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martes, 4 de junio de 2013

¿Un Maestro Shaolin?

La violencia de género continúa a la alza y este reportaje publicado en Gara arroja luz sobre un caso que promete ser complicado:


Ada, la joven nigeriana de 29 años brutalmente golpeada en un gimnasio de artes marciales de Bilbo, continuaba en coma, «extremadamente grave». La Ertzaintza buscaba en la ría, en los contenedores cercanos, en el vertedero y en la vivienda de Juan Carlos Aguilar, presunto agresor.

Mikel Pastor

La agresión machista ocurrida el pasado domingo en el gimnasio Zen4, situado en la calle Máximo Agirre de Bilbo, en la que una mujer quedó en coma, tomó ayer tintes macabros con el sorprendente descubrimiento, por parte de la policía científica de la Ertzaintza que investigaba el caso, de restos óseos humanos en el gimnasio del presunto agresor, Juan Carlos Aguilar, un maestro shaolin que vivía a escasos 300 metros del domicilio de la víctima, Ada, una joven vecina de Bilbo de 29 años, de origen nigeriano y que llevaba tres años residiendo en el Estado español.

El origen de este truculento caso lo encontramos el pasado domingo, en torno a las 15.40, cuando una llamada anónima alertaba a la Ertzaintza de que una joven había sido arrastrada por la fuerza al interior del gimnasio Zen4. La Policía autonómica se personó en el local inmediatamente, encontrado inconsciente y en estado muy grave a Ada, que fue ingresada en estado de coma.

No obstante, los acontecimientos dieron ayer un inesperado y truculento giro, cuando la policía científica encontró restos humanos dentro del gimnasio de Aguilar. Durante el interrogatorio policial, el detenido habría indicado a los agentes la existencia de más bolsas con restos humanos en algunos contenedores cercanos al gimnasio y en la Ría bilbaina a la altura del puente de Deustua.

Estos indicios apuntaron desde un primer momento la posibilidad de la aparición de, al menos, una nueva víctima. A media tarde, Europa Press informó de que «fuentes cercanas al caso» confirmaban que Aguilar habría confesado haber matado a otra mujer la pasada semana, aunque la información no fue ratificada por ninguna instancia oficial, al declarar el juez el secreto de sumario.

Difusión amplia e inmediata

La noticia de los nuevos hallazgos tuvo amplia repercusión desde el principio, sobre todo a través de ediciones digitales de los diferentes diarios y redes sociales. En pocos minutos, la aparición de los restos óseos era vox populi.

El Gobierno de Lakua, en vista de la situación, quiso mandar un mensaje de tranquilidad a través del viceconsejero de Seguridad, Josu Zubiaga, del director de la Ertzaintza, Gervasio Gabirondo, y del jefe adjunto del cuerpo policial autonómico, Lucio Cobos, quienes recalcaron que Aguilar «actuó solo» y que por tanto no existía motivo alguno para la alarma social al encontrarse el presunto agresor en dependencias policiales.

Los tres representantes aprovecharon, además, para confirmar que los restos encontrados eran humanos, aunque insistieron en que no se podrá determinar el número de cuerpos a los que pertenecían los restos encontrados, a la espera de que los informes forenses confirmen algunos de los muchos rumores desatados. En ese mismo sentido, desmintieron que los restos humanos estuvieran escondidos, explicando que estos se encontraban almacenados en bolsas que «no estaban ocultas y se podían encontrar».

De la misma manera, Cobos negó que el gimnasio Zen4 fuera un «templo de los horrores», aclarando que «simplemente estaba decorado como si fuera un templo budista».

La expectación superó el ámbito digital y fueron muchos los curiosos que se acercaron a la calle Máximo Agirre, una perpendicular de la Gran Vía bilbaina situada a pocos metros de la Plaza Moyua, en la parte trasera de la Delegación del Gobierno español. El interés por el ir y venir de los investigadores policiales se fue apagando a lo largo de la mañana, hasta que a primera hora de la tarde la policía científica precintó el escenario en el que se registraron los hechos.

La atención mediática y social se trasladó entonces a la calle Iturriza, domicilio de Juan Carlos Aguilar, que también fue registrado por agentes de la Ertzaintza.

Allí se encontraban decenas de amigos y conocidos de Ada, que reclamaron que «se castigue» al autor de la monstruosa agresión.

«Queremos justicia, como vosotros» manifestaron a los medios informativos reunidos en el portal número 5 de la calle Iturriza. Según explicaron, la víctima, de 29 años, era natural de Nigeria, y llevaba residiendo en el Estado español desde hace tres años.

La comunidad nigeriana solo tuvo buenas palabras para Ada, que se encuentra ingresada en situación extremadamente grave. Según sus amigos, la agredida es una joven «muy maja y muy buena». Además, añadieron nuevos datos al caso, subrayando que Ada residía cerca del acusado, a unos 300 metros, junto a las llamadas Torres de Zabalburu. Una de las mujeres africanas apostadas cerca del portal de Aguilar afirmaba que «ella se busca la vida por donde trabajan las chicas» por lo que se mostró convencida de que «él la encontró»

El representante del colectivo nigeriano en Bilbo, Edos Osahon, se pronunció en el mismo sentido que los demás compañeros de la víctima, destacando la simpatía y la educación de Ada, y reafirmándose en que era una joven que «no buscaba problemas». «La conocía hace poco más de tres meses y sabe lo que tiene que hacer, es una chica que hace las cosas bien», afirmó rotundo.

Profundizando en la situación de la joven africana, Osahon precisó que Ada vivía en Bilbo, en un piso junto a otras amigas y con anterioridad, había residido en Gasteiz. 1Además, relató a los medios congregados que se había desplazado junto a otros compatriotas a visitar a la mujer, que al cierre de esta edición se encontraba todavía en coma y pendiente de su evolución.

«Me siento mal. lo que queremos, de verdad, es justicia. A ese hombre hay que castigarle, como dice la ley». Osahon no pudo precisar si la víctima y el agresor se conocían con anterioridad. «Eso hay que preguntárselo a los dos» concluyó.

Un maestro shaolin

El presunto agresor de Ada, Juan Carlos Aguilar, era un personaje conocido en algunos círculos de las artes marciales, al tratarse del primer monje occidental ordenado en el monasterio chino de Songshan.

Varias agencias informativas señalaron que Aguilar había desarrollado un tumor cerebral, aunque algunas de las fueron sus alumnas -alguna durante quince años- declararon que esta enfermedad no había influido demasiado en el carácter y en la forma de ser del maestro shaolin bilbaino.






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