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martes, 12 de octubre de 2021

Entrevista a Mikel Epalza

El estado francés está en ascuas desde que se diera a conocer la magnitud alcanzada por los casos de abuso sexual infantil en el seno de la iglesia católica.

Iparralde no ha sido la excepción, desafortunadamente.

Desde Gara traemos a ustedes esta entrevista que aborda el tema:


«No nos basta pedir perdón, ¿de dónde vienen las disfunciones?»

Mikel Epalza | Sacerdote, tras el informe sobre abusos sexuales masivos | Según el informe realizado por la Comisión Independiente sobre Abuso de la Iglesia (Ciase), entre 1950 y 2020, se produjeron 330.000 abusos a menores en el seno de la Iglesia católica francesa. En la diócesis de Baiona hay al menos 25 víctimas. En entrevista a Kazeta.eus, el sacerdote Mikel Epalza analiza las conclusiones de esta investigación y aboga por ir más allá.

Iurre Bidegain

¿Qué opinión le merece el trabajo realizado por Ciase?

Creo que han realizado un gran trabajo. Merecía la pena escuchar a quienes han sido abusados, su testimonio es valioso. Muchos han sufrido en silencio, y guardar en su interior el dolor no es bueno. Se ha puesto sobre la mesa lo ocurrido, sin ocultar lo más crudo.

¿Qué le parecen las conclusiones del informe? ¿Le han sorprendido?

Son cifras altas, pero no me han sorprendido. Sabemos que las violaciones no se han dado solo en la Iglesia, también en el ámbito deportivo o el familiar.

¿La Iglesia era consciente de tales hechos?

Conocíamos algunos casos de curas implicados. El informe evidencia que no eran solo unos pocos casos, y esa masificación trae consigo una pregunta.

¿Cuál es?

¿Cómo hemos dejado que ocurra? ¿Por qué el silencio? ¿Por qué no hemos ido a defender a esos niños, a denunciar las violaciones? Por parte de la institución hacemos autocrítica, pedimos perdón... pero deberíamos ir más allá. ¿De dónde surgen estas disfunciones?

También tenemos que tener en cuenta la formación. ¿Por qué se asocia siempre sexo y prohibición? Sientes que hay una pequeña presión, y cuando revienta... de ahí surgen grandes desastres como este. Estas monstruosidades, porque hay que ser un monstruo para violar a un niño. Cuando tienes cáncer, tomas una pastilla para disminuir el dolor, pero tienes que ir más lejos. En este caso hay una enfermedad grave en la sociedad, no solo en la Iglesia. La Iglesia ha hecho su trabajo de limpieza, al menos ha limpiado las cosas que están sobre la mesa... ahora hay que ver lo que está debajo de la mesa. 

¿Cómo se puede reparar el sufrimiento de las víctimas? Si es que se puede...

Conozco a algunas víctimas y no han dicho nunca nada, guardan el secreto. Ahora tienen que hablar más víctimas, son muchas las que han guardado silencio, que han sido violadas por un tío, un hermano o un padre. Hay que ayudar a que esos sufrimientos salgan a la luz. Creo que hay que seguir trabajando en ello. Se han escrito libros, pero quedan muchas páginas por escribir. Hay muchos testimonios que escuchar, no hay duda.

Por otro lado, no sé cómo se puede reparar. Corresponde a las víctimas decir qué quieren. Si quieren que se respete el silencio o si conocen a los agresores, que den los nombres y que sean apartados de la sociedad.

En su opinión, ¿lo ocurrido tiene efecto sobre los fieles? ¿Les provocará miedo o desconfianza?

¿En relación a los curas, dice?

Sobre el mundo relacionado con la Iglesia. Pienso que no es fácil recibir este tipo de noticias siendo creyente.

No es nada fácil, además hay una tendencia por parte de algunos a ver a todos los curas como violadores. Hay que asumirlo, y no hay que poner la fe por encima de la verdad. No hay sacramento, ni Dios, que acepte que alguien sea violado y se guarde en secreto. La sociedad y la Iglesia tienen que decir no a eso [en alusión a los abusos]. Tendrían que unirse en la defensa de los derechos humanos.

¿Por su parte, tiene intención de hacer algo?

Yo ya lo hice. Hace 50 años en Antillas era delegado de los profesores. Hubo el caso de un fraile, al que echamos de allí. Hace 50 años ya teníamos conciencia. ¿Qué quiere que haga por mi parte? Escuchar a la gente y ayudar. Algunos te dicen ‘yo fui violado’, te lo dicen casi en confesión, en secreto. Se sienten culpables. Y no tienen culpa alguna. Son ellas las víctimas. Pasar de víctima a testigo no es un paso menor. Ayudas a la gente a volver de la opresión a la humanidad.

¿Se perdonan estas acciones?

No lo sé, eso lo tienen que decir las víctimas. Es un asunto personal. Cuando menos de justicia, porque es un delito. No podemos aceptar más hipocresía, ni por parte de la Iglesia, ni por parte del Episcopado. Tenemos que ir más lejos. El mensaje de Jesús habla de respetar a los niños, de amarlos y de ayudarles. Utilizar la confesión para violarlos es el mayor drama. Los progenitores dejan a los niños en manos de esta gente, y son violados. Es una gran tragedia y hay que acabar con ello. Hay que seguir escuchando a las víctimas, sin cerrar los ojos y sin taparnos los oídos. Tenemos que decirles que estamos con ellos y que juntos veremos qué podemos hacer.




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