Diego de Gardoqui aparece aquí y allá, como asomándose en los relatos de la fundación del estado europeo sin nombre en América del Norte, conocido hasta el día de hoy por la muy genérica descripción de Estados Unidos, una continuación de hecho al aún más genérico antecesor que hacía alusión a las trece colonias de Inglaterra que nunca fueron dignas de ser bautizadas.
Lean esto que nos reporta Deia y que nosotros archivaremos con la etiqueta Kurlansky:
Sangre vasca en el naciente EE.UU.
Jon MujikaEn la desembocadura de la calle Santa María con la Ribera pueden leerse un par de placas que ubican la casa natal de Diego de Gardoqui. A ello hay que añadir que su hermano, junto al que redactó un proyecto para colonizar la Pampa argentina con campesinos vascos, da nombre a una calle de la villa. O que su tío, Nicolás de Arriquíbar, hace lo propio con una plaza. A lo que se ve, la suya fue una familia de importantes influencias en Bilbao.
Hablamos de un hombre de Estado, hacendista y diplomático, nacido en Bilbao en el año 1745 de la ilustre familia de Gardoqui y muerto en Turín 54 años más tarde. Fue banquero, armador y uno de los más activos comerciantes de lanas de la villa bilbaina, de cuyo consulado fue Diego cónsul y prior en varias legislaturas. En 1778 trabajó, a instancias del Consulado, por obtener para Bilbao la libertad de comercio con las colonias de ultramar. Por esos años andaba mezclado nuestro Gardoqui en ciertos negocios de muy otra índole. En efecto, cuando la Guerra de Independencia de los Estados Unidos de América, la ayuda financiera secreta que el Gobierno de Floridablanca destinó para los insurrectos americanos fue suministrada por Diego Gardoqui, bajo la firma de Gardoqui e Hijos de Bilbao, a través de cuya casa parte del dinero llegó a los Estados Unidos en forma de abastos militares.
No se detiene ahí la historia. La Compañía Gardoqui e Hijos de Bilbao fue una de las destinaciones indicadas por Benjamin Franklin en 1778 al legendario filibustero americano capitán John Paul Jones, para que pudiera colocar las presas que hiciera a costa de los ingleses. Esto parece indicar que Gardoqui estaba en contacto con los agentes americanos ya antes de esa circunstancia, y que en un principio ayudó a los rebeldes por su cuenta e independientemente del Gobierno de Madrid.
El 30 de abril de 1789 Diego de Gardoqui participa en Nueva York, entonces capital del país, en la toma de posesión de George Washington como primer presidente de los Estados Unidos, desfilando tras John Jay. Una estatua de Diego de Gardoqui, erigida en el Benjamin Franklin Park de Filadelfia, perpetúa la memoria de este singular bilbaino.
Cuentan las crónicas que en 1797 fue nombrado embajador en Turín, donde al parecer llegó a entrevistarse con Napoleón Bonaparte, lo que expresa, bien a las claras, su poderosa influencia. Murió allí mismo, en Turín el 12 de noviembre de 1798. Su huella es imborrable.
Protagonista: Diego María de Gardoqui y Arriquíbar.
Gesta: Fue un hombre de talla. Comerciante, político, diplomático y financiero, primer embajador de España en los Estados Unidos tras apoyar a ese país incipiente en su guerra de la independencia mediante una secreta red de ayuda a los colonos. Bilbao le recuerda en sus calles.
Que vergüenza entonces que al día de hoy Washington sea aliado de Madrid en lo que respecta el derecho del pueblo vasco a su autodeterminación.
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