Ya que la revista Proceso se ha convertido en gustosa repetidora del veneno vertido desde el Ministerio de Propaganda Franquista por medio de los envíos de su "corresponsal" Alejandro Martínez, quien por cierto, a raíz de las cartas llegadas a la redacción ha optado por hacerse ver como "equidistante" y ha escrito un texto acerca de los niños secuestrados durante el franquismo, nos da gusto ver que otros medios de comunicación mexicanos están dispuestos a romper el muro de mentiras con que Madrid rodea al pueblo vasco (con el visto bueno de París, claro está).
Para muestra, este texto publicado en El Sol de México:
Miguel Angel Ferrer
Como es del conocimiento público, el célebre juez español Baltasar Garzón ha sido condenado a 11 años de inhabilitación para los cargos de juez o magistrado, así como a la pérdida definitiva de su actual encargo y de los honores que le son anexos. La condena fue emitida por el más alto tribunal español. La inhabilitación fue dictada para sancionar a Garzón, de 59 años, por haber ordenado la grabación de escuchas ilegales de conversaciones entre individuos acusados de ser parte de una red de corrupción y sus defensores.
Esta es la información, y hasta el momento el condenado no ha dicho esta boca es mía. Pero no sería ésta la única ni la más importante ilegalidad cometida por Garzón. Durante años el juez se dedicó a calumniar y a poner fuera de la ley a personas y grupos que luchan por la independencia del país vasco, acusándolos falsamente de ser miembros o cómplices de la organización ETA (Patria Vasca y Libertad).
De este modo, Garzón sirvió de modo eficaz a la élite del poder español que no quiere perder su histórico dominio sobre la tierra vasca conquistada manu militari por los castellanos al mando de los Reyes Católicos. Y de paso, el afamado juez servía también para inhibir las ansias independentistas presentes en mayor o menor medida en catalanes, gallegos, valencianos, andaluces, canarios, ceutíes y melillenses.
Esas calumnias y maniobras ilegales le reportaban a Garzón honores, viajes, premios y algunas otras canonjías. Ah, pero bastó que el afamado juez decidiera investigar los crímenes del franquismo para que toda la gloria se convirtiera en su contrario. Por eso ahora salen a relucir las faltas cometidas por Garzón. Mientras sirvió a la causa de la Corona española, heredera directa y usufructuaria del franquismo, todo era permisible, perdonable, celebrable, premiable.Lo central ahora es saber fidedignamente si la acusación de haber ordenado esas escuchas ilegales es cierta. ¿Existen las cintas grabadas? ¿Hay evidencias de esas órdenes de Garzón? Personalmente no dudo de la veracidad de esas ilegales actuaciones del juez hoy en desgracia, pero me gustaría conocer con detalle esas evidencias, esos datos duros, esos testimonios que lo han hundido.
No dudo de la veracidad de esas acusaciones, porque Garzón ha dado muchas y constantes demostraciones de su pasta de calumniador, de inventor de evidencias, de torcedor de la ley. Ha sido durante décadas un manipulador de la ley para el servicio de causas políticas. Y de causas políticas infames.
¿Cuántas vidas ha truncado Garzón con sus ilegalidades? ¿Cuántos inocentes se encuentran en prisión injusta por culpa de Garzón? ¿Cuántos delitos más ha cometido Garzón al amparo de su celebridad como enemigo público número uno del independentismo vasco?
Durante la dictadura franquista era delito, penado con cárcel, hablar y enseñar la lengua vascuence. Desaparecida la dictadura militar, Garzón se encargó de impedir la difusión en periódicos y revistas de ese idioma. Bastaba con acusar a cualquier periódico escrito en vascuence de ser apologista de ETA o de cómplice de banda armada para ordenar el cierre tan inmediato como arbitrario de ese medio de comunicación.
Pero las ideas -como decía el clásico- no se matan, no se encarcelan. Las ideas y ansias de independencia del pueblo vasco (o de una determinada proporción de él, pienso que mayoritaria) no se pueden matar o encarcelar. Aunque haya muchos Garzones, siempre dispuestos a servir al poder (o a su personal ideología) al costo de violar la ley de la que se supone son fieles custodios. No pagará Garzón por sus crímenes contra el pueblo vasco, pero pagará. A esa creencia de que la justicia siempre prevalece, los antiguos la llamaban justicia inmanente.
Ahí lo tienen, más claro, ni el agua. Prevaricador y vascófobo.
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