Con respecto a la reciente visita del máximo representante del franquismo borbónico a la ciudad de Donostia, les compartimos esta editorial publicada en Naiz:
«Pax española» a las dos orillas del Urumea
La presencia del rey español en la inauguración de la muestra ‘Tratado de paz’, una de las piezas centrales de la Capitalidad Cultural Europea Donostia 2016, constituye una de las noticias más surrealistas de los últimos tiempos. La invitación a Felipe de Borbón no se entiende desde ninguno de los dos prismas posibles. Si con la centralidad dada a esta temática la capitalidad quería aportar en positivo al nuevo escenario abierto en este país precisamente desde el donostiarra palacio de Aiete, el protagonismo de Felipe VI no tiene sentido alguno; el jefe de los ejércitos españoles ni ha firmado la paz con nadie ni ha hecho la contribución más mínima a los esfuerzos de otros. Y si, por el contrario, se entiende que se trata únicamente de una muestra artística sin mayor pretensión política, el aterrizaje real puede ser más lógico, pero resulta difícil de asumir cómo cabe hablar de paz aquí y ahora abstrayendo lo que ha ocurrido en Euskal Herria en la última década.
En Donostia y en 2016, la paz no puede ser reducida a la categoría de mero motivo artístico ni tomada como pieza de museo. Hasta hace bien pocos años era un objetivo lejano, casi una quimera. Ahora es una posibilidad tangible, deseada por la inmensa mayoría de la ciudadanía vasca, pero por la que es necesario luchar mucho todavía dado que la violencia política pervive. Y esta violencia es perpetrada por las estructuras del Estado de Felipe VI, al mantener una política penitenciaria vengativa contra los presos y presas vascas y todo su entorno familiar.
Curiosamente, a la misma hora en que los reyes españoles inauguraban ‘Tratado de paz’, a apenas 200 metros en línea recta del Museo San Telmo –al otro lado del Urumea, en el Kursaal– expertos vascos, estatales e internacionales analizaban las posibilidades de la justicia restaurativa para solucionar conflictos. Es la fórmula que se está usando, por ejemplo, en Colombia con la implicación en positivo de sus estructuras de Estado. Al parecer, el rey español aprovechó su visita para recibir a los organizadores de este seminario. Quizás ahí sí aprendiera algo.
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