Gorilescamente, sacando pecho, tratando de asegurar el acceso de sus respectivas manadas a los dineros públicos para saquearlos a placer, los peperos y los falangistas anaranjados se disponen a llevar su "a ver quien es el que la tiene más grande" en Catalunya hasta sus últimas consecuencias.
Les invitamos a leer este comentario publicado por Gara:
El colectivo Servidors, formado por trabajadores públicos de la Generalitat, llevó el jueves al Parlament un informe sobre las consecuencias de la suspensión del autogobierno a través de la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Su conclusión no puede ser más tajante: «El 155 no puede aguantar ni un día más». Pocas horas después, desde el Ministerio español de Educación salía un globo sonda que sugería la posibilidad de desmantelar el sistema de inmersión lingüística implementado en Catalunya durante las últimas cuatro décadas.Se trata de un modelo de éxito, aplaudido en foros internacionales, que ha permitido que la inmensa mayoría de jóvenes escolarizados en Catalunya acaben la educación obligatoria conociendo, al menos, dos lenguas. Una garantía de vitalidad para la lengua catalana, pero sobre todo, una vacuna contra la exclusión social. Es la escuela catalana la que en gran medida, con todas las dificultades y sin que sea un modelo perfecto, ha realizado la labor de acoger y dotar de oportunidades a los hijos e hijas de la población migrante. La cohesión social sería mucho más precaria en Catalunya sin la inmersión lingüística.Es, además, un modelo que ha contado con un consenso social y político sin parangón, como lo muestra la transversal oposición a la amenaza que ayer reiteró el ministro de Educación. Ni el PP se había atrevido en estos años a tocar la inmersión lingüística. Fue Ciudadanos quien hizo del tema su leit-motiv, problematizando una cuestión que no había generado ningún conflicto. Así, la escuela catalana emerge como primera posible víctima de la pugna entre ambos partidos. Una batalla por la bandera de la españolidad a la que la aplicación del artículo 155 ofrece barra libre en Catalunya, pero que también llegará a Euskal Herria, en la medida en que alimenta una involución antidemocrática y recentralizadora que ya venía. Que el PP se muestre dispuesto a derribar uno de los tótems que durante tres décadas hizo posible el encaje de Catalunya en el Estado da la medida de hasta dónde pueden llegar.
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