Aún cuando no concuerdo con la tesis que dice que las dos preguntas de Ibarretxe van a contribuir a la paz pues esta depende de la renuncia a la violencia por parte de Madrid, cosa que no está a punto de suceder, les presento este escrito aparecido en Deia pues cuenta con puntos clave.
Aquí está:
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Zapatero, un nacionalista intransigente
Endika Zapirain
Como he venido señalando en diversas ocasiones, la expresión nacionalistas y no nacionalistas, que se emplea con frecuencia, no tiene sentido en Euskadi-Euskal Herria, al menos, en la forma que se hace. No es correcto asignar a las y los vascos que defienden los derechos irrenunciables del pueblo/sociedad/ciudadanía vasca, a decidir su futuro libre y democráticamente, sin limitación alguna, como nacionalistas, y a los que se oponen a ello, como no nacionalistas. Este esquema supone una falacia monumental. Los que defienden los derechos a los que me refiero, son personas conscientes de los derechos humanos y valores democráticos; están ubicados en esta tierra y quieren, sencillamente, decidir sobre su futuro personal y colectivo del País. Esto no implica, en modo alguno, que tengan que ser, necesariamente, nacionalistas vascos a la usanza o valoración tradicional. Son, simplemente, vascos y vascas que no sólo desean seguir siéndolo, sino que además quieren que su tierra tenga hechura de Nación, como cualquier otra, con todas las consecuencias inherentes. Y esto, no por un simple prurito, sino para el desarrollo más efectivo y real de todas las potencialidades de este País, sin interferencias, ni condicionamientos innecesarios, de otros. Con lo cual, tenemos la intuición y la certeza, que se superaría la violencia afecta a la situación actual; aumentaría la certidumbre y la seguridad institucional, empresarial, sindical y de toda índole y, finalmente, en última instancia, el bienestar general de la ciudadanía.
Entonces, ¿dónde esta la cuestión? Evidente, en los otros, en los que se autodenominan no nacionalistas cuyo exponente más claro es el propio presidente del Gobierno español y secretario general del PSOE, Rodríguez Zapatero. Éste sí es un nacionalista español radical y, además, intransigente. Obsérvese lo que dice y cómo lo dice. En cuanto surge alguna controversia en relación con Estatutos de Autonomía o, no digamos, de Euskadi, salta con su idea de España, con la unidad en la diversidad, o sea, una grande, en la diversidad. Pero, claro, esto no es nada nuevo. Ahí está la Constitución del 1978 donde se establece las nacionalidades y regiones de España. Luego viene el Estatuto de Gernika (1979), en el cual se denomina, en su artículo primero, a la CAV como "el Pueblo Vasco o Euskal-Herria, como expresión de su nacionalidad… se denominará Euskadi o País Vasco…". Pero antes de todo esto, ya en el franquismo, se trataba de los hombres y las tierras de España (una expresión machaconamente divulgada por los medios de comunicación de la época, controlados e inspirados por el régimen) lo que implicaba el reconocimiento tácito, de las diferencias entre las diversas tierras, aunque, todas unidas en una, grande, libre.
De manera que Zapatero no añade nada nuevo. Al contrario, no ha hecho nada en cuatro años de mandato, para cumplir con su obligación de propiciar e impulsar las transferencias pendientes -37- del Estatuto de Gernika. Habla mucho de consensos amplios aquí, para respaldarlos luego allí… pero una y otra vez, se convierte en palabras vacías de contenido. No cumple la palabra; no tiene consistencia intelectual. Múltiples ejemplos: Estatuto de Gernika, acuerdo en Nafarroa, blindar el Concierto Económico, consensos en Catalunya sobre el Estatuto, etc. Finalmente, el cepillado sistemático o, simplemente, NO, en Madrid. La gravedad de la actitud, del presidente del Gobierno español y secretario general del PSOE, es que se extiende, como una mancha, a sus colaboradores más cercanos de Gobierno, de partido y afines y/o asimilados de aquí y de allí. La intransigencia e inconsistencia intelectual se pone de manifiesto en su falta absoluta de argumentos dialécticos para rechazar la propuesta del Lehendakari Ibarretxe en nombre del Gobierno vasco. Se limita al insulto y descalificación: aventura, viaje a ninguna parte, etc. esto es un insulto a la inteligencia y al respeto que se deben a las personas y a los proyectos que elaboran las instituciones vascas. Una vez más confunden la legalidad con la democracia. Si la legalidad vigente, incluida la Constitución, no permite que el Gobierno y/o Parlamento vascos puedan realizar una consulta a la ciudadanía en su ámbito de actuación, es obvio, no son democráticas. ¿Cómo va a ser democrático que una institución, de las características señaladas, no pueda consultar a la ciudadanía? Pero esto, a Zapatero y a sus seguidores no les importa. Lo importante, para ellos, es impedir, a toda costa, que la ciudadanía se manifieste directamente, sobre las cuestiones planteadas.
Conviene recordar, que Zapatero se aferra a la Constitución de 1978 que fue elaborada por franquistas y aspirantes a demócratas -con un PSOE, blando, conformista y complaciente en todo el proceso, como han apuntado diversos autores-. Eran aspirantes a demócratas porque no la habían practicado; hoy todavía, tienen serias deficiencias en su aplicación. La Constitución, como consecuencia de su origen, no es de extrañar, que tenga muchas deficiencias, tanto en el contenido de carácter democrático, como en su estructura, ordenamiento y funcionalidad. Por eso, lo lógico hubiera sido, sería, que Zapatero asumiese su responsabilidad para propiciar más democracia, colaborando con el Gobierno vasco y el lehendakari; facilitando a la ciudadanía vasca su participación directa en una consulta, tan importante para la paz y la normalización política.
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