La lucha antifascista se lleva a cabo en varios frentes en este momento (Venezuela, Ucrania, etc...).
Es por eso que hay que recordar a quienes lucharon en contra del fascismo allá en los años 30 del siglo pasado.
Les presentamos este reportaje publicado en Deia:
Benito Reola, el olvidado militar vasco de Aguirre
El colectivo Ahaztuak 1936-1977 rinde hoy homenaje en Gernika a este mando de las Brigadas vascas enviadas por el lehendakari a Asturias en la Guerra Civil
Iban Gorriti
Hoy a las 13.00 horas, la Casa de Juntas de Gernika-Lumo vuelve a reivindicar la memoria histórica compartida. El colectivo Ahaztuak 1936-1977 ha organizado un acto en recuerdo y homenaje a Benito Reola Hermosilla, el militar vasco de los batallones Meabe (JSU) y Larrañaga (PC) que comandara una de las dos Brigadas Vascas enviadas por el lehendakari José Antonio Aguirre a luchar contra los fascismos aliados en suelo asturiano en 1937. Lo llevó a cabo en plena ofensiva republicana para acabar con la resistencia de los franquistas atrincherados en Oviedo. Allí perdió la vida, como meses antes, en febrero, lo hizo el mando de la otra brigada, Cándido Saseta, del PNV.
El bilbaino Iñaki Tamayo Reola es un nieto de aquel a quien mataron el 1 de noviembre de 1937 y quien apareció en una cuneta junto a un miliciano. “Queremos que Benito Reola sea reconocido como víctima vasca del franquismo en la relación que tiene el Gobierno vasco. La familia vamos a hacer esa petición de reconocimiento porque nuestro abuelo fue una víctima vasca más a un nivel militar de la relevancia de Saseta”.
Pero, ¿quién fue Benito Reola Hermosilla? A pesar de su peso militar del momento, hoy es un desconocido, incluso para la web de justicia del Gobierno vasco. Su biografía es curiosa. Nació en el cuartel de la Guardia Civil de Urizaharra (Peña Cerrada), pueblo de Araba. Corría el año 1903, el mismo en el que nació su a la postre compañero antifascista Cándido Saseta, y tuvieron vidas casi paralelas.
Reola quedó huérfano muy joven. Con 18 años se sumó a la guerra de África. “Lo mismo que Saseta”, parangona Tamayo. Con 21 años, Reola solicitó su ingreso en la Guardia Civil, que le destinó a Oviedo, “por ello su gran vinculación ya desde entonces”. Su segundo lugar fue Agurain (Salvatierra).
Al estallar la Guerra Civil, el Ejército de Euskadi le quiere en Oviedo. Vuelve a Euskadi y batalla en el frente de Araba y Gipuzkoa. Retorna a Asturias. Le hieren de bala en Pando a las 11.00 horas del 19 de marzo de 1937, según un documento aportado por la sociedad Aranzadi. Se hizo cargo suyo Lucinio García. Se recuperó en Bilbao y más adelante llegó a estar al cargo de la Academia y los cuarteles de Santoña en el momento en el que los nacionalistas vascos apuestan por el histórico Pacto de Santoña.
Reola, comunista, se posicionó contrario al pacto. Habla Martxelo Álvarez, de Ahaztuak 1937-1977: “Reola tuvo el valor de ser un militar fiel a la voluntad popular, al gobierno de la República, incluso frente a otras consideraciones de posibilismo político como las manejadas por el Gobierno vasco de entonces en la rendición que supuso el pacto de Santoña”.
Las brigadas
Las brigadas vascas que lucharon con los asturianos fueron dos: la primera al mando de Reola y compuesta por los batallones Rusia, Perezagua y CNT Nº3 Isaac Puente. Combatió en el sector de San Claudio tomando al asalto el pico del Pando, cortando el pasillo que unía a los sitiados en Oviedo con Grado, donde estaban las columnas gallegas franquistas. En ese lugar, durante una visita de inspección a las posiciones de sus tropas, Reola fue cuando resultó gravemente herido en el pecho. La segunda brigada fue la del Comandante del Euzko Gudarostea Cándido Saseta con los batallones Amayur, ANV Nº2 Eusko Indarra y el UGT Nº2 Indalecio Prieto.
Tras el avance franquista, Reola siguió combatiendo hasta la caída del frente asturiano en octubre de 1937 y con ello la desaparición del Frente Norte. El alavés se mantuvo en la resistencia en Asturias y León. Fue en esos parajes de montaña, en la zona de Pola de Gordón, donde a finales de octubre de 1937 se le pierde la pista, ignorándose su paradero hasta septiembre de 2013 en que el colectivo Ahaztuak 1936-1977 y sus familiares dieron a conocer lo ocurrido con él, tras hallar varios informes que certifican cómo el 1 de noviembre de 1937 dos cuerpos sin vida fueron encontrados con heridas por arma de fuego en la cabeza en una cuneta en el término municipal de Cuadros, León.
El cuerpo de Reola estaba totalmente documentado. Lo narra su nieto: “El cuerpo llevaba consigo desde una cartera a su documento de identidad, fotos...”, argumenta; y va más allá al haber conocido a un hombre que siendo niño, con cinco años, vio cómo eran transportados al cementerio en un carro “del señor Lesmes”. Más adelante, casualidades de la vida, fue gracias al enterrador del pueblo donde, dispersos, descansan los restos óseos de Reola. “Este hombre que hoy tiene 83 años nos dio todo tipo de datos que coincidían con su fisonomía”.
Tras encontrar los cuerpos, inscribieron las defunciones en el Registro Civil y se inició el proceso judicial para localizar a los autores de los crímenes pero el caso pasó a la Jurisdicción Militar. “Un paripé”, valoran. Iñaki Tamayo agradece la labor de Ahaztuak 1936-1977. “Sin su ayuda, seguiríamos sin saber qué pasó con Reola. Su mujer se murió sin saber nada, es más, le decían que su marido quizás se había olvidado de ella y rehizo su vida en México, por ejemplo”. Desde Ahaztuak 1937-1977 concluyen que Reola “ha dejado de ser un desaparecido para pasar a ser una más de las víctimas de la brutal represión franquista”. En el homenaje de hoy “nos acompañarán varios miembros del Parlamento de Asturias que acudirán para tributar el agradecimiento del pueblo asturiano a Benito Reola y por extensión a todos los vascos, gudaris y milicianos”. No han invitado a los del PSOE “porque no mantiene una mínima coherencia con la memoria histórica republicana”, como en el reciente apoyo a la monarquía.
Curiosamente, hoy en El Mundo cuentan la historia de Luis, un vasco que siendo niño terminó de refugiado en Rusia y llegó a luchar en el Ejército Rojo que derrotó a Adolph Hitler. La nota nos relata que Madrid se ha olvidado de él y de los demás supervivientes.
Pero hoy su lucha pervive en la lucha de las milicias antifascistas... ¡Hasta la victoria!
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