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martes, 14 de abril de 2015

Los Nadies

Con motivo del adiós al maestro Eduardo Galeano, les compartimos este texto publicado en Resumen Latinoamericano:

 

Don Eduardo Galeano de nosotros los nadies

Ilka Oliva Corado

Siempre he estado segura que los seres extraordinarios se marchan  en días aciagos,  de cielos encapotados llorando cántaros de lluvia. Don  Eduardo Galeano se ha ido en un día así, hoy amaneció sollozando la niebla de la primavera estadounidense, despidiéndolo desde las primeras horas de la madrugada.

Nosotros los parias, los impronunciables, los de los lomos  partidos durante siglos de explotación, nosotros los iletrados, los jornaleros.  Nosotros obreros, campesinos y eternos proletarios nos hemos quedado huérfanos  con la partida de don Eduardo.

En un total desamparo, sumidos en la  densa oscuridad del desconsuelo, se fue el hombre que se atrevió a vernos a los  ojos, que se atrevió a darnos un nombre, a caminar con nosotros y a cargar sobre  sus hombros nuestra tribulación de clase social explotada por los  tiranos.

Se ha ido un intelectual que siempre se sintió un peón de  a pie y esa grandeza humana es la que lo hace inmortal, él transcendió los  linderos de las clases sociales y de los cartones de universidad.

A don  Eduardo lo lloran en estos momentos los intelectuales, los luchadores sociales,  los seres justos y consecuentes, lo llora el exclusivo mundo de las editoriales,  lo llora la poesía y la buena literatura.

Pero también lo lloramos los  invisibles, los calvarios anclados en los pies de los jornaleros, lo lloran las  manos de las niñas que piscan granos de café en las fincas ajenas, lo llora  el  vientre materno que lleva en sus entrañas el fruto de una violación, lo  llora el adolescente encarcelado por el único delito de ser de arrabal. Lo llora  la chusma de periferia, lo lloramos los indocumentados, nosotros los del  desarraigo.  Las putas, los homosexuales, los drogadictos, los fétidos  revolucionarios de todos los tiempos.

Nosotros los necesitados de su luz,  de su consecuencia y de su lealtad. De su pulso certero, de su palabra justa y  de su dignidad. Nosotros los de la piocha y el machete, los de  la mazorca  y el costal. Nosotros los apaleados, los engañados, los braceros, los que  vivimos en los basureros, los que no tenemos permitido soñar. Nosotros los  nadies.

Nosotros los de las  venas  rojas y fecundas, los del buen  lomo para cargar. Nosotros los del agobio, los de la servidumbre. Los apátridas,  los pestilentes a sencillez. La masa labradora, los agrestes y su caudal. Nos  hemos quedado sin  El Bastión, sin el ser que nos dignificó.

¿Cómo  llenar ese enorme vacío? ¿Cómo sobrevivir a tanta soledad? ¿Al infortunio a la  esterilidad?

En la quimera nos queda el paradigma de un ser inmortal, la  grata escuela, su fecundidad. Nos deja su semilla, su poesía y su libertad. Nos  deja las ilusiones para continuar, nos deja su prosperidad.

Nos deja el  elixir  de la locura, y la alegría de soñar. Nos deja la consecuencia  de  un ser cabal. Una vereda para continuar. Nos deja la flor de cordillera, el canto de las chicharras, la trova y la oda, nos deja a las musas  de los acantilados,  nos lo deja sin punto y final.

Nos deja la vena abierta para no presagiar. Nos deja la puerta abierta y su claridad. Nos deja el  amor profundo de la hermandad, el sentido de la solidaridad, nos deja en la  eterna lucha de la equidad.  Nos deja su sinceridad, su hermosura su fidelidad.

Se va y lo despedidos desde los cerros, las barriadas, las  grandes urbes, desde las maquilas, los campos de cultivos, desde las casitas de  adobe, desde la calle de tierra. Desde los salones de universidad.

Buen viaje maestro se le va  a extrañar.





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