroco de la localidad de Lemoa. Ni tardos ni perezosos -pisoteando en su prisa algo conocido como libertad de expresión- desde la caverna han salido a amenazarle con "acciones legales" y el episcopado, raudo, ha salido a dejarle en el más completo desamparo, obligándolo a emitir una declaración ofreciendo disculpas por lo dicho en el documental.

Y es que si alguien se opone al relato oficial -ese que han sido capaces de llevar a la UE y que les ha ganado una reprimenda-  esa persona se hace merecedora de toda la rabia que pueda llegar a expresar quien no concibe que a pesar de tantos años de represión haya quienes desde los pueblos colonizados se atrevan a levantar la voz.

¿Se imaginan ustedes que mayas, rarámuris, kechwas y mapuches -por nombrar algunos- no pudieran ejercer el derecho a relatar las atrocidades cometidas por los españoles en sus tierras?

Bueno, pues de la misma manera no se le puede negar ese derecho al pueblo vasco, por mucho que ciertos españoles quieran hacerse las víctimas.

Así que desde el mismísimo ABC traemos a ustedes esto:


El cura de Lemona: «Que un pueblo oprimido responda con violencia no sé si es terrorismo, es una guerra entre bandos»

Dignidad y Justicia se querella contra las palabras del sacerdote en un documental «Bajo el silencio», de Iñaki Arteta

Laura L. Caro

Frente a la parroquia de Lemona, en Vizcaya, a pocos metros de donde dos guardias civiles fueron liquidados en 1981, el cura se explaya: «Terrorismo es una expresión que me revienta, porque sí... sin más. Que un pueblo oprimido al que quieran conquistar responda con violencia no sé hasta que punto es terrorismo, eso es una guerra entre bandos, de una nación contra otra nación. Un conflicto había y hay, existía y existe».

El testimonio forma parte del documental «Bajo el silencio» que el director vasco Iñaki Arteta acaba de presentar en Valladolid. Unas palabras que han sido objeto de una querella ante la Audiencia Nacional por parte de la asociación de víctimas Dignidad y Justicia que encabeza Daniel Portero, en la que denuncian que el sacerdote puede estar incurriendo «en un delito de enaltecimiento del terrorismo y humillación de sus víctimas».

Asimismo, Dignidad y Justicia se ha dirigido a la Conferencia Episcopal para solicitar que «suspenda de manera inmediata a este párroco de todas sus funciones», por entender que su mensaje es incompatible con los valores religiosos.

En su alocución, de unos ocho minutos, el cura refleja la violencia como contestación lógica al contexto del País Vasco. «Aquí, quien más y quien menos, se ha sentido muy coartado, eso marca desde la escuela, y lo que en principio era terrorismo... Pero era una respuesta a lo que se estaba sufriendo, aquella situación la aplaudía toda la gente, que se pudiera matar a un guardia civil porque comulgabas con ello...». Añade preguntado sobre si la acción de ETA estuvo bien o mal: «Todos dicen que estuvo mal... pero una cosa es decir que estuvo mal y otra admitir que no hubo otra forma de hacer».

Asimismo, el sacerdote se muestra partidario de los homenajes a presos etarras –«Otra cosa no se puede hacer», dice-, de las pintadas que los reivindican, –«Pocas me parecen. debería haber más», opina–. Y ante los asesinos que no se arrepienten pide tajante: «Respeto».

«Un pueblo al que no se permite desarrollar su cultura, estar luchando contra la opresión sería justo». Y justifica: «Aquí hemos vivido situaciones en las que si te pones en un bando... "merecido lo tenía", tenías que oír... Al mismo tiempo decían que nadie merece que se le mate así. No sabes a qué atenerte. Por una parte te alegras de que... su merecido se lleva y por otra, pues no está bien».

 

 

 

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