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jueves, 18 de julio de 2019

El CNI y el Imán de Ripoll III

Carlos Enrique Bayo lleva a cabo la tercera entrega de su investigación periodística que involucra al CNI español con el líder de los yihadistas que sembraron terror y muerte en Las Ramblas de la capital catalana en plena efervescencia soberanista.

Aquí la información:


En marzo de 2012, tras ser trasladado a Ceuta desde la cárcel de Castellón para el juicio de su causa por narcotráfico, el imán de Ripoll cambió de golpe su actitud islamista radical y mostró un perfil bajo, ante su temor de ser expulsado a Marruecos, y en abril comenzó a recibir visitas de la Guardia Civil. Dos años después, recibió la cuarta visita para captarlo, esta vez de agentes del servicio secreto, que había estado vigilando su evolución ideológica en prisión, pese a que ahora el CNI lo niegue.

Carlos Enrique Bayo

La trayectoria de Abdelbaki Es Satty como confidente policial es muy larga y culmina con su captación como informante por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) a cambio de no ser expulsado de España después de cumplir su condena de cuatro años de prisión tras ser detenido en 2010 conduciendo una furgoneta (Mercedes Sprinter) con 136 kilos de hachís que pretendía embarcar en el ferry Ceuta-Algeciras.

En realidad, este fichaje por el CNI no es nada extraordinario, ya que Es Satty había alegado en su defensa que fue obligado a transportar ese alijo bajo las amenazas de un grupo islamista –con lo que adquirió interés como posible fuente sobre planes terroristas– y lo de intentar captar a un miembro de una célula yihadista en prisión, bajo la amenaza de ser expulsado a su país –donde se arriesga a penas mucho peores–, es una actuación de captación de manual: Satty es un objetivo con probadas relaciones con la amenaza que se quiere extirpar (el yihadismo) y se tiene el elemento de coacción para obligarlo a colaborar (la deportación).

Lo realmente extraño es el empeño que puso el CNI en negar que se le hubiera querido captar, en sostener que sólo se le interrogó y en afirmar que no llegó a trabajar para ellos; porque lo que se quiere esconder es el dato verdaderamente relevante: hasta cuándo fue confidente suyo. De hecho, no reconoció haberlo entrevistado en prisión hasta que se filtró en prensa –probablemente como coletazo de la guerra entre el comisario Villarejo y los servicios secretos–, y entonces "La Casa" (como se llama internamente al CNI) adujo que se había limitado a interrogar a alguien que decía haber estado en contacto con islamistas, algo rutinario en las labores de inteligencia.
El informe sobre Es Satty preso cuya existencia se negó

Pero resulta que los agentes del CNI no fueron a verlo hasta que le quedaba muy poco tiempo para salir en libertad –en vez de hacerlo en cuanto se conocieron sus alegaciones sobre las supuestas coacciones de yihadistas que le habrían forzado a hacer de “mula”–, y luego negaron haber estado vigilando su radicalización islamista en prisión, cuando lo normal es que lo hicieran. Incluso filtraron a los medios que durante su estancia en prisión “nunca se realizó un informe sobre él”, pese a tener cierta ascendencia sobre la comunidad musulmana del centro, porque “no estaba dentro de los patrones de vigilancia”.

La verdad es bien distinta. Público ha tenido acceso a la nota confidencial facilitada a los cuerpos policiales por el Centro Nacional de lnteligencia en los días posteriores a los atentados, en la que se hacía un resumen general sobre lo que se sabía de Es Satty. Y uno de sus pasajes explica (como se puede ver en el fragmento reproducido al inicio de este artículo):

• A la llegada de Es Satty al C.P. [Centro Penitenciario] Castellón I, otro preso denominado Abdellatif Sif era el líder de las oraciones de la comunidad musulmana interna en prisión. Abdellatif Sif exige al resto de presos musulmanes el cumplimiento ortodoxo de los preceptos religiosos, tiene capacidad de liderazgo y posteriormente junto con Abdelbaki Es Satty, lideran un grupo de presión que realiza actividades proselitistas sobre otros internos musulmanes. Ambos han mantenido un proceso de radicalización en la cárcel y Sif comenta abiertamente su apoyo a los talibanes en Afganistán, manifestando que de este conflicto sólo son culpables las fuerzas de ocupación, incluidas las españolas.

• Satty fue considerado por IIPP [Instituciones Penitenciarias] como islamista, mostrándose radical desde el principio de su estancia en C.P. Castellón. Realizaba acciones de proselitismo sobre otros internos, cumplía un seguimiento exhaustivo de los preceptos religiosos y exigía, junto con Sif, el cumplimiento del Ramadán al resto de presos musulmanes.

• No hablaba con los funcionarios. Era extremadamente reservado y actuaba como líder secundario de Sif en el grupo de presión establecido en la comunidad musulmana del C.P.

Es decir, todo lo contrario de lo que se filtró a medios como El Confidencial. De hecho, cada vez que aparecían en prensa nuevos datos sobre la radicalización de Es Satty en prisión, surgía de inmediato una nueva filtración desmintiendo lo evidente. Por ejemplo, al difundirse que su estancia en la prisión de Castellón coincidió con la del yihadista Rachid Aglif, en ECD (elconfidencialdigital.com) se publicó lo siguiente:

"…estas noticias sobre Es Satty han provocado gran indignación dentro de Instituciones Penitenciarias, y más concretamente en la cárcel de Castellón, donde no dan crédito a lo leído: “Nada de lo que se ha contado es verdad y existen informes que confirman lo contrario”.

"Los funcionarios y técnicos de prisiones consultados por este diario explican que el imán de Ripoll estuvo ingresado en el módulo 3 de la cárcel y en ningún momento tuvo “siquiera opción” de hacerse amigo de Aglif" [Rachid, uno de los autores del 11-M].

"Su comportamiento en prisión fue “normal” y jamás dio signos de radicalización: “Ni dirigía los rezos ni tampoco se dedicaba a reclutar futuros yihadistas”.

Pero la realidad era otra totalmente diferente, según los informes reservados del CNI a los que este diario ha podido tener acceso:



Integrista, desafiante y admirador de los talibanes... hasta que entendió que acabaría deportado a Marruecos

• Abdelbaki Es Satty mostró según los funcionarios el perfil de islamista radical por su comportamiento, calificándolo estos como un interno distante y generador de conflictos, desafiante ante requerimientos de los profesionales del Centro, con los que mantenía escaso trato. Se relacionaba de forma casi exclusiva con reclusos musulmanes.

• Manifestaba verbalmente cercanía a los postulados del extremismo islamista, ya que en alguna conversación indicó que los talibanes son los verdaderos musulmanes que cumplen con la palabra de Allah y con los principios del Corán, debiendo respetar el mundo todas las tradiciones árabes.

• En marzo de 2012, después de regresar de un traslado a Ceuta para asistir a juicio, Es Satty cambió de actitud a un perfil de actividad muy bajo, no destacando por ningún motivo especial, manteniendo a partir de aquí una actitud completamente distinta. Según se valoró en ese momento este cambio podría estar motivado por el temor a ser expulsado a Marruecos.

Y este último párrafo es crucial.

Para empezar, según el propio informe reservado del CNI, Es Satty muestra todos los indicios posibles de radicalización islamista: comportamiento radical, ortodoxia religiosa, problemas con los funcionarios de prisiones, apoyo explícito a los taIibanes, etc... Es interesante que ni los testimonios aparecidos en prensa de funcionarios de prisiones reconozcan cómo era Satty en verdad, ni lo admita tampoco el CNI. Puede que nadie quiera relacionarse con el intento de captación de un auténtico yihadista para trabajar como confidente del Estado.

Pero lo más interesante para cualquier investigador es el cambio de actitud que sus controladores notan en Es Satty en marzo de 2012, tras ser trasladado a Ceuta para asistir a la vista oral y comprobar que sería deportado a Marruecos tras cumplir la pena. Sin duda, sabía también que sólo con su cambio de conducta no iba a evitar esa expulsión. Y la primera visita que recibió por miembros de la Guardia Civil fue casi inmediata: el 5 de abril de aquel mismo 2012.

¿Casualidad? Es altamente improbable. O en el traslado a Ceuta ya se le tanteó la posibilidad de trabajar para el Estado o a la vuelta de la vista, viendo efectivamente que podía ser expulsado del país, la Guardia Civil (que tiene buenas relaciones con el CNI) empieza enseguida a negociar acuerdos de colaboración con Es Satty.

Público tiene fuentes de la inteligencia española, cuyo anonimato debe proteger, que afirman que en la visita de agentes del CNI que recibió Es Satty en 2014 –muy poco antes de su puesta en libertad, en abril de ese año– se cerró un acuerdo con él para que actuase como confidente del servicio secreto al salir de la cárcel. A cambio, le garantizó que no sería deportado tras cumplir condena, tal como ocurrió.

La Subdelegación del Gobierno en Castellón decidió deportar a Es Satty al final de su pena, pero los abogados del yihadista recurrieron y el magistrado del Juzgado de lo Contencioso Nº2 de esa ciudad resolvió en 2005 que el delito por el que fue condenado no suponía “una amenaza ni para el orden público ni para la seguridad ciudadana” por haber sido cometido cinco años antes, sin que le hubiera sido comunicado al juez que ya había sido condenado anteriormente en Ceuta por tratar de introducir por la frontera a un ciudadano extranjero con un pasaporte falso.
Un certificado de 6,5 años de alta en la Seguridad Social

Pero lo más curioso fue que sus abogados presentaron al juez un certificado de vida laboral que acreditaba que llevaba de alta en la Seguridad Social desde hacía más de seis años y medio, así como un contrato de trabajo en vigor, lo que para el magistrado constituyó un “arraigo laboral” suficiente como para que pudiera permanecer en España como residente. Extraño privilegio para un reincidente.

¿De dónde sacó Es Satty los recursos y contactos como para desplegar esa defensa letrada y demostrar al juez ese currículum laboral? Y ¿por qué el juez se avino a considerarlo un “residente de larga duración en España”, cuando la mayor parte de esa residencia era en una celda, preso por narcotráfico?

No cabe duda de que recibió ayuda extraoficial para evitar su expulsión –como además aseguran fuentes de la inteligencia cuyas revelaciones a este medio siempre han resultado ser auténticas a lo largo de esta dilatada investigación– a cambio de convertirse en confidente de los servicios secretos. Más aún: dichas fuentes sostienen que el CNI arregló las recomendaciones y avales que abrieron las puertas a Es Satty para que fuera admitido como imán del oratorio de Ripoll, utilizando para ello los servicios de otro informante musulmán en Girona –que después del atentado se fue a Francia–, con el fin de que desde ese puesto se infiltrase en redes yihadistas europeas.

Porque, además, el imán de Ripoll ya había colaborado años antes con las fuerzas de seguridad con motivo de la llamada Operación Chacal, que se desarrolló durante 2005 y terminó con un desastre procesal (por unas escuchas telefónicas sin suficiente motivación judicial). Esta causa investigó los nexos existentes entre tres hechos diferentes: los atentados en Casablanca en 2003, la ayuda a terroristas huidos de los atentados del 11-M, y el ataque a una base de Carabinieri italianos en Nasiriya (Irak). Es Satty ya era islamista entonces y por eso asistía a las reuniones de captación y radicalización del yihadista Mohamed Mrabet Fhasi en su piso y en su carnicería de Vilanova i la Geltrú (provincia de Barcelona).

En septiembre de 2005, la Policía Nacional pidió permiso al entonces juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska para pinchar el teléfono de Es Satty como sospechoso de ser “intermediario en el apoyo logístico” para el terrorismo. Varios testigos del caso lo señalaban como estrecho colaborador de Mrabet, en cuyo domicilio se hallarían después transferencias de dinero a nombre de Es Satty y una fotocopia de su documentación.
Pinchazo telefónico anulado en sólo un mes

Extrañamente, al mes de iniciar la intervención telefónica, la unidad policial instructora solicitó el cese de la escucha y observación de este teléfono, argumentando que no tenía ninguna actividad y que seguramente empleaba “otro número, sin que por el momento se tenga conocimiento del mismo”. Pero ni se localizó este otro ni se volvió a pinchar el primero, pese a que en la motivación de la petición de intervención telefónica de Es Satty se argumentaba su pertenencia al núcleo de confianza de Mrabet y su participación en las reuniones de captación, así como su relación telefónica con miembros de la organización terrorista Ansar al Islam, otro grupo terrorista. Todo ello debería haber situado a Es Satty en el centro de la investigación.

Un testigo del sumario incluso señaló que Es Satty convivió con Bilal Belgacem, el muyahidín que cometió el atentado suicida de 2003 en Nasiriya contra las tropas italianas desplegadas allí, asesinando a 19 soldados y 9 civiles iraquíes.

La Policía y los servicios de inteligencia tienen múltiples medios y sistemas para identificar el número de teléfono de una persona sobre la que se quieren intervenir las comunicaciones. Pero en este caso, en el que se había descubierto a uno de los principales miembros de una célula terrorista relacionada con lo ocurrido en Casablanca, Madrid y Nasiriya, se decidió no intervenir ningún otro canal de comunicación de esta persona. Francamente sospechoso, sobre todo cuando años después se dio la versión de que eso se explicaba porque la Policía pinchó por error un móvil que no era suyo.

Este extraño hecho está claramente relacionado con la declaración del “testigo protegido B-05”, del mismo sumario, quien describe el funcionamiento de las reuniones de captación e identifica a todos sus integrantes; es decir, a todos menos a uno: el propio Abdelbaki Es Satty. Y son precisamente en esas mismas reuniones donde muchos otros testigos del caso, que no tienen la consideración de “protegidos”, identifican a Es Satty como participante.

Sin embargo, la Guardia Civil dirigió un informe en 2008 al juez Baltasar Garzón, que llevaba la causa y lo había solicitado, en el que en sólo cinco párrafos cortos sostenía que, pese a que "existe relación directa con algunos de los integrantes de la célula desarticulada, no se ha observado que existiera vinculación con la red de reclutamiento de muyahidines". Sorprendentemente, y contradiciendo los testimonios de tres imputados clave (Boudame, Bensaliman y Karakoc) que lo habían identificado como integrante de la célula e incluso miembro de la cúpula de la organización yihadista.

Así que el juez le excluyó del auto de procesamiento contra los 22 imputados por presuntamente captar yihadistas que quisieran ir a inmolarse en Irak o Siria, e incluso ayudar a escapar a algunos terroristas del 11-M. Pero más raro todavía fue que tampoco lo citase como testigo… ¿O sí lo hizo?

¿Era Abdelbaki Es Satty el testigo protegido B-05? Jamás fue oficialmente identificado –incluso declaró en el juicio ocultando su rostro tras un biombo– pero es inexplicable, si no, el hecho de que al ejecutarse la operación policial que conllevó la detención de más de 20 personas investigadas, justamente Es Satty no estuviese entre ellas.
Si no fue el misterioso "testigo protegido B-05", habría sido ilegal que no se le llamase a testificar en el juicio

Y no sólo eso, sino que ni siquiera consta que se le tomara declaración al menos como testigo de los hechos, en el caso que no se hubieran hallado indicios de culpabilidad contra él. Esto es absolutamente contrario al procedimiento policial y judicial más elemental (incluso es una violación de la ley)… a no ser que en realidad ya hubiera declarado, pero en secreto y como “testigo protegido”.

En resumen, es perfectamente normal que una persona que ha participado como testigo protegido en una importante causa judicial, y que tuvo probados contactos tanto entre grupos afines al yihadismo como como con bandas de narcotraficantes a gran escala, sea captada como informante por los servicios de inteligencia españoles, a cambio de no ser deportado e incluso (según dicen algunas fuentes) de ser remunerado con fondos reservados, algo que Público no ha podido verificar.

Así pues, ¿por qué se empeña el CNI en ocultar esa relación con Es Satty? ¿Es por miedo a que se destape alguna posible vinculación con los atentados de Barcelona, como que se pudieran haber financiado –involuntariamente– con fondos reservados, o que Satty jugó un doble juego y engañó a los servicios secretos, o incluso que el CNI llegó a tener indicios de la futura comisión del atentado y no fue capaz de evitarlo?






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