Hace unos días las portadas de muchos periódicos del estado español mostraban escandalizadas el caso de la niña de 11 años que había dado a luz.
Los embarazos infantil y adolescente son una verdadera lacra. Niñas y adolescentes se encuentran a sí mismas atrapadas entre la espada y la pared de una puesta en escena preparada por el neoliberalismo heteropatriarcal. Por un lado, el abuso sexual infantil pareciera en vías de incrementarse y no hay que ser genios para entender que la hipersexualización de los menores de edad así como la pornografización de la vida sexual adolescente y adulta iban a llevar a ello tarde o temprano.
Por el otro lado, tenemos la problemática que ha generado la falta de ética por parte de la industria de la alimentación, que en busca de asegurar enormes ganancias ha atiborrado sus productos con hormonas, antibióticos, colorantes y saborizantes artificiales, conservadores y un largo etcétera, químicos que han terminado por disminuir la edad en la que se empiezan a manifestar cambios en el metabolismo humano, detonando el desarrollo sexual a más temprana edad.
No hace mucho publicamos un artículo aquí mismo en el que se exponía la hipótesis acerca de un posible alargamiento de la adolescencia como causa directa de los cambios que ha traido a la sociedad y sus interrelaciones la estructura socioeconómica dictada por el neoliberalismo.
Y claro, no podemos dejar pasar la oportunidad para señalar el hipócrita y criminal embate por parte de muchos partidos políticos y asociaciones civiles (ONGs) en contra de los derechos reproductivos de la mujer... y de la niña, a quienes se priva por medios de argumentos cínicamente moralinos de la oportunidad de ejercer su derecho a una terminación temprana del embarazo o a un aborto ya en estadíos mas avanzados.
Dicho lo anterior, les presentamos este artpiculo dado a conocer por Deia:
En algún ‘año negro’, la CAV registró nueve partos de menores de 14 años. Más de cien menores de esa edad se han sometido en ese periodo a una interrupción voluntaria del embarazoConcha LagoTienen edad para andar con muñecas, pero manejan a sus propios bebés. Y aunque no sea ningún juego, cambian los pañales a sus propios hijos. El pasado fin de semana se encendieron las alarmas al conocerse que una niña de 11 años había dado a luz en Murcia. No es un fenómeno sociológico ajeno. Ni un incidente que solo suceda fuera. En Euskadi, más de cuarenta niñas menores de 14 años han sido madres a lo largo de la última década. Además, en esa franja de edad tan temprana, se han llevado a cabo un centenar largo de interrupciones voluntarias del embarazo.Aunque tienen rostro, voz y cuerpo de niñas, ya son madres. Porque el de Murcia no es un caso aislado. Se trata del segundo embarazo en menores de 16 años que trasciende a la opinión pública en los últimos días tras conocerse también esta semana el parto hace quince días en Lorca de otra niña de 15 años.Los datos del Instituto Vasco de Estadística, Eustat, no dejan lugar a la especulación. En la última década, más de cuarenta niñas han dado a luz en Euskadi con menos de catorce años. Una media de tres o cuatro nacimientos al año, aunque en 2006 se contabilizaron seis, en 2008, nueve y en 2009, otros seis. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), más de un centenar de niñas son madres cada año en España antes de cumplir los quince y, a partir de esa edad, la cifra se multiplica por tres.Los registros de Osakidetza sobre interrupciones voluntarias del embarazo tampoco engañan. Con una media anual de ocho o diez menores que se someten a un aborto en los centros acreditados por el Servicio Vasco de Salud, hay años negros en los que estas cifras se disparan de forma escandalosa. Así en 2010, fueron nada menos que dieciocho las pequeñas de menos de 15 años que fueron intervenidas. En 2013, el dígito alcanzó las trece y en 2015 sumó catorce.Los profesionales sanitarios insisten en que, pese a la polémica suscitada por el caso murciano, los embarazos en adolescentes forman parte de las estadísticas de las maternidades de todo el mundo. Sin embargo, además de la repercusión social, los expertos ponen el acento en los riesgos de un embarazo a edades tan tempranas. Dar a luz con tan pocos años conlleva peligros considerables, ya que la mortalidad durante el parto se incrementa y el embarazo puede acarrear afecciones óseas y cartilaginosas que repercuten en el crecimiento. “Una cría de 11 años es una niña. Desde un punto de vista médico, y comprendiendo cómo funciona el cuerpo, con 11 o 12 años todavía está creciendo, no tiene nada de lo que ella necesita para tener un embarazo porque es una niña. ¿Cómo esperamos que soporte un embarazo y un parto?”, se pregunta un ginecólogo.Además, al tratarse de embarazos accidentales no llevan a cabo ninguno de los controles médicos que precisan, las niñas no tienen una alimentación adecuada a su estado, y los padres y los ginecólogos se enteran cuando ya es demasiado tarde, o incluso cuando van a dar a luz. Todo ello sin contar que el embarazo en una adolescente conlleva serias repercusiones sociales y económicas para esas menores.
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