Ahora que los trogloditas del grupo de choque Asociación Justicia y Dignidad respaldados por el partiducho politiquero de Rosa Díez, andan inventándose genocidios, sería bueno hacerles llegar esta otra joya en la corona española.
Para continuar en el asunto de la historia reciente (se no había olvidado por ejemplo el apoyo que Madrid prestó a la maquinaria genocida nazi durante la Segunda Guerra Mundial), además de la complicidad de la cúpula política española a su contraparte marroquí, resulta que según nos recuerda este reportaje de nuestro amigo Danilo Albin dado a conocer en la página de Público, la dictadura española a través de sus medios de comunicación también anduvo de la mano (ensangrentada) de la más reciente dictadura argentina.
Lean por favor:
Medios españoles hicieron negocios con la dictadura de Videla
Según consta en varios archivos, La Vanguardia, El Faro de Vigo, la revista Hola y TVE –entre otros- se ofrecieron para enseñar la “imagen real” de Argentina y el lado “humano” del dictador
Danilo Albin
A fuerza de tirar gente viva al mar, robar niños o consentir violaciones a mujeres, el dictador argentino Jorge Rafael Videla se ganó un lugar entre los seres más atroces del siglo XX. Su verdadero rostro fue destapado en los mismísimos años 70 gracias a las denuncias formuladas por algunos sobrevivientes del horror, asistidos por organismos de derechos humanos de varias partes del mundo. A pesar de todo ello, hubo medios de prensa españoles que se ofrecieron para lograr algo que parecía imposible: mostrar el lado humano del genocida.
Conscientes de que la dictadura argentina necesitaba contrarrestar las graves denuncias que se formulaban en su contra, varios medios de comunicación de este país aprovecharon la situación para proponer campañas publicitarias a la Argentina de los vuelos de la muerte. Según consta en varios documentos a los que ha tenido acceso Público, los representantes de los principales periódicos españoles mantuvieron una estrecha relación con la embajada de Videla en Madrid, lo que se tradujo en innumerables comidas, cenas y agasajos en los restaurantes más caros de la capital española.
Los archivos demuestran que entre marzo y mayo de 1977 –un período marcado por la represión salvaje en Argentina-, los diplomáticos de la Junta Militar mantuvieron tres comidas de trabajo con directivos de RTVE, siempre pagadas por la embajada. Entre los comensales también figuran los responsables de ABC, quienes el 16 de agosto de 1977 mantuvieron una amable velada en el restaurante Alassio con los delegados de la dictadura. Según consta en otro informe reservado de la misión diplomática, ABC era considerado por la Junta Militar como un medio “objetivo”. “Algunos editoriales, especialmente con motivo de los cuatro años del actual gobierno, han sido muy positivos”, valoraba en un documento.
No en vano, el por entonces subdirector de ABC, Miguel Torres, estuvo entre los medios invitados por la embajada a un encuentro con directores de periódicos, celebrado el 14 de octubre de 1977 en la residencia diplomática. En un telegrama enviado a sus jefes en Buenos Aires, el embajador Leandro Enrique Anaya se jactaba de haber compartido mesa con “la casi totalidad de los medios informativos locales e internacionales acreditados en Madrid, así como también autoridades pertenecientes a organismos oficiales e instituciones de prensa”.
Según este documento, entre ellos estaban –además de Torres- “el director de Ya, Alejandro Fernández Pombo; José Ramón Alonso, director de Pueblo; Carmelo Martínez González, director de Marca; Francisco Muró de Iscar, subdirector de Arriba; Fernando Casares, director adjunto de El País; Félix Pacho Reyero, subdirector de Informaciones; y Félix Maristlay, subdirector de El Alcázar”. También se encontraban algunos responsables de agencias de noticias, como “John F. Wheeler, director de Associated Press; Gonzalo Velasco, director de Cifra; Jesús Frías Alonso, jefe de Europa Press; Antonio González Hernández, director adjunto de Logos; Donato León Tierno, director de Pyresa; Ernesto Mendoza, director de Reuters; Francisco Pelou, director de France Press; Tony Navarro, redactor jefe de Ansa; Ralph Forte, decano de los corresponsales extranjeros y corresponsal del Herald Tribune”.
La lista de invitados se completaba con Eudoro Cadena Castro, presidente de la Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericana, y José Manuel González Torga, adjunto para las relaciones con los medios informativos de RTVE. Por parte de la embajada estaban presentes los consejeros Juan B. Vilarullo y Carlos S. Vailati -consejero económico y comercial-; los secretarios Alberto Moroni, Juan Carlos Uriburu y Florencio Crespo; y Carlos Estrella –de quien no se especificaba su cargo-. Cuando llegaron a los postres, el “Proceso de Reorganización Nacional” –eufemismo empleado por los militares para autodefinir al régimen- ya había acabado con la vida de 21 periodistas argentinos. Otros 30 compañeros de profesión se encontraban desaparecidos, algo que por entonces era sinónimo de muerte.
Ofertas publicitarias
Algunas semanas después de agasajar a los responsables de los principales medios nacionales, el embajador Anaya recibía al director de Expansión comercial de La Vanguardia, Juan Robles Bonilla, quien traía una propuesta muy especial: el diario catalán ofrecía dedicar un “trabajo monográfico” sobre Argentina. Las tarifas de publicidad para ese número especial, que constaría de 32 páginas “a todo color y en huecograbado”, oscilaban entre las 83 mil pesetas para media página en blanco y negro y hasta los 205 mil para una página a todo color.
Tras aquel encuentro, el director comercial de La Vanguardia envió una carta al embajador argentino para agradecerle su “amable acogida” y recordarle que debía facilitarle contactos con “organismos oficiales y privados” que pudiesen insertar publicidad en su periódico. “Estamos convencidos que los organismos estatales argentinos tienen una oportunidad excepcional con nuestro monográfico para ofrecer la imagen real y futura de Argentina”, subrayaba Robles.
Esta sabrosa oferta fue inmediatamente notificada por el embajador al ministerio de Exteriores argentino. “La propuesta de referencia -sostenía el diplomático- redundará en beneficio del objetivo perseguido por nuestro país en materia de prensa y difusión en el exterior”. Cabe destacar que en las hemerotecas consultadas por este periódico no figura tal número monográfico sobre Argentina –que se publicaría como suplemento aparte-. Lo más parecido es un artículo de La Vanguardia sobre el buen comer de los argentinos, a raíz de una feria sobre alimentación que se celebraba en esas fechas.
Estas informaciones no pasaban desapercibidas en la embajada argentina, que diariamente realizaba un minucioso seguimiento de los artículos que se publicaban en este país. En la “Memoria Anual de Prensa” de 1977, la delegación advertía que las relaciones con los medios españoles habían experimentado una notoria mejoría en relación al año anterior. De acuerdo a los relevamientos efectuados por los funcionarios del régimen, “el caudal de noticias consideradas separadamente como neutrales y positivas alcanzó casi el 70%”. “Cabe destacar que el resto de las informaciones periodísticas –abiertamente negativas- hay que atribuirlas a los órganos radicalizados de la extrema izquierda, entre los que se cuentan la actuación –además- de elementos argentinos influyentes”, sostenía.
En cualquier caso, La Vanguardia no sería el único medio español que ayudaría a mejorar la imagen de la dictadura. El ya desaparecido diario Informaciones –de marcado carácter conservador- propuso en octubre de 1978 la elaboración de un especial sobre Argentina que permitiría “reflejar una semblanza general” de la dictadura, así como sus “características más salientes de su realidad actual”. “La posibilidad presentada permitiría, ante un amplio sector de la opinión pública, ofrecer una imagen amplia, veraz y positiva de la Argentina actual”, destacaba la embajada en un informe.
Otro de los medios que concretó acuerdos publicitarios con el régimen militar fue la revista Gaceta Ilustrada, perteneciente –al igual que La Vanguardia- a los Condes de Godó. En este caso, el grupo empresarial ofrecía “una serie de reportajes sobre la realidad Argentina”. “La posición de dicha revista, si bien puede considerarse en algunos aspectos crítica con respecto al país, no es hostil. Además, colaboran en ella periodistas españoles afectos a la Argentina, como Jaime Campmany, Julián Marías, Alberto Míguez, etc.”, explicaba la representación diplomática. También analizaba el perfil del responsable de este medio, el periodista Ángel Gómez Escorial. “De acuerdo a la información recogida en fuentes periodísticas, la posición política del director de Gaceta Ilustrada es de centro-izquierda, aunque profesionalmente su tarea puede considerarse como objetiva. Su actitud con relación al gobierno argentino es –según sus propias expresiones- de ‘un lógico respeto’”, precisaba.
El “perfil humano” de Videla
La oferta de Gaceta Ilustrada se produjo en agosto de 1980, poco después de que agentes de Videla asesinaran en Madrid a Noemí Gianotti de Molfino, una madre de desaparecidos. El sumario judicial sobre este crimen –que por entonces levantó un importante revuelo mediático- se cerraría el 20 de noviembre de ese mismo año. Diez días después, el entonces director de la agencia Contifoto, Manuel Salvador Uría García, se puso en campaña para tratar de conseguir una entrevista especial con Videla para la revista “Hola”, en la que se destacaría el “perfil humano” del salvaje dictador.
La solicitud iba acompañada por un guión del futuro reportaje. Según este documento, “Hola” preguntaría a Videla sobre sus “costumbres familiares, aficiones, deportes y platos preferidos”. También querían conocer su opinión sobre el “significado de las fiestas navideñas”, la “importancia de la familia” y la “educación de los hijos en el seno familiar”, además de plantearle algunas preguntas para nada comprometidas. “¿Considera que se está produciendo en el mundo una crisis dentro de los valores éticos y morales?”, era una de las interrogantes que formularía la revista.
Por entonces, la televisión pública española también estaba dispuesta a mejorar la imagen de Videla. El 17 de junio de 1981, TVE se dirigía a la embajada para informarle sobre una “nueva serie de películas de una hora de duración cuyo título genérico es ‘Por Dentro’”. Tras aclarar que “cada película intentaría reflejar la personalidad no solamente política sino humana de figuras de gran talla internacional”, la cadena mostraba su interés en entrevistar a Videla. También querían contar con la ex presidenta María Estela Martínez de Perón, derrocada por los militares en marzo de 1976.
“No se trata en absoluto de una película cuyo objetivo sea otro que el de reflejar la actual vida y situación de los personajes elegidos. Para ello, necesitaríamos seguirles durante dos días en sus ocupaciones cotidianas y dar así al conocimiento del gran público aspectos distintos y menos conocidos de su personalidad. El reportaje incluiría además una larga entrevista”, señalaba la nota de TVE. Al parecer, la propuesta fue desechada: “Contestar imposibilidad”, anotó a mano un funcionario de la embajada al final de la carta.
Propuestas gallegas
Del mismo modo, entre 1981 y 1982 los periódicos El Ideal Gallego y El Faro de Vigo pusieron sus páginas a disposición de la dictadura. Ambos proponían la publicación de números monográficos que ensalzasen distintas facetas de la vida del país, siempre a cambio de publicidad. En el caso de El Faro de Vigo, dos representantes del periódico llegaron a entrevistarse con el cónsul argentino en Vigo, Óscar Sanguinetti, a quien mostraron su interés en publicar “una crónica o suplemento sobre diferentes aspectos de la Argentina”, un país en el que existía una numerosísima colonia gallega. De hecho, varias personas oriundas de Galicia fueron asesinadas por el régimen militar.
A pesar de esa situación, los responsables de “El Faro de Vigo” estaban más preocupados por conseguir anuncios publicitarios de la dictadura.“Dichos representantes han solicitado la colaboración de este Consulado General interesándose por obtener material de consulta, así como también nómina de firmas argentinas o españolas, vinculadas con el quehacer nacional entre ambos países”, explicaba el cónsul. El publirreportaje de una página costaba 136.500 pesetas, aunque también había opciones más económicas. Si el anuncio iba en color, la tarifa tendría un recargo de un 30%. La dictadura, en cambio, seguía matando en blanco y negro.
Así que Rosa Díez y Daniel Portero, un gran favor, dejen al pueblo vasco en paz, ya mucho ha sufrido verbigracia a su cercanía geográfica con uno de los estados más violentos en la historia de la humanidad.
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