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jueves, 25 de febrero de 2016

Y Nos Echamos al Mar

Les compartimos esta entrevista publicada en Noticias de Gipuzkoa:

“La grasa de las ballenas era el Iberdrola de aquella época: se utilizaba para iluminar las casas y las empresas”

El historiador legazpiarra José Antonio Azpiazu presentará su libro ‘Y los vascos se echaron al mar’, hoy a las 19.00 horas en la casa de cultura de su localidad natal

Asier Zaldua y Ruben Plaza
¿Por qué decidió escribir un libro sobre los vascos y el mar?
-El título dice mucho del contenido del libro. El mar ha sido muy importante para los vascos. El estudio de la historia vasca no tiene sentido sin una aproximación al mar, pero los historiadores hemos hecho poco para dar a conocer la importancia del mar en la vida social, económica, política... de Euskal Herria. Tanto Tellechea Idigoras como Julio Caro Baroja dijeron que la historia de los vascos y el mar estaba por escribirse.

¿Y por qué se echaron los vascos al mar?

-En esta zona de Euskal Herria no tenían tierra adecuada para el grano y los cereales y echarse al mar fue una necesidad física. Tenían que obtener algo para cambiarlo por el grano y los cereales.

¿Cómo era la vida en el mar?

-A finales de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, era un mar tenebroso y peligroso. Un mar no controlado. Iban en cascarones y si hoy en día el mar hace lo que hace... En Terranova e Islandia la niebla y los icebergs eran un gran peligro. Además, el mar se helaba y había peligro de quedarse aprisionado. Pero los vascos se habían formado en el Golfo de Bizkaia, en un mar bravío, y una vez hechos a eso, podían hacerse a cualquier cosa. Además, tenían material para hacer barcos (hierro y bosques) y conocían la técnica.

La pesca de la ballena trajo una gran riqueza.

-La grasa de las ballenas era el Iberdrola de aquella época: se utilizaba para iluminar las casas y las empresas. También para iluminar los camarotes donde las mujeres trabajaban el lino. Este lino se llevaba a Lisboa, Sevilla, Francia... por mar.

En el siglo XX la riqueza la trajo el bacalao.

-Conozco a gente de Ataun y Oñati que fue a pescar bacalao. Dicen que la niebla infundía respeto. Salían a pescar en txalupas y tenían que volver al barco a ciegas. Los barcos hacían sonar unas sirenas para que los de las txalupas supieran a dónde tenían que ir. Si en Terranova la pesca era mala, iban a Groenlandia. Hacía tanto frío que caer al mar significaba morir.

Entre los marineros siempre ha habido una gran solidaridad.

-El lekeitiarra Donatio Arrinda encontró unos naúfragos que habían salido de Donostia y en vez de dejarlos en Lekeitio, los llevó a Donostia. Y su hijo Eustaquio Arrinda hizo 50 viajes a Terranova. En el libro hay historias que parecen de fantasía.

¿Está contento con la respuesta que está obteniendo el libro?

-Creo que está llegando a la gente. El libro es fácil de leer. Si percibo que a la gente no le va a interesar, dejo de escribir. El siguiente libro será sobre la presencia de los vascos en el mundo. Hay mil historias del País Vasco que aún no se han contado. Lo difícil es acertar con el tema y que haya documentación inédita.

¿La gente está interesada en la historia?

-Gran parte de la culpa del desinterés de la gente la tenemos los historiadores. Hay que hacer una labor divulgativa, no solo académica. La gente tiene interés. Del libro de los corsarios vascos, por ejemplo, se publicaron cuatro ediciones.

¿Qué relación tuvieron con el mar los legazpiarras?

-La historia de Legazpi no se entiende sin la exportación. El puerto de Bedua, en Zumaia, fue muy importante para todos los pueblos del valle del Urola. A través de ese puerto se exportaba el material que se sacaba en las minas. Todo el hierro que se necesitaba para hacer armas, barcos, construir... salía de los pueblos del interior y se exportaba por Bedua.

¿Hubo marineros legazpiarras?

-Uno de los Bikuña, por ejemplo, estuvo en Nápoles. En aquella época se viajaba en barco y los que viajaban en barco conocían ese mundo.

¿Cómo ve Legazpi?

-Soy miembro de la asociación Burdinola y cada vez que publico un libro paso por Legazpi. Nosotros conocimos el Legazpi en el que había un patrón: el conde. Levantó una gran industria y trajo inmigrantes. Mi abuelo trabajaba de herrero en Aramaio y firmó un contrato con Patricio Etxeberria en Udana. Ahora, las cosas han dado la vuelta y son los de Legazpi los que van a Debagoiena a trabajar. De todos modos, en ningún lado hay la seguridad que había antes. En el mar también han cambiado las cosas. Ahora en los barcos de Ondarroa solo trabajan senegaleses. Y el caserío, como centro productor, apenas existe. Nos hemos hecho un poco burgueses.
Gipuzkoando

Su txoko guipuzcoano favorito. Arantzazu y Urbia. Suelo ir a menudo.

Una fiesta o un evento cultural. Me quedo en Herri Eguna de Oñati, el pueblo donde vivo, y Santikutz Eguna de Legazpi, el pueblo donde nací.

Un paisaje idílico. Aloña y Aizkorri con nieve, tal y como los estoy viendo ahora mismo. Aizkorri es maravilloso, tanto desde Oñati como desde Zegama o Legazpi.

Un monte. Urbia y Aizkorri.

Una playa. La Concha.





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