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domingo, 5 de junio de 2016

Garbiñe y el Españolismo Convenenciero

Para Madrid los vascos no existen. Para los españoles, los que dicen ser vascos son en realidad personas con un fuerte complejo de inferioridad que les impide aceptar la grandeza de ser españoles.

Así que de vez en cuando se ven forzados a intervenir, por el bien, claro está, de esos probes españoles que por ignorancia no se reconocen a sí mismos como tales.

Tal es el caso de la tenista vasco-venezolana Garbiñe Muguruza, según nos informa Orain:


Garbiñe Muguruza, tenista venezolana de nacimiento, hija de la diáspora vasca, criada en Catalunya, con residencia en Suiza, y que compite bajo bandera española, acaba de ganar el Roland Garros, uno de los más prestigiosos torneos del mundo del tenis profesional.

La historia de la recientemente coronada campeona de Roland Garros comienza con un viaje, el de su padre, José Antonio Muguruza, cuando decidió dejar su Eibar natal y salir a buscar fortuna en las américas como ya lo hicieran muchos vascos anteriormente. Se estableció en Venezuela, conoció a Scarlett Blanco y de esa unión nacieron sus tres hijos: Igor, Asier y la más pequeña, Garbiñe. Propietario de una empresa de metales, el tenis entró en casa de la mano de sus propios retoños, ya que su verdadera afición ha sido la pelota vasca.

Los dos hermanos mayores de Garbiñe jugaban al tenis en Caracas, y gracias a ellos se enamoró de este deporte cuando solo tenía 2 años. Un año más tarde ya practicaba junto a sus dos hermanos, y con tan solo 6 años se enfrentaba a ellos en partidos, sin importar que ambos le sacaran 10 y 11 años de diferencia. Su camino al máximo nivel comienza con otro viaje, esta vez a Barcelona para que los tres hermanos pudieran formarse en una academia especializada en tenis.

A base de trabajo consiguió moldear su figura hasta convertirse en una verdadera fuerza de la naturaleza. Con 1,82 de altura y unos largos brazos, gracias a los cuales puede abarcar fácilmente toda pista, Garbiñe se convierte en una jugadora temible, que hace daño con su potente saque o a base de precisos derechazos.

A ese cuerpo privilegiado une su talento innato y su fuerte mentalidad, fruto de su adolescencia rodeada de duros entrenamientos y viajes a torneos. Tuvo que madurar rápidamente, consciente de que para llegar a los más alto debía sacrificar una pequeña parte de su infancia. Su entrenador Alejo Mancisidor ya destacaba esa fortaleza mental de su pupila.

Y llegó el día en el que tuvo que decidir bajo que bandera competía a nivel internacional. Debido a su residencia en Barcelona (Catalunya), la elección estaba entre su Venezuela natal, y España, su país de acogida. Una elección sólo entre dos banderas, puesto que ni Catalunya, su lugar de adopción, ni Euskadi, la tierra de su familia, pueden competir internacionalmente de manera oficial.

Garbiñe, tras una larga y polémica reflexión, finalmente, se decidió por España, país por el que no tiene ningún tipo de afinidad, tal y acreditan las declaraciones que realizó para el periódico El Mundo, que fruto de esa decisión, entrevistó a la tenista por aquel entonces :“Me identifico mucho con la gente de Venezuela, en gustos generales, en música, en la comida…De los vascos, con la mala hostia, quizás. Enemigos me voy a crear, tome la decisión que tome. Soy una ‘ciudadana del mundo”

Como ven, ni rastro de España. Sin embargo, España, quiere ahora capitalizar sus triunfos agarrándose a doble nacionalidad, y que la tenista juega, por conveniencia, bajo su bandera. Hasta el punto que desde el mismísimo Rajoy, hasta el ínclito Sergio Ramos, han felicitado a esta hija de la diáspora vasca por su reciente victoria en la cuna del tenis de tierra batida.

Hecho en sí que nos produce la más absoluta de las repugnancias. No en vano, desde España, incluido el propio Presidente del Gobierno en funciones, a los vascos emigrados a Venezuela se les ha llamado siempre terroristas huidos. Así, tal cual, sin mirarles la matrícula. Todos ellos lo eran. Sin embargo, a José Antonio Muguruza,  vasco de nacimiento, emigrado a Venezuela, y a Scarlet Blanco, hija de vascos de la diáspora venezolana, no se les llama etarras. Son los padres de nueva campeona española de Roland Garros.

Lo dicho, repugnante.

¡Zorionak Garbiñe!




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