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miércoles, 1 de noviembre de 2017

Que Cunda la Epidemia

En Estados Unidos se preguntan si lo sucedido en Catalunya se extenderá a Euskal Herria. Nosotros esperamos que así sea, pero que a partir de ahí, que la dignidad catalana se convierta en una epidemia que se extienda como la peste negra por Galiza, Andalucia, Las Canarias, Breizh, Corsica, Escocia, etc.

Les presentamos este reportaje publicado por The New York times donde se yuxtaponen los movimientos soberanistas de Catalunya y Euskal Herria:


Patrick Kingsley | Isabel Camacho contribuyó con el reportaje

En las profundidades de las colinas de la región vasca, en el norte de España, Luis Iriondo tocó un puente con su bastón.

Iriondo, de 95 años, es uno de los últimos sobrevivientes del infame ataque a Guernica durante la Guerra Civil española, en 1937. Tenía 14 años cuando los bombarderos alemanes que luchaban al lado del general Francisco Franco redujeron a escombros este pueblo, que durante siglos había sido un símbolo sagrado de la identidad vasca.

Y fue en alguna parte debajo de este puente que Iriondo se refugió del ataque hace más de ochenta años.

Franco ganó la guerra y acabó con el autogobierno vasco, que no regresó sino hasta 1979, tras la muerte del “generalísimo”. Aunque Iriondo sigue teniendo la esperanza de que la región tenga mayor autonomía, no quiere que los separatistas vascos sigan a sus contrapartes en Cataluña, cuyo parlamento votó el viernes a favor de la independencia de España, tras lo que el gobierno español tomó el control administrativo de Cataluña.

“En toda mi vida no he dejado de pensar en la guerra”, dijo Iriondo. “Así que lo que espero es la paz y la unidad”.

Si los encuestadores están en lo correcto, su postura es compartida por muchos otros vascos en España. A medida que la crisis independentista se profundiza en Cataluña, la atención se ha volcado hacia la región vasca, al norte del España —que, al igual que Cataluña, tiene su propio idioma, cultura y una larga historia de separatismo— para ver si el deseo de independencia resulta ser contagioso.

Los reyes españoles hicieron un juramento en relación con la autonomía vasca debajo de un árbol, aquí en Guernica, que estuvo vigente hasta el siglo XIX. Sin embargo, el autogobierno de la región se desmanteló en 1876 y permaneció así (excepto durante un breve periodo de autonomía durante la Guerra Civil española) por más de un siglo.

Incluso después de la restauración, el autogobierno no fue suficiente para algunos vascos; empezando por ETA, que mató a más de 800 civiles, policías y soldados en una campaña para obtener la independencia que duró décadas y acabó formalmente este año.

Sin embargo, a pesar de su tormentosa historia —o quizá debido a ella—, la crisis catalana no parece haber alimentado marcadamente el fervor por la independencia vasca.

Aquí muchos simpatizan con los nacionalistas catalanes. Sin embargo, tras un controvertido referéndum por la independencia de Cataluña, celebrado el 1 de octubre, una encuesta de opinión encontró que cerca de un 63 por ciento de los vascos no quería copiar la estrategia catalana para lograr la independencia, mientras que solo un 22 por ciento estaba a favor. Mientras un 44 por ciento tiene la esperanza de una mayor autonomía de Madrid, solo un 23 por ciento quiere un Estado independiente.

Tras casi cuarenta años de violencia separatista, muchos vascos quieren un receso de la cuestión de la independencia, como sugirió Kirmen Uribe, un aclamado autor que escribe en euskera, la lengua vasca.

“Es como si fuéramos planetas distintos —Cataluña y el País Vasco— y tuviéramos diferentes órbitas”, dijo Uribe en una entrevista realizada en San Sebastián, una ciudad costera famosa por su gastronomía y sus playas. “La órbita vasca es más extensa y la catalana es más reducida. Necesitamos más tiempo porque no queremos dividir al País Vasco de nuevo”.

“Es una cuestión de tiempos, no queremos la independencia en este preciso momento”, añadió Uribe. “Estamos pensando más en cerrar las heridas entre nosotros, entre los vascos”.

En Bilbao —la ciudad vasca más importante y donde el turismo ha florecido a medida que las tensiones separatistas han menguado— Andoni Ortuzar, el líder del Partido Nacionalista Vasco, dijo que no había prisa por alcanzar la independencia.

“Nuestra manera es la nuestra y no podemos cambiarla debido a la situación de Cataluña”, dijo Ortuzar. El PNV es un grupo conservador que ha dirigido la región vasca desde la restauración del autogobierno en 1979, excepto durante tres años.

En lugar de un referéndum divisorio por la vía rápida, la “manera” de Andoni Ortuzar es primero crear consenso entre los partidos y las instituciones vascas sobre el tipo de autonomía que desean. Después, quiere presentar esta propuesta conjunta al gobierno central de Madrid, antes de proponer un acuerdo negociado a la población vasca en un referéndum. Incluso entonces no espera hacer una consulta sobre la independencia instantánea.

Además, la región vasca ya tiene mayor autonomía que Cataluña, en particular en asuntos financieros, dijo Ortuzar.

Si es que la crisis catalana ha modificado algo, el cambio se ha dado en los corredores de poder en Madrid, más que en Bilbao, estimó Ortuzar. Dijo que el gobierno español habrá aprendido la lección de no entablar un diálogo o lidiar de manera constructiva con los gobiernos regionales que tienen miras hacia la independencia, lo cual podría proveer a la región vasca “una oportunidad” en los años futuros.

“La situación catalana es muy grave”, dijo. “Sin embargo, tiene una buena consecuencia: Madrid ha visto el riesgo de cerrar la puerta. Me parece que mucha gente en Madrid ha visto —incluso aunque no lo digan, lo están pensando— que es necesario cambiar el modelo del Estado”.

Sin embargo, los nacionalistas más cáusticos han concluido precisamente lo contrario.

La respuesta de Madrid al referéndum catalán es una señal de su actitud ante cualquier intento de aumentar la autonomía vasca, comentó Arnaldo Otegi, una figura importante dentro del principal rival nacionalista del PNV, una coalición de extrema izquierda conocida como Euskal Herria Bildu (que se traduce a algo como “Unir al país del euskera”).

La experiencia de Cataluña muestra “que no hay un Estado con quién negociar”, comentó Otegi, quien regresó a la política el año pasado después de seis años en prisión por tratar de revivir a un partido político prohibido vinculado con la ETA. “Cataluña ha demostrado que no es posible democratizar al Estado español”, agregó.

Esto no presagia el regreso de la violencia separatista, que está ahora “fuera de la ecuación política” en la región vasca, manifestó Otegi. “No regresará. Nunca”.

Sin embargo, para él sí significa que el gobierno vasco debería seguir el ejemplo de Cataluña y llevar a cabo un referéndum antes de negociar con Madrid, en lugar de hacerlo al revés, argumentó Otegi. También espera “una reactivación” del interés pacífico en el nacionalismo vasco, en particular entre los jóvenes, expresó. “Sí, es cierto que hay un cansancio tras un conflicto prolongado, pero algo ha venido cambiando en estas últimas semanas”.

Los analistas argumentan que lo que dice Otegi es más una esperanza que una certeza.

“No hay ni un solo dato que compruebe que eso esté sucediendo”, comentó Ander Gutiérrez-Solana, un profesor de la Universidad del País Vasco. “Ni en las elecciones ni en las encuestas ni en las calles: no hay un gran movimiento independentista”.

Decenas de miles de vascos realizaron un mitin en Bilbao un día antes del referéndum catalán, en solidaridad con Cataluña, “pero en mi opinión siempre es la misma gente”, dijo Gutiérrez-Solana. “No están alcanzando a gente nueva”.

Sin embargo, los activistas de las bases sienten que sí han estimulado algo. Grupos de jóvenes nacionalistas vascos viajaron a Barcelona el día del referéndum presuntamente para aprender de los organizadores separatistas locales. Fue una experiencia “emotiva e inspiradora”, según Jone Amonarriz, uno de los activistas que participó.

Amonarriz, de 24 años, proviene del grupo Gure Esku Dago (“Está en nuestras manos”), y pasó los últimos cuatro años visitando las ciudades vascas, alentando a los residentes a revivir el debate sobre la independencia.

“Estamos seguros de que en cinco años la situación del País Vasco va a ser muy diferente”, dijo el cofundador del grupo.

No obstante, de regreso a Guernica, Luis Iriondo enunció la que otros creen que sigue siendo la opinión de la mayoría.

“Me gustaría más poder”, dijo. “Pero no si eso significa perder lo que ya tenemos”.





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