Incidiendo en el gran tema pendiente de los presos políticos vascos, traemos a ustedes esta nota dada a conocer por Naiz:
Dos juristas, el profesor Iñaki Lasagabaster y el juez emérito del Tribunal Supremo español José Antonio Martín Pallín, han remarcado en la segunda jornada del Foro Social –esta vez en Bilbo– que la política de dispersión no tiene aval alguno en la legislación española ni en la europea.Ramón SolaMartín Pallín ha remarcado que ni siquiera debía llegarse hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, sino resolverla antes en «el ordenamiento jurídico interno». Para Lasagabaster, lo que se está haciendo en la actualidad tiene un nombre: «Prevaricación».El profesor vasco, miembro también de la Comisión emanada del Foro Social para impulsar el proceso, ha llamado la atención sobre aspectos como la reciente respuesta del Gobierno español a una interpelación de Amaiur, que le planteó si acaso no conoce una reciente sentencia del Tribunal de Estrasburgo –referida a Rusia– que establece que los presos tienen derecho a estar cerca de sus familias. El Ejecutivo de Rajoy ha replicado que ese fallo «no le vincula». Para Lasagabaster, con ello Madrid incumple el Tratado del Consejo de Europa, porque este está compuesto tanto por su contenido concreto «como por las sucesivas sentencias que lo complementan».Martín Pallín comparte que la jurisprudencia europea es muy clara al respecto. Pero añade que también se incumplen la Ley General Penitenciaria, e incluso el Código Civil, que deja claro que «la norma debe ser interpretada en función de la realidad social del momento». «Y no hay que ser un profundo analista para saber que la realidad social del País Vasco es muy diferente a la de antes», ha recordado. Ha terminado su intervención en el Foro Social destacando un criterio: «El derecho nunca puede ser un obstáculo para la paz».En la mesa ha estado junto a ellos, en este primer panel del día, el facilitador sudafricano Brian Currin. Ha repasado cómo fueron cambiando las políticas carcelarias en Sudáfrica («de la noche a la mañana») e Irlanda («de modo progresivo»). En este último caso ha puesto sobre la mesa cómo hubo un proceso en el que los presos iban siendo enviados a sus casas los fines de semanas un año o dos antes de su excarcelación definitiva, de modo que se fueran acomodando a la nueva situación. El sistema funcionó, hasta el punto de que algunos de ellos volvían a la cárcel entre semana y seguían excavando un túnel para huir algún día, pero no se fugaban en esas salidas de los fines de semana; se trataba de una especie de «código ético» entre los presos.
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