Con una dejadez intelectual que le retrata preguntaba Guillermo Almeyra acerca los posibles beneficios que le pueda llegar a traer a los indígenas mexicanos involucrarse en conflictos de ámbito internacional como lo es el proceso de paz en Euskal Herria.
Pues nada, resulta que ahí mismo, en La Jornada, pero en la sección de El Correo Ilustrado, le responden, aunque la misiva no esté dirigida a él.
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Una oportunidad a la palabra: decir no a la guerra
Nuria Fernández | Red de la Sociedad Civil
Señora directora: El mundo que conocemos se sume cada vez más en una serie de guerras que se escalan unas a otras. El probable ataque a Irak es sólo la siguiente fase.
Las grandes confrontaciones redimensionan conflictos que llevan décadas y los hacen más graves y peligrosos. Podría parecer que no queda más lógica que la de la guerra, y que al terror sólo puede oponerse la violencia similar del signo contrario.
Cada vez más para el movimiento global tratar de parar la guerra será tan o más importante que rechazar un sistema económico, que no es más que otra cara de lo mismo, por eso se trata de un "neoliberalismo de guerra", como dijera Pablo González Casanova.
La multitud de un millón que marchó en Florencia fue un signo que muestra la enorme potencia que puede tomar este movimiento global contra la guerra. En la última década del siglo pasado y en los inicios de éste, en México, los zapatistas, acompañados por la sociedad civil, han intentado de manera original frenar la guerra.
Los comunicados del EZLN, firmados por Marcos, muestran cómo pueden estas formas nuevas de decir no a la guerra y a la muerte ser útiles en otros lugares del planeta. En una situación tan empantanada y difícil como la del País Vasco, aparece el aire fresco de la posibilidad del esfuerzo civil. Así como los pacifistas europeos hicieron un "campamento civil" en el cuartel de Arafat en Ramallah, veremos en los próximos meses como caravanas, campamentos y cinturones de paz acompañan grandes encuentros por el diálogo y fiestas de la palabra.
Iremos comprendiendo que tan nuestro es Roberto Barrios, como Johannesburgo, Jerusalén y Medellín, porque lo que suceda en todos esos lugares nos afecta directamente.
Una vez más los zapatistas abren caminos en momentos en que el futuro está en juego.
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