A continuación, les presentaremos opiniones con respecto a la treta maquiavélica denominada "la abdicación" del jefe de los torturadores Juan Carlos Borbón, tal como se ve desde México.
Primero, lo escrito por Pedro Echeverría, quien da de lleno en la diana:
Abajo la monarquía en España
Rey que ya no cargará con corrupción, no asesinará elefantes y seguirá como el poder tras el trono
Pedro Echeverría V.
Renunció Juan Carlos I de Borbón como rey de España, quien fue impuesto por el dictador fascista Francisco Franco en 1975. Durante 49 años consolidó el franquismo, el falangismo, el pensamiento de la derecha española. Hubiese aplaudido que este gobernante –como todos los demás que dominan al mundo y hacen más miserables a sus respectivos países- en lugar de renunciar, sea expulsado del poder por una revolución y movimientos de masas. Este tipo de renuncias no ayudan nada, pues los sustitutos son –indiscutiblemente- más de lo mismo. ¿Qué gana el pueblo si no participa en el derrocamiento de esas poderosas figuras?
La demanda inmediata debe ser, sólo como primer paso: “Desaparición de la monarquía e instalación de la República”. Sin embargo no pasaría nada trascendente porque la dictadura de la burguesía española y la consciencia franquista-derechista de la mayoría del pueblo español, determinaría que nada cambie. España pasaría a otra etapa dentro del mismo capitalismo. Si el pueblo no sale a batallar en las calles, si los estudiantes no toman las plazas, si los obreros y demás trabajadores no paran sus centros de trabajo buscando instalar un autogobierno, el siguiente paso tendrá que ser buscar el derrocamiento de las clases dominantes.
Aparentemente los reyes de España, Bélgica, Reino Unido, Suecia, Noruega, Dinamarca, Japón. Australia y 20 más en Europa, así como en los cinco continentes, son sólo ornamentales o de adorno porque tienen que obedecer al régimen republicano; sin embargo su influencia política es muy poderosa y el dinero del presupuesto que consumen para los lujos de la corte es muy grande. Pero la aristocracia y la monarquía seguirán vivos mientras las masas del pueblo sigan adormecidas por los medios de información, la iglesia, la escuela y la familia. Más aún si los reyes o la monarquía desaparecieran en el mundo, la burguesía seguiría en el poder.
La renuncia me recuerda cuando el Rey de España con gritos calló a Chávez por criticar al gobierno de Aznar. ¿Recuerdan que el iniciador real de la discusión fue Zapatero, que en su discurso alabó el modelo político y económico neoliberal, que dijo que el retraso político de un país es por cuestiones internas y no externas, etcétera? Chávez, que era (junto a Fidel Castro) el gobernante con mayor dignidad en América, respondió sobre las agresiones externas recibidas y denunció a José María Aznar (expresidente de España) como un fascista que, junto al gobierno de Bush, apoyó el Golpe de Estado de 2002 en Venezuela y luego los dos reconocieron como presidente al golpista. ¿Por “diplomacia” debió callarse Chávez?
El rey ignoraba que ni Chávez ni nadie tenía que guardar las formas ni tampoco callarse ante las agresiones; que frente a los saqueadores de nuestras riquezas o los políticos corruptos no puede haber ningún respeto. Si no quieren ser maltratados, ellos son los que deben respetar al pueblo porque éste los mantiene en los cargos. Cuando el monarca español quiso callar a Chávez sólo dejó ver sus orígenes franquistas y su costumbre de tener subordinados. El reyecito es demócrata por apodo; la realidad es que tiene metido hasta los sesos sentirse autoridad suprema. La diplomacia no es quedar bien con todos, arrastrarse ante los poderosos o ser muy simpático.
¿Puede olvidarse que el ex presidente de México Vicente Fox ¡imagínense! salió en defensa del Rey y del fascista Aznar. Fox es hoy, igual que el funesto Carlos Salinas en su tiempo, uno de los personajes más corruptos de la historia mexicana. Miguel Alemán (1946/52) y López Portillo (1976/82) hasta ese momento tenían las medallas de primer lugar entre los presidentes que más millonarios se hicieron a la sombra del poder; pero después de Salinas (1988/94) y Fox (2000/2006) decenas de supermillonarios mexicanos ocupan primeros lugares en la lista de Forbes. Éstos fueron los críticos de Chávez y demás gobiernos que según ellos eran “populistas”; son los invirtieron millones en la candidatura de Calderón para que López Obrador (“un peligro para México”) fuera despojado en las elecciones.
¿Puede olvidarse acaso que en junio de 20013 se concentraron unas dos mil personas, bajo lluvia, frente a la Moncloa (Madrid), en una protesta que se dirigió hacia el Palacio Real de la capital para exigir la abolición de la monarquía? “Jaque al Rey”, gritaban los participantes de la concentración convocada por la Coordinadora 25-S, la misma que impulsó hace un año la movilización “Rodea el Congreso”. Los convocantes denunciaron que la monarquía -encabezada por el rey Juan Carlos de Borbón, el mata elefantes- es un sistema corrupto, heredero del franquismo y que es urgente acabar con esta institución “arcaica, clasista y antidemocrática”. Es el único reto para los españoles conscientes.
Era indudable que la familia real se había ganado a pulso el odio de los españoles por abusar mucho de su poder y privilegios; pero para los españoles no es un problema personal de la familia, sino un principio básico de dignidad de un país con principios e ideologías modernas que sigue encadenado a un pasado que recuerda inefables dictaduras contra el pueblo y pueblos del mundo. En Nueva España (hoy México) desde el año 1521 tuvimos que soportar Audiencias y 63 virreyes (desde Antonio de Mendoza hasta Juan O donojú) en 300 años de política colonial española que nadie con un grado de pensamiento honesto puede soportar. Pero al fin nos liberamos en 1821; sin embargo España continuó sojuzgado por ese sistema político.
Al grito de “España, mañana, será republicana'', de que “no queremos Instituciones de corruptos: un rey que no da golpe desde que en 1975 fue impuesto por Franco”, fueron otros de los mensajes presentes en las pancartas de los manifestantes, que también han coreado la consigna habitual en manifestaciones de este carácter. Desde aquí les preguntaría a los españoles: ¿No les da vergüenza pertenecer hasta hoy a una monarquía? Pero ellos me la virarían: ¿No les da vergüenza a los mexicanos seguir engañados por un gobierno republicano que igual sólo sirve a los millonarios? Obvio los españoles son sometidos al mismo tiempo por los dos gobiernos capitalistas.
Eso de la aristocracia, la monarquía, la familia real, me ha parecido siempre una costumbre antigua, muy cara para el pueblo español y otros habitantes del mundo. ¿Cómo puede un pueblo pobre mantener y soportar una monarquía impuesta por un solo hombre, un dictador asesino como Francisco Franco que destruyó el gobierno anarco-libertario de la República? Confío en que los viejos franquistas, falangistas, seguidores del conservadurismo y las dictaduras se alejen de la política y se retiren a gozar de sus riquezas siempre injustamente adquiridas. Si no aprovechan retirarse ahora se les podrá hacer tarde porque parece que nuevos vientos soplan en Europa y en el mundo.
Lo que Pedro pone sobre la mesa es tan claro como el agua, su análisis es resultado directo de su fuerte convicción de izquierda, izquierda radical como dicen algunos.
En contraste, desde su blog Navegaciones nos llega la pusilánime postura de Pedro Miguel, quien desde la cobarde equidistancia de la social-democracia nos receta desvergonzadamente tres de los paradigmas con que los españoles apuntalaron la figura del Juan Carlos, lean ustedes:
Mintió el 20 de noviembre de 1975, cuando juró fidelidad eterna al fascismo y volvió a mentir el 27 de diciembre de 1978 cuando proclamó la nueva constitución y se asumió como “rey de todos los españoles”. El electorado peninsular, por entonces virgen, había aprobado por mayoría (59 por ciento de los inscritos) una carta magna que derogaba algunas de las disposiciones más atroces de la dictadura y en la que los tránsfugas del régimen fraquista, encabezados por el propio Juan Carlos de Borbón, encontraron la coartada ideal para explotar en su propio provecho una formalidad democrática que cedió a la clase política la jefatura del gobierno pero mantuvo la del Estado en la lógica de las sucesiones genéticas. Los políticos hicieron su tarea y presentaron el engendro como el menos peor de los mundos posibles: se reconocía a la Corona para evitar enfrentamientos y revanchas dictatoriales, para avanzar a la modernidad y para dejar atrás una tiranía sangrienta que aún podía dar coletazos –como lo demostró oportunamente el fallido cuartelazo del 23 de febrero de 1981.
¿Mintió Juan Carlos aquel 22 de noviembre?
¿A qué se refiere Pedro Miguel con esto?
¿Tiene pruebas para escribir tamaño despropósito?
¿Cuáles fueron las acciones que según él llevarían a alguien a pensar que Juan Carlos Borbón mintió cuando juró lealtad a los principios surgidos del movimiento del 18 de julio de 1936?
Con ese párrafo Pedro Miguel se une al corifeo de babeantes idiotas útiles que por ejemplo, afirman que fue Franco el que cortó con su romance hacia Hitler en Hendaia y que gracias a ello España se mantuvo NEUTRAL durante la Segunda Guerra Mundial. Lo de la División Azul peleando junto a la Alemania Nazi en Stalingrado es una mera anécdota, nada para ser tomado en serio nos dira Pedro Miguel.
¿Modernidad?
¿Es a eso a lo que le tiran los social-demócratas, a la modernidad? Explotación del hombre por el hombre, pero todo muy moderno por favor.
Y por último, Pedro Miguel no se resiste y a paso de ganso se une al contingente de los que afirman que Juan Carlos no tuvo NADA que ver con el tingladito del 23 de febrero y que el hecho de que los líderes de la "intentona" fueran sus mejores amigos y más cercanos colaboradores es peccata minuta, detallitos al calce que solo mal intencionados tomarían en cuenta.
Y claro, Pedro Miguel no podía dejar fuera su incombustible odio por ETA, joder, que para eso está él con su flamígera pluma, para que los mafiosos de la banda no se crean que él olvidará tan fácilmente:
Más aun, el Estado presidido por el señor Borbón y el gobierno encabezado por Felipe González impulsaron en la penúltima década del siglo pasado una guerra sucia contra reales o supuestos integrantes de grupos terroristas en la que menudearon las ejecuciones extrajudiciales, las desapariciones, la tortura en cuarteles policiales y el espionaje ilegal.
Hombre pues, según Pedro Miguel, cuando el franquista Juan Carlos Borbón y el falangista disfrazado de socialista Felipe González le dieron continuidad al terrorismo de estado practicado tan abiertamente durante 39 años por Franco no es que fuera su culpa, que no, la culpa era de esos etarras tan malagrecidos que no supieron apreciar y disfrutar la impoluta democracia española hija de la inmaculada transición y del heroico actuar de Juan Carlos aquel 23 de febrero.
Y bueno, para mostrarles que tan mal andan las cosas en México con respecto al asunto, vean este cartón que circula por las redes sociales:
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