Vaya, resulta que Carlos Monsiváis no es el único apologista del régimen fascista español, lean este texto publicado en La Jornada en el que otro intelectual orgánico se rasga las vestiduras por la forma en la que el Subcomandante Marcos retrata a Juan Carlos Borbón y Franco, José María Aznar pero principalmente, a Baltasar Garzón que incómodo, ya ha respondido muy a su manera.
Lean ustedes:
Adolfo Sánchez Rebolledo
El juez y la intolerancia
Comparto plenamente el texto de Carlos Monsiváis sobre los recientes comunicados del subcomandante Marcos. Finalmente, más allá de la frivolidad y los excesos verbales, de la trivialización con que en ellos se descalifica a partidos y personajes, está la contradicción entre un discurso éticamente justo, la causa de los pueblos indios, y la exaltación de los peores reflejos de la izquierda más intolerante.
Marcos puede pensar y decir lo que quiera del rey y de los políticos españoles, de los partidos mexicanos y demás, pero resulta incomprensible que la crítica se reduzca a una moralina visceral sin más argumentos que la descalificación y el insulto, como los que emplea para referirse a la actuación del juez Baltasar Garzón en el caso Pinochet.
Dice Marcos: "Sí, el clown Garzón ha declarado ilegal la lucha política del País Vasco. Después de hacer el ridículo con ese cuento engañabobos de agarrar a Pinochet (que lo único que hizo es darle vacaciones con los gastos pagados) demuestra su verdadera vocación fascista al negarle al pueblo vasco el derecho de luchar políticamente por una causa que es legítima."
Marcos contradice la opinión de mucha gente de buena fe que en todo el mundo saludó con alivio el desmoronamiento de la impunidad de los dictadorzuelos latinoamericanos, comenzando por los familiares de los desaparecidos chilenos que acompañaron en Londres las gestiones de Garzón.
El juez es un hombre controvertido y criticado, pero hasta hoy nadie que no fuera de la derecha lo había definido como el clown Garzón, en una típica concesión a la galería más irresponsable.
Por ejemplo, Manuel Vázquez Montalbán, a quien Marcos conoce bien porque es autor de un interesante libro sobre el zapatismo, a la pregunta de quién es Garzón responde en La Jornada: "¿Un iluminado? ¿Un ambicioso con ganas de hacerse famoso? ¿Un instrumento en manos de la izquierda revanchista? Por lo que sé y por lo que le conozco puedo deducir que se trata simplemente de un juez convencido de que las leyes pueden servir para la profundización de la democracia y que ahora se trata de ejemplarizar para que los genocidios autorizados por la guerra fría formen parte también de la Historia universal de la infamia, por utilizar un título de Borges. Oponerse a las actuaciones de Garzón utilizando el leguleyismo no es otra cosa que la apología indirecta del genocidio y de los genocidas".
Ni siquiera los dirigentes de Batasuna -que fueron los primeros en definir a Garzón como "fascista", sin por ello denunciar los tiros en la nuca que la ETA reserva para su adversarios- se atrevieron a decir públicamente en su momento que el caso Pinochet era un "cuento". Con precauciones y "desenmascaramientos" previos, Mikel Korta escribió: "queremos dejar claro que (...) damos la bienvenida a las actuaciones de Garzón en la medida en que puedan contribuir a que al menos la lucha por el restablecimiento de la verdad y la justicia no desaparezca de la agenda internacional". Claro, eso fue antes de la proscripción de Batasuna.
Y de eso se trata. El subcomandante Marcos eligió la vía fácil de la descalificación de Garzón para expresar su solidaridad con la "lucha política del pueblo vasco", es decir, con la organización ilegalizada por su presunta dependencia de ETA.
No estoy en condiciones de juzgar las argumentaciones jurídicas del juez Garzón, pero en principio no creo que la proscripción de los partidos políticos sea la mejor fórmula para aislar y combatir el terrorismo de ETA. Sin embargo, me parece que si un partido político legal defiende ideas legítimas, lo menos que habría de exigírsele, aquí o en Euzkadi, es que manifieste su repudio a los métodos empleados por ETA para alcanzar "los mismos objetivos". Vaya: que repruebe -insisto- el tiro en la nuca como fórmula legítima de lucha armada. Es lo mínimo que Marcos podría pedirles a los representantes políticos del independentismo vasco.
PD. La Feria Internacional del Libro no puede darse el lujo de prohibir a ningún editor el derecho a exponer y presentar sus publicaciones con absoluta libertad. Los bárbaros que interrumpieron la mesa redonda convocada por la revista Letras Libres le hicieron a Cuba y a la feria misma el peor de los servicios.
Otro juntaletras al servicio de Aznar, Fox, Borbón y Garzón, 'tan buenos los cañonazos de euros. Aunque es bueno aceptar que este conoce un poco más de democracia y de derechos políticos que el propio Monsi.
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