Se acerca el Aberri Eguna y desde Naiz traemos a ustedes este texto en el que confluye esa celebración con la necesidad de hacer más estrecho el tejido que une a Euskal Herria con su diáspora y viceversa.
Adelante con la lectura:
Aberri Eguna, diáspora y Euskal Herria
Julieta Gaztañaga y Carlos Etchepare | Antropóloga y periodistaLa iniciativa de Euskal Herria Batera, en años anteriores, sirvió para dinamizar la visibilidad expresiva del canto popular y la reunión de los símbolos afectivos propios de una comunidad que se junta para garantizar una vida digna y unos derechos fundamentales, que promueve la igualdad, el cuidado y el respeto mutuo, que manifiesta una voluntad de país sostenible en un mundo que parece deshacerse.
En 2020 comenzó un capítulo especial del Aberri Eguna, quedando demostrado que en plena pandemia era posible un gesto de comunidad abierto y generoso. A pesar del confinamiento domiciliario, y la gravedad sanitaria, los balcones sirvieron para un abrazo colectivo.
El concepto de la palabra «batera», es de movimiento, ir hacia. Es una idea humilde pero poderosa, consciente de que se hace camino al andarlo.
Aberri Eguna es el núcleo de la pertenencia a una nación y de las formas en que tejemos la membresía electiva a una comunidad. Así lo vemos desde la diáspora. Esta comunidad no es un fósil jurídico, ni una definición normativa, ni un baúl de fotos de los y las abuelitas: es una experiencia vital, actual, que desborda los límites territoriales y administrativos preestablecidos, y satura la geopolítica de la imaginación. Personas diversas, difíciles, complicadas de reunir y, sin embargo, mancomunadas en un gesto efímero pero trascendental de re-conocernos como parte de algo mayor: Euskal Herria.
En 2021, sumamos adhesiones, los símbolos vivos fueron los insumos de una imaginación comunizada. Nos comprometimos a promover acciones que permitan acercarnos cada vez más, a la Euskal Herria que queremos, la cual incluye a la enorme octava provincia, la diáspora, tanto la institucionalizada como la desperdigada y desconectada, la visible de las euskal etxea y la que por diferentes razones no forman parte de aquellas. La labor ha sido titánica y artesanal en profundizar los contactos con esta diáspora heterogénea.
Una encuesta con cientos de respuestas fue el primer paso que nos alentó a profundizar la tarea unificadora. Muchísimas propuestas de simbolizar y materializar la comunidad del Aberri Eguna, unidas por la voluntad de integración a un objetivo común, llegaron de todo el mundo. Saludos de otras colectividades, guiños fraternos de solidaridad, emoción e infinitos gestos de humanidad y de paz.
El 2022 nos lleva a mirar el presente y a ser conscientes de que diseñar el futuro de un país requiere de diferentes sensibilidades y estilos de acción. El Aberri Eguna puede honrar su temporalidad abiertamente feliz, de celebrar el legado de millones de personas que eligen sentirse vascas y anhelan fortalecer los pasos comunes y colectivos de un pueblo saludable, solidario, humilde y vibrante. La disponedora se nutre del pasado para abrazar el futuro, y observa las huellas de antiguos movimientos con amorosa comprensión, no para teñirlos de nostalgia sino en una promesa esperanzadora. Especial será para nosotras el acto de Batera, el 16 víspera del Aberri Eguna, en Urruña en el mismo lugar donde se celebraron los primeros juegos florales impulsados por Antton Abadia en 1851. Juegos florales que supusieron un renacimiento cultural vasco. Acto para reconocer el valor de la aportación de la lengua y la cultura en el fortalecimiento integrador de la comunidad.
Tenemos la oportunidad de unir a la comunidad y representar juntas los retos de futuro que tenemos. Los Aberri Eguna especiales de 2020 y 2021 nos han demostrado que esto es factible.
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