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miércoles, 17 de julio de 2019

Por una Diada de Unidad

Desde El Nacional traemos a ustedes este llamado desde la ANC al pueblo catalán a cerrar filas ante los momentos que se viven.

Lean ustedes:


Elisenda Paluzie

Vivimos un momento de desconcierto en las bases del independentismo que hace difícil encontrar el camino a seguir y evitar que la frustración y la desunión se apoderen de los que salimos el 1 de Octubre del 2017 a votar sobre la independencia y a defender todos los votos, todos, tanto los del sí como los del no.

Desgraciadamente, en el independentismo se repiten cíclicamente estos momentos de crisis. Recordemos por ejemplo los desacuerdos cuando la consulta del 9-N se convirtió en un proceso participativo o cuando en diciembre del 2015 parecíamos al borde de la repetición de elecciones al Parlament. Pero ahora tenemos el agravante de una represión que no cesa y un camino desdibujado en frente.

El aprendizaje de octubre del 2017 está claro. Cuando hemos trabajado juntos sociedad civil movilizada, Govern y Parlament es cuando más hemos avanzado en el camino hacia la independencia de Catalunya. ¿Qué quiere decir trabajar juntos? Tuvimos un Parlament que avalaba a nivel legislativo el mandato democrático del pueblo de Catalunya, un Govern que lo ejecutaba y una ciudadanía movilizada como puntal. Estos tres elementos permitieron la celebración del referéndum. Pero la gestión post referéndum rompió esta relación. No todo el mundo, dentro de los partidos y fuera, veía el referéndum del mismo modo. Para algunos sólo era un instrumento de negociación. Y al otro lado no había ninguna voluntad de negociar. Así, se llega al 27 de octubre marcados por las divisiones, habiendo perdido el momentum y declarando una independencia sin creer y sin intentar hacerla efectiva.

De aquel octubre salimos con una gran victoria colectiva (haber hecho el referéndum) y con una derrota (no haber sido capaces de aplicar los resultados). El encarcelamiento y el exilio de nuestros dirigentes nos ha marcado emocionalmente y ha dificultado hacer el luto de la derrota. Generaciones que no la habían vivido han tenido que aprender a convivir con la represión; las que sí que la habían vivido, se la han reencontrado de golpe, en otro contexto.

Y ahora que tenemos en frente un nuevo Onze de Setembre, nacen iniciativas diversas que querrían volver a llevarnos a aquel momento, y hacer lo que no hicimos entonces: aquel "Maidan" para defender la declaración de independencia. Estas propuestas olvidan que el control del territorio se tiene que demostrar cuando hay un gobierno dispuesto a hacer la independencia. Se tiende a confundir unilateralidad e insurrección. Es una trampa que al Estado español le viene muy bien, y no tendríamos que caer en ella. Es lo que ha hecho la fiscalía del Estado en el juicio en el Supremo. Intentan igualar el hecho de acceder a la independencia por una vía institucional, con legitimidad democrática detrás, mayorías parlamentarias y gobiernos reconocidos, y el concepto de rebelión, porque quieren deslegitimar el acceso a la independencia por medios democráticos y pacíficos.

Tenemos que analizar qué fortalezas nos faltan para poder hacer una declaración de independencia y ser capaces de llevarla a la práctica, con un gobierno capaz de imponerse como autoridad en un territorio. Pero no podemos perder la legitimidad que da tener mayorías parlamentarias y un embrión de institucionalidad detrás que se puede transformar en el gobierno transitorio de una república naciente.

A la Assemblea a lo largo de este año y pico, también nos ha costado salir del proceso de luto, y volver a trazar un camino. Pero en los últimos meses hemos trabajado campañas que compensan debilidades en el ámbito de la sociedad civil y nos preparan a nivel económico para cuando vuelva a plantearse políticamente la independencia. Por una parte, con la campaña de consumo estratégico, favorecemos una economía y modelos de empresa alternativos que no están tan sujetos a las presiones políticas. Por otra, con iniciativas como la de las Cambres de Comerç, trasladamos la mayoría social y política de este país a instituciones que son altavoces poderosos. Y fortaleciendo el sindicalismo nacional, nos hacemos presentes en el mundo del trabajo. Estas acciones se enmarcan dentro de la estrategia de la lucha no violenta, un método de lucha contra formas de opresión o para hacer progresar los derechos democráticos, que incluye acciones de denuncia, de no cooperación, de desobediencia civil y que tiene como objetivo debilitar los pilares de poder del adversario. Este Onze de Setembre no sólo nos manifestaremos, sino que dispondremos de un gran espacio, Eines de País, en el que se podrán hacer acciones de empoderamiento ciudadano.

Con respecto al ámbito institucional, los partidos políticos nos repiten que no tenemos las condiciones para la unilateralidad. Pero no nos explican cuáles son estas condiciones, y qué piensan hacer para conseguirlas. Tampoco nos han explicado qué debilidades institucionales hicieron imposible la independencia, y cómo podríamos superarlas. Algunas las hemos descubierto en el juicio. En cambio, con los pactos de la semana pasada hemos comprobado de una manera muy cruda el retorno al partidismo y la disputa por los espacios de poder autonómico y local, llegando al extremo de ceder el liderazgo de algunos de estos espacios al PSC. Contra eso alzamos la voz la semana pasada movilizándosenos por primera vez delante de los partidos independentistas.

Como Assemblea, no romperemos el hilo, el pequeño hilo que todavía nos une con el espacio de los partidos, porque creemos que tenemos la responsabilidad de no incrementar la desunión; al mismo tiempo, incrementaremos nuestro tono de exigencia con ellos a fin de que prioricen el objetivo de la independencia y abandonen las luchas partidistas. Hay un riesgo evidente, que el pacto en la Diputación de Barcelona ejemplariza muy bien, de retorno al autonomismo, aunque el electorado ha seguido dando victorias a los partidos independentistas, elección tras elección.

Tenemos esta doble responsabilidad de mantener esta presión sin contribuir a la desunión manteniendo la movilización en las calles que puede tener una doble faceta: la faceta unitaria y anti-represiva pero también la faceta de exigencia, máxima exigencia política. Al mismo tiempo, tenemos que evitar caer en la trampa que desean aquellas fuerzas que trabajan por el retorno al autonomismo, y por enterrar por años las esperanzas de culminar el proceso de autodeterminación. Estas fuerzas querrían una Assemblea marginal y radicalizada, que ya no fuera representativa del sentir de la mayoría independentista. En la lucha no violenta, las acciones tienen que tener un objetivo político y hay que saber a quién se interpela y qué se pretende conseguir, y cuándo es el momento de hacerlo. Nunca son reactivas, siempre son pensadas y propositivas y se tienen que inscribir en un marco creíble que dé sentido a la lucha. Ahora el problema más importante que tenemos delante es el riesgo de retorno al autonomismo, facilitado por la división de los partidos independentistas. No podemos renunciar a las grandes manifestaciones que marquen la agenda política y que los interpelen. Hay que recordarles que el objetivo es la independencia, y que hay que establecer una estrategia para conseguirlo.

Este doble objetivo es compartido por todo el independentismo y es por eso que nos manifestaremos esta Diada. No es una manifestación más, es la manifestación más difícil de todas las que hemos hecho hasta ahora, nos jugamos que los partidos independentistas cumplan con su compromiso hacia el país y evitar que el independentismo quede dormido por años. Este año, tenéis que hacérosla vuestra como nunca antes y tenéis que alzar vuestra voz para que se recupere el objetivo de la independencia, y se trabaje con unidad de acción para alcanzarlo.






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