En este escrito Marcos Roitman nos hace el favor de poner la figura de Aznar dentro de su contexto correcto, un hombrecito lleno de odio y soberbia dispuesto a dañar lo que sea con tal de imponer su razón.
Aquí lo tienen:
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Marcos Roitman Rosenmann
Antes y después del Prestige
Una de las catástrofes ecológicas y por tanto humanas más importantes en la historia mundial acontece frente a las costas de Galicia. La ciudadanía en pleno sale a la calle, se organiza, busca paliar los efectos inmediatos: limpiar las costas, retirar el petróleo, salvar las cosechas de marisco, poner barreras para evitar la expansión de la mancha. A medida que los días trascurren la proporción del desastre se multiplica geométricamente. Un grito de impotencia señala la zozobra de un pueblo, el gallego. Por lo pronto, la solidaridad de todos los pueblos de España. Miles de voluntarios acuden a las playas de Galicia para prestar su trabajo desinteresado. Los pescadores y sus cofradías se unen para trabajar sin fisuras en la recogida "artesanal" del petróleo, medida de impotencia ante la falta de coordinación de las autoridades políticas. Lágrimas de espanto van cubriendo las calles de Santiago de Compostela en una manifestación multitudinaria en la que se grita: "nunca más", una exclamación en la que sobresale la indignación ante la falta de respuesta planificada, de desidia, cuando no de incredulidad por la forma de actuar de las autoridades políticas con mayor responsabilidad.
Pareciera ser que la valoración del gobierno autonómico y del central fue menospreciar el calado del problema. En una actitud displicente resolvieron optar por el criterio de esperar el desarrollo de los acontecimientos, invocando la divina providencia para que el nudo gordiano se desliase por acto de magia. Así, el presidente de Xunta de Galicia, Manuel Fraga, decidió conscientemente irse de caza mayor con empresarios y amigos del pasado. El vicepresidente y ministro de Fomento, responsable directo, Francisco Alvarez Cascos, prefirió ir a esquiar ese mismo fin de semana. El presidente de gobierno, José María Aznar, hombre necio, escaso de razón, no consideró oportuno, tras las noticias de que Dios actuaría en su favor, modificar su agenda de invitaciones para cenar, desayunar y comer con sus iguales de la internacional liberal de centro europea. A dos semanas del acontecimiento, sigue invisible. Contento por el triunfo del Real Madrid en Japón, no tiene mayores actividades de gobierno en su programa que la entrega de un premio y 12 mil euros al ex presidente de México Ernesto Zedillo por ser artífice de la transición en su país (sin comentarios).
Por otro lado, la casa real decide que el rey se presente, sobrevuele la zona afectada y hable con los voluntarios. Tras esta visita de cortesía, un llamamiento para "arrimar el hombro". Llevaban una semana haciéndolo, no hacía falta reincidir en ello. Palabras de aliento y una repetitiva imagen del rey hablando con quienes no esperaron dos semanas para actuar, prefieren seguir trabajando. Traen sus equipos, guantes, botas, rastrillos y mascarillas, su intuición les hace prever la carencia de herramientas para emprender su trabajo. A destiempo se va dotando a los voluntarios de equipos. Su impotencia se transforma en protesta. Se generalizan las críticas por la lentitud con que se está abordando la limpieza de las playas. La toxicidad se huele en el entorno. Ya no hay vuelta atrás. Las costas de Cantabria, Asturias y el País Vasco comienzan a sufrir las consecuencias. Más llamados de solidaridad y más respuesta de los ciudadanos. El día 6 de diciembre, Día de la Constitución, mientras la elite política celebra su promulgación con el ritual acostumbrado, miles de personas emprenden viaje en dirección a Galicia con el fin de sudar solidaridad con el pueblo gallego, recogiendo el petróleo que las tripas del Prestige tuvieron a bien trasportar a sus litorales.
Todo parece indicar que se está imponiendo una dirección para enfocar el desastre. Este es producto del azar. Una serie de hechos inconexos terminaron por desencadenar el demonio y las fuerza del mal. El efecto mariposa al servicio del poder. La teoría de las catástrofes es el principio de explicación propuesto por quienes administran la "crisis". Con ello se quieren ocultar las causas reales. El desastre es natural. Cual un terremoto o un tifón, el vertido del combustible es una lamentable acción de la naturaleza. Para el gobierno de España, la marea negra es consecuencia de un conjunto desafortunado de concatenaciones y desgracias imprevisibles cuyo resultado es una tragedia humana y ecológica. Así, por ejemplo, el barco no reunía las condiciones para el transporte, su antigüedad lo hacía peligroso, las mareas y el viento afectaban su derrotero, la tripulación era inexperta, el capitán tomó decisiones erróneas. En fin, argumentos que van construyendo una propuesta de análisis en la que el principal culpable de lo acontecido será curiosamente el menos indicado, el capitán del petrolero. Por ello hay que encarcelar y pedir explicaciones al susodicho. Detener al mensajero es más fácil que cuestionar todo el entramado que se oculta en el transporte de combustible. ¿Quiénes son los verdaderos responsables?
En una lógica en la que prima la economía de mercado y la preminencia del capital privado es indiscutible: son los empresarios y sus ansias de enriquecimiento fácil los causantes de estas tragedias humano-ecológicas, por ello sus principales responsables. Su pensamiento es siempre a corto plazo. ¿Qué necesidad de invertir en un barco más seguro si con el que poseo gano más? ¿Qué obligación hay de respetar los mares y océanos si ello no reporta beneficio alguno? Los siguientes en la escala son los gobiernos, sean socialdemócratas, liberales, conservadores, tercera, cuarta o quinta vía. Ninguno cuestiona la ideología política que mueve al empresario a realizar sus negocios. Defensores del principio de gestión del capital privado, cuando ocurre un acontecimiento como el del Prestige, de igual magnitud que los sucesos de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, vuelven la espalda y culpan a las víctimas. Los gobiernos anuentes, encubren y patrocinan estos barcos del terror, así como otros medios de transporte de mercancías peligrosas por tierra o aire. ¿Cuántos camiones cisterna circulan diariamente por las carreteras del mundo llenos de productos tóxicos y radiactivos sin la menor seguridad? La irresponsabilidad del empresario capitalista con su entorno ambiental no tiene límites. No es extraño que el gobierno de España prefiera argumentos vacuos para explicar el origen del problema. Hay que salvar a los empresarios, los bancos, las compañías de seguros, los hacedores del mercado. En definitiva, a los verdaderos responsables y sus cómplices políticos. Ellos no irán a la cárcel ni serán perseguidos. Salvaguardan sus ropas y se retiran del escenario. Pasado mañana seguirán contaminando y destruyendo el planeta guiados por el fin de lucro. Por cierto, según el diccionario de la Real Academia Española, falto de razón y necio, es imbécil.
Y a ese José María Aznar es al que han defendido tan gallardamente los intelectuales orgánicos mexicanos Carlos Monsiváis y Adolfo Sánchez Rebolledo.
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