Como cada año, alrededor de la fecha en la que se recuerda al Guerrillero Heroico, desde las hediondas catacumbas de la derecha más rancia se publican los textos más retrógradas posibles en contra de la figura del Che.
Pues bien, en Granma se han encargado de poner los puntos sobre las íes:
Por estos días en el mundo ha habido muchas muestras de recordación al Guerrillero Heroico, Ernesto Che Guevara, en el aniversario 53 de su caída en Bolivia
Elson Concepción PérezEl Che se ha hecho más grande y su ejemplo crece ante los millones que se incorporan a esa mayoría que honra al líder, al combatiente, al ejemplo de ser humano y de revolucionario.
Lo saben, incluso, quienes lo asesinaron, y mucho más quienes ordenaron su captura y muerte. Por eso le temen a su ejemplo y –miserables al fin– optan por difamarlo y tratar, con burdas mentiras, de que su semilla no germine y se extienda por países y continentes.
En Bolivia, hasta donde fue y organizó un grupo guerrillero que se proponía contribuir a devolver a su pueblo la independencia, el Che murió peleando, pero sembró su ejemplo y el de sus compañeros de armas.
Hoy, en la otra Bolivia, la del golpe de Estado contra Evo Morales, el presidente indígena que fue capaz de conducir los destinos de la nación hasta situarla entre las de mayores crecimientos económicos y sociales en la última década, una insolente Jeanine Áñez, presidenta de facto, improvisada políticamente, y más preocupada por el color de sus zapatos que por los miles que enferman y mueren a causa de la COVID-19, se atrevió –o quizá se lo indicaron desde el Departamento de Estado estadounidense– a celebrar un acto de reconocimiento a los militares que asesinaron al Che en La Higuera, aquel 9 de octubre de 1967.
En su discurso en la región de Santa Cruz, Áñez calificó de «héroes» a los exmilitares, los que apretaron el gatillo de sus fusiles para asesinar al Guerrillero Heroico.
Aseguró que la nación enfrentó en los últimos años «un enemigo en casa», (en referencia a Evo Morales y al mas), y, arrogante, como discípula de Washington, advirtió que cualquier extranjero «sea cubano, venezolano, argentino» que vaya a «causar problemas en el país, encontrará la muerte».
Al parecer, cuando le dictaron lo que tenía que decir, olvidó algo que luego tuiteó: «El mejor homenaje y el mejor desagravio a los bolivianos caídos para frenar al Che y a su invasión criminal y comunista, es construir ahora y entre todos, la libertad y la democracia que toda Bolivia quiere».
La mandataria olvidó que durante el golpe que la llevó al poder, la represión de los militares causó la muerte de 32 bolivianos, 770 fueron heridos y 1 364 detenidos; sin contar que, mientras, decía su discurso de profanación al Che, crecían las cifras por la pandemia en su país, de las que ella tiene bastante responsabilidad, y que acumulan el contagio de 138 706 personas y la muerte de 8 262, por la COVID-19.
No creo que sea esa la democracia que los bolivianos quieren, en la que, además, se privatizan las empresas y los recursos naturales, y se subordina la independencia lograda durante el gobierno de Evo, al tutelaje de la administración estadounidense y de la OEA.
Por su parte, el ministro de Defensa boliviano, Luis Fernando López, no perdió la oportunidad de congraciarse con los exmilitares y, a ritmo del odioso discurso de Áñez, repitió muchas de sus palabras y, tras catalogar al Che y a sus hombres como «terroristas» con «cuentos aventureros», se vanaglorió del asesinato a manos de quienes ahora fueron congratulados.
En Brasil, mientras tanto, un Jair Bolsonaro fue tan irrespetuoso y soez que escribió en su cuenta de Twitter: «9 de octubre. Murió en Bolivia el facineroso comunista Che Guevara, cuyo legado solo inspira a marginales, drogadictos y la escoria de izquierda. Con su fin, el comunismo fue perdiendo fuerza en América Latina, pero volvería a través del Foro de Sao Paulo, que seguimos combatiendo».
En ambos casos, por su pésima conducta, solo valdría la pena recordarles que, ni ellos ni nadie, podrán mancillar el ejemplo del Che, ni lograrán eliminar que esa semilla germine entre nuestros pueblos americanos.
Al acusar las intenciones reales que se esconden tras las sucias y agresivas declaraciones de ambos gobiernos de derecha, el expresidente de Ecuador, Rafael Correa, hizo un llamado a la comunidad internacional para «vencer la indiferencia y ver lo que está pasando en América Latina. Nos enfrentamos a lo que hemos llamado el plan Cóndor 2 (…) que busca desaparecer todos los gobiernos progresistas latinoamericanos para imponerse», publicó la cadena venezolana vtv.
Según explicó Correa, Estados Unidos ha impulsado golpes de Estado en Brasil, Honduras, Paraguay, Ecuador y Bolivia en este siglo, «no es casualidad que la bota militar haya destrozado la democracia de estos países, haciendo desaparecer todo el progresismo a todo lo que olía a justicia social», ha puntualizado.
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