Cuando uno piensa en figuras como Francisco Franco, Rafael Videla o Augusto Pinochet por lo general el enfoque radica en los graves crímenes de lesa humanidad cometidos durante sus dictaduras. Oculto queda otro aspecto que les caracteriza, su descomunal avaricia.
Todos y cada uno de ellos se vieron involucrados en actos de corrupción encaminados a lograr un descomunal enriquecimiento. Esto choca con la versión oficial de sus apologistas quienes llegan a decir que hicieron lo que hicieron por el amor que le tenían a su patria. Patrañas, hicieron lo que hicieron porque sabían muy bien que las posiciones de poder también otorgan el acceso a la acumulación de bienes, en muchas ocasiones, arrebatados a las familias de víctimas de la asesina represión que caracteriza sus mandatos.
Tal es el caso de Patxi Garbantzu, cuya herencia todavía está en manos de su hija Carmen Franco Polo, fortuna que eventualmente pasará a sus siete nietos, todos y cada uno de ellos apologistas impunes de las acciones del caudillo.
Dicho lo anterior, les invitamos a leer este artículo dado a conocer por Público:
Carlos Babío y Manuel Pérez Lorenzo presentan el libro en el que analizan 'Meirás. Un pazo. Un caudillo. Un expolio', miles de documentos y decenas de testimonios que explican cómo diseñó Franco la estructura corrupta con la que engordó su patrimonio robando bienes e inmuebles como el histórico pazo, que sus herederos siguen disfrutando hoyJuan OliverFranco diseñó una estructura corrupta para enriquecerse ilícitamente con fondos públicos y mediante el expolio de inmuebles y bienes de las familias a las que robaba. Así engordó su patrimonio y el de los suyos, que 42 años después de su muerte siguen disfrutando impunemente de aquel latrocinio sin que las instituciones democráticas hayan querido o podido hacer nada serio para impedirlo.El ejemplo más relevante es el Pazo de Meirás, la residencia estival de los Franco desde que el tirano se apropiara de él en 1939 mediante una falsa donación popular. Pero no es el único.El historiador Manuel Pérez Lorenzo y el investigador Carlos Babío Urkidi presentan este martes en A Coruña Meirás. Un pazo. Un caudillo. Un expolio, un volumen de más de 400 páginas fruto de 21 años de investigaciones en el que revelan cómo el dictador se apropió sin freno de todo aquello que le apetecía a él o a su mujer. Daba igual si se trataba de la vivienda de una familia de labradores próxima al pazo, de unas estatuas medievales de la catedral de Santiago o de un palacete de propiedad municipal en pleno casco histórico de A Coruña. Si Franco o Carmen Polo lo querían, era suyo. Y quienes les ayudaban a conseguirlo sabían que podían desde entonces gozar de su favor.El libro de Babío y Pérez Lorenzo analiza más de mil documentos históricos y decenas de testimonios orales, que desvelan el modo de proceder del tirano y de su familia. Buena parte se centran en el expolio de Meirás, el palacete construido por la aristócrata ilustrada Emilia Pardo Bazán en el municipio coruñés de Sada y con el que los Franco se encapricharon poco después de que empezara la Guerra.Antes de que acabara, ya era suyo de facto, después de que esa red corrupta organizara una colecta popular que obligó a miles de ciudadanos a donar dinero bajo amenazas, o a ver cómo se les detraían cantidades de sus nóminas si eran funcionarios o trabajaban para empresas públicas. Con eso, y con la derivación de fondos de ayuntamientos de la provincia y de la Diputación de A Coruña se nutría la caja de la Junta pro Pazo que entregó el inmueble al dictador, propiedad que fue ampliando poniendo a su nombre tierras adquiridas con fondos públicos o robadas a los vecinos y vecinas de Meirás.Una de sus víctimas fue la abuela de Carlos Babío, Josefa Portela Abel, quien vivía en una casa próxima al pazo con tres de sus cinco hijos (los otros dos estaban en el frente de guerra). Un día los echaron de la vivienda y les dijeron que no volvieran. Lo mismo les sucedió a otros habitantes de Meirás, a quienes expulsaron sin compensación alguna y mediante acciones violentas de las tierras que les daban de comer.Pero Franco no se limitaba a robar. “Con esas posesiones hacía” negocio, cuenta Babío. Entre las decenas de microhistorias relatadas en el libro figura la de la empresa Pazo de Meirás. Productos de la Huerta, la compañía a través de la que los Franco comercializaban la madera talada y las plantaciones de maíz y lúpulo que se cultivaban en el pazo, y para cuya explotación se empleaban recursos de una empresa estatal, Misión Biológica de Galicia.Franco hacía entonces negocio con Meirás, y su familia siguió haciéndolo tras su muerte con un sonado pelotazo urbanístico: la venta de los terrenos de un acuartelamiento militar próximo al pazo que se construyó en terrenos aledaños comprados de nuevo con fondos del Estado y puestos a su nombre sin más explicación.
El modus operandiEl libro está repleto de casos concretos documentados y explicados que indican cómo se diseñaba y ejecutaba modus furari habitual mediante el que la familia se hacía con todo lo que se antojaba. Como las estatuas medievales de la Catedral de Santiago que hoy reclama el Ayuntamiento de la capital gallega, o las Torres de Bendaña, un pazo en el municipio de Dodro que fue desmontado piedra a piedra para construir con ellas la balaustrada de Meirás y para que Carmen Polo pudiera adornar sus jardines con sus valiosas piezas interiores. También la Casa Cornide de A Coruña, un palacete levantado a mediados del siglo XVIII en pleno casco histórico de la ciudad y que Franco obtuvo tras una subasta amañada por la Casa Civil del caudillo para lograr que el Ayuntamiento, su legítimo propietario, se la adjudicara a quien era su testaferro.Según los autores de Meirás. Un pazo. Un dictador. Un expolio, en torno a ese eficaz método habitual de robo se construyó una red corrupta integrada por buena parte de las élites coruñesas que componían los círculos sociales próximos a la familia Franco, que se retroalimentaban recibiendo y otorgando favores que aún siguen cobrándose y devolviéndose hoy en día.El libro desvela la vinculación de aquellas familias con el expolio, e incluso la participación activa y necesaria de muchas de ellas en aquellos robos. Aparecen apellidos de banqueros, empresarios, industriales y propietarios de medios de comunicación que se autoasignan hoy la medalla de ilustres defensores de la Constitución, como protagonistas de rocambolescas historietas de corruptelas y bajezas varias. Incluso los hay de personas cuyos herederos se sientan hoy al frente de algunas de las más relevantes instituciones del Estado.Porque, como recuerda Babío, ha sido el propio Estado español el que ha permitido a los Franco alardear de impunidad ante cualquier exigencia de que se devuelva lo robado y se reparen los daños causados. “En Meirás no hubo transición democrática. El entonces jefe del Estado y hoy rey emérito aterrizó en helicóptero en Meirás para rendir honores a Carmen Polo apenas un año después de la muerte de Franco, y creó para ella el título del Señorío de Meirás a los cuatro días de su coronación”, narra el investigador.Babío recuerda que el tema de la casa que los Franco robaron a su familia para engordar Meirás era tabú entre los suyos. “Mi padre apenas lo mencionaba, y mis tías siempre se negaban a hablar de ello. Era tal el dolor y el miedo que les sembraron dentro que se echaban a llorar en cuanto les preguntabas”, cuenta.Él no cree que nadie vaya a devolverles lo suyo, y de hecho ni siquiera esa es su intención. “La casa de mi abuela, como el pazo y todos los bienes que los Franco expoliaron, deben pasar al patrimonio público. Y deben servir para que se explique y se cuente cómo fue la historia de la dictadura”, concluye. Babío y Pérez Lorenzo presentarán Meirás a las 20.00 horas de este martes 28 en el salón de actos de la sede de la Fundación Once en la rúa Cantón Grande de A Coruña. En el acto participarán Francisco Jorquera, de la asociación Galiza Sempre; María Xosé Bravo, de la Asociación Cultural Alexandre Bóveda, y Goretti Sanmartín, vicepresidenta de la Diputación de A Coruña.
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