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sábado, 13 de julio de 2019

Egaña | 175 Años de la Guardia Civil

Alde hemendik.

Les hacemos las maletas.

Fuera de Euskal Herria ese cuerpo paramilitar que solo ha significado represión, tortura y muerte.

Les presentamos este texto que Iñaki Egaña ha dado a conocer en su muro de Facebook:


Iñaki Egaña

Con motivo del 175 aniversario de la creación del cuerpo militar y en medio de la construcción de un relato revisionista del pasado, uno de los más activos agitadores del Centro para la Memoria de las Victimas del Terrorismo, acaba de publicar en El Correo vizcaino un artículo laudatorio sobre la Benemérita. Está en su nómina hacerlo, pero cuando el resultado es tan burdo no queda otra que mirar la manipulación con estupor. Parece como si el Nodo franquista continuara en pleno siglo XXI, como si el estilo en blanco y negro de épocas anteriores aún nos tuviera atrapados con su caspa maliciosa.

El artículo del agitador del Centro para la Memoria está cargado de aviesas intenciones, entre ellas la de presentar a la Benemérita como un cuerpo “autóctono” vasco. Si el primer director de la Guardia Civil fue un “pamplonés”, Francisco Javier Girón, la razón no estuvo en el territorio sino en su control. Girón era nieto del virrey de Navarra e hijo del ministro de la Guerra.

Por cierto, en 1969, en un control de la Guardia Civil entre Irurita y Ziga tras la explosión de la estatua de Girón en Iruñea en atentado, los agentes detuvieron a quien acusaron de haber sido el autor material, Jon Ugutz Goikoetxea. Apareció muerto y la versión oficial señaló que fue un suicidio. No le hicieron la autopsia por prohibición expresa.

Es falso que para ingresar en la Guardia Civil los agentes tuvieran que dominar el euskara. Es falso que sus miembros fueran mayoritariamente nativos. Ya en 1844, el Cuerpo reconocía «lo difícil que es llenar el Tercio (Hego Euskal Herria) con licenciados del País». Ante la ausencia de vocaciones, los mandos llegaron a Gasteiz desde el cuartel general de Leganés (Madrid).

El cuento del agitador del Centro sobre la Guerra Civil es un delirio. Es falso, como dice, que más de la mitad de los agentes acantonados en Hego Euskal Herria se posicionaran en 1936 con la República. El 90% lo hizo con Franco. Y es un hecho objetivo que el lehendakari Agirre y su gobierno de concentración, disolvieron a la Guardia Civil y ordenaron la detención de todos sus miembros. Por conspirar contra la República.

El Tribunal Popular de Euzkadi juzgó a 79 guardia civiles del cuartel de La Salve, en enero de 1937. Los agentes fueron acusados de ocultar armas y munición con la intención de apoyar el golpe militar. Fueron condenados a la pena de muerte 50 guardia civiles, pero no fue ejecutada por hallarse en situación de rebeldía.

Los dos ejemplos de guardia civiles republicanos que aporta el historiador del Memorial son la excepción que confirma la regla. Y en uno de ellos, omite la verdad. Efectivamente, el guardia Saturnino Bengoa fue nombrado jefe de la Ertzaintza en 1936. Pero evita contar su recorrido. Fue nombrado por el jeltzale Luis Ortuzar que dirigió políticamente la Ertzaintza durante 16 días antes de ser destituido por sus sospechas de espionaje hacia los nazis. Y cuando en abril Mola comenzó la ofensiva, Bengoa desertó de su cargo, refugiándose en Miarritze. Entonces fue abandonado a su suerte, a pesar de los numerosos intentos que el antiguo guardia civil hizo por recibir la ayuda jeltzale.

Guardias civiles fueron los encargados de destituir decenas de ayuntamientos vascos y ejercer interinamente la dirección de los mismos hasta que los nuevos de corte franquista fueran nombrados. Los agentes realizaron, a pesar de su escasa formación en la mayoría de los casos, todo el protocolo político. Eso sí, con la retaguardia bien cubierta, con los cuarteles atestados de armas y munición. El pueblo navarro de Aibar fue, probablemente, el paradigma de la afirmación anterior: la Guardia Civil destituyó el 22 de julio a toda la corporación y luego detuvo a todos sus concejales.

Fue la Guardia Civil la que ejecutó a Estepan Urtiaga, Lauaxeta, en Gasteiz, por informar a la prensa extranjera de la verdad sobre el bombardeo de Gernika, en 1937. Fue la Guardia Civil la que mató a siete manifestantes en una protesta de mujeres en Donostia bajo la pancarta “queremos pan para nuestros hijos”, en 1931. En las elecciones de 1936, el Frente Popular exigió la retirada de la Guardia Civil de todos los colegios electorales de Gipuzkoa por temor al “pucherazo”.

Agustín Arana fue decapitado en Villafranca por un sargento de la Guardia Civil. Isidro Iturbe fue detenido en Arrasate por la Guardia Civil por hablar con su esposa en euskara. Sería ejecutado. Aquiles Cuadra, ex alcalde de Tudela, fue ejecutado en 1939. En su acusación, el juez le echó en cara que “presionó constantemente a las autoridades en el Gobierno de Navarra para la retirada de la Guardia Civil de Tudela”. Dos centenares de fugados de la prisión de Ezkaba fueron detenidos y muertos por la Guardia Civil en 1937 tal y como Oriol Solé, en 1975 tras la fuga de la prisión de Segovia. El boxeador Victor Belandia fue muerto por la Guardia Civil cuando intentaba cruzar la muga “ilegalmente” para boxear en EEUU, en 1947. Txiki fue ejecutado por agentes de la Guardia Civil en Cerdanyola, en 1975.

Guardias civiles fueron la base del terrorismo de Estado en sus expresiones más conocidas, BVE y GAL. La Unidad de Investigación Fiscal Antidroga (UCIFA) fue prácticamente desmantelada y muchos de sus agentes, guardia civiles, procesados por narcotráfico. Un total de 288 guardia civiles asaltó el congreso en Madrid en 1981, dando un golpe de estado y secuestrando, entre otros, a una veintena de diputados vascos.

En las últimas décadas, la Guardia Civil ha matado en Euskal Herria, en controles o manifestaciones, a 54 personas. La mayoría están sin reconocer y ya sabemos que sus sindicatos y algunos partidos niegan cualquier tipo de extralimitación en sus funciones. Para ellos, todo entra dentro de la normalidad. Por cierto, en 2013 Bildu calculó que en ese año, la Guardia Civil había colocado 4.000 controles e identificado a 50.000 ciudadanos vascos. Al día de hoy, la Guardia Civil tiene en territorio vasco 78 cuarteles y puestos.






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