Pareciera guión para otra secuela de la película de los ocho apellidos, pero no lo es.
Les compartimos esta entrevista publicada en Noticias de Gipuzkoa:
“Cuando en Sevilla alguien dice algo en contra de los vascos, enseguida le callo”
Antonio Díaz Fabián trabajó en Euskadi y se enamoró de nuestro país. Es hincha del Ordizia de rugby y suele pasear por Sevilla con una camiseta de este equipo.
Asier Zaldua
¿Cómo se aficionó al Ordizia de rugby?
-Estuve trabajando para Abengoa y Alcatel, instalando las primeras líneas de fibra óptica, desde León hasta Bilbao. Así conocí a mi compañero Antonio, que tenía familia en Zumarraga y me llevaba a ver partidos del Ordizia de rugby. De eso hace ya 28 años. Así fue como me empecé a aficionar al rugby y al Ordizia y me empezaron a caer bien los equipos vascos. Ahora, gracias a las nuevas tecnologías, puedo seguir al Ordizia desde Sevilla. Lo más bonito del mundo es ver un partido del Ordizia con una cerveza y un salmorejo. ¡Menuda alegría me llevé cuando ganaron la Copa! Tengo que cuidar de mi madre, que está enferma, y el rugby me sirve para despejarme. Mi perro, Luna, también es del Ordizia.
En Ordizia están orgullosos de tener un hincha sevillano y le han mandado una camiseta del equipo.
-Es una camiseta preciosa. Suelo ir con ella por la calle y todo el mundo me pregunta de dónde la he sacado. Presumo de ser del Ordizia. Tiene una ikurriña detrás y todos se quedan mirando. Les digo que me la han regalado mis amigos vascos y que ellos no me regalan nada.
La camiseta del Ordizia de rugby fue un regalo sorpresa.
-Fueron mi madre y mi hermana las que se pusieron en contacto con el club, porque echo en falta aquello. Les dijeron que me mandaran algo, aunque sea un trozo de césped. Un día les escuché hablar de mi talla y pensé que me iban a regalar un pantalón o una chaqueta. Después vi un mensaje que habían enviado los de Ordizia. Me callé, porque iba a salir ganando.
¿Cómo recuerda la época que trabajó en Euskadi?
-No llegué a vivir en el País Vasco. Ibamos para una semana cuando surgía algún trabajo. Teníamos 25 años, éramos guapetones, teníamos un pedazo de sueldo... ligábamos mucho. Además, en aquella época las sevillanas estaban de moda. Hice muchas amistades e incluso salí con una chica vasca. Ya no me acuerdo de los nombres de los amigos que hice en Ordizia, pues eran muy raros. Eso sí, me acuerdo de los bares. Dicen que hay mujeres que nacen en cuerpos de hombre, y al revés: pues bien, yo soy un vasco metido en un cuerpo de andaluz. Cuando en Sevilla alguien dice algo en contra de los vascos, enseguida le callo. Me encanta el País Vasco. Dicen que aquí todos son muy simpáticos, pero yo he debido conocer a todos los siesos.
¿Por qué le caemos tan bien los vascos?
-Me gusta la forma de ser de los vascos, el respeto. En todas partes hay cabrones, pero la solidaridad que hay allí no la he visto en ningún otro lado. ¡El sevillano que no pague!, decían siempre. Me da pena no acordarme de más cosas de Ordizia. Incluso echo en falta el clima de allí.
Últimamente están muy de moda las series, películas y programas sobre los andaluces y los vascos.
-Me ha gustado mucho la serie Allí abajo. No sabía que Jon Plazaola era de un pueblo cercano a Ordizia. Lo que está claro es que no puede negar que es vasco. Y la actriz que hace el papel de su madre también hace muy bien de madre vasca. Desde 1992 no he vuelto al País Vasco y me gustaría ir a tomar unos vinitos. Pero que no se entere mi médico, ¿eh?
Es un gran aficionado al rugby.
-Aquí la gente solo habla de fútbol: del Sevilla y del Betis. Me da mucha rabia que la gente no conozca el rugby. Es un deporte muy noble y bonito. Incluso he hecho mis pinitos en el rugby. No hay nada como practicar este deporte en la playa. Aquí abajo el rugby es más light. Yo jugué en el Sevilla. Corría como una loca por la banda. No era delantero porque era delgadito. Ahora, con 140 kilos, podría serlo. Ya no me escapo ni de Hacienda.
¿No es devoto de ninguna virgen?
-Estudié en el colegio salesiano y tuve mi momento cofradiero, pero se me pasó cuando empecé con las chavalas. Ahora, mi religión es el rugby.
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