Ya hemos hablado del tema con anterioridad, la forma en que la tenebrosa y pragmática realpolitik de Washington, Londres y París terminó traicionando a los vascos.
Así pues, les presentamos esta entrevista publicada en Deia:
Gobierno vasco en el exilio: “A la hora de la verdad, nadie les ayudó”
La historia del Gobierno vasco en el exilio es la crónica de una esperanza, pero también de un fracaso debido a que el panorama internacional no les fue propicio
Rubén Olveira Araujo
Desde labores de espionaje en colaboración con la organización antecesora de la CIA hasta la participación en el germen de lo que más tarde se convertiría en la Unión Europea (UE). La historia del Gobierno vasco durante el exilio parece de película, algo que desde Triano Media han hecho realidad. Antonio Cristóbal López, director de El Gobierno vasco en el exilio: Crónica de una esperanza, ofrece algunas pinceladas sobre esta obra audiovisual que se podrá adquirir por 5,95 euros este domingo con la compra de DEIA.
Casi medio siglo de historia en 80 minutos. ¿Qué nos podemos esperar de la película ‘El Gobierno vasco en el exilio’?
-Principalmente, la crónica de una esperanza. En ella hablamos de Aguirre y de otras personas clave en el mantenimiento de esta institución, pero más allá de ellas tratamos la importancia y la actividad del Gobierno vasco en el exilio. Todo ello con una alta rigurosidad histórica por haber trabajado conjuntamente con la UPV/EHU para desarrollar el proyecto. Y por supuesto, también gracias a la ayuda de Ander Landaburu, del equipo guionista y de la música de Ángel Ilarramendi, que nos ayuda a enfrascarnos totalmente en la película hasta tal punto que parece que estamos dentro de ella.
Ha mencionado la importancia y la actividad del Gobierno vasco en el exilio. ¿Algún ejemplo?
-En el contexto de la segunda Guerra Mundial Aguirre tuvo un papel muy importante en Latinoamérica para frenar las ideas fascistas. Los Estados Unidos se valieron de la red de Euskal Etxeak que había montadas en Venezuela, Colombia, México, etc. Es más, el Lehendakari, así como algunos miembros del Gobierno vasco, empiezan a compartir información y tareas de espionaje con la USS, la antecesora de la CIA estadounidense. Y el Gobierno vasco también estuvo en el congreso fundacional de lo que luego sería la Democracia Cristiana Europea de la UE. En definitiva, estaban allí donde podían resultar un altavoz para la causa vasca. Pero esto hay que entenderlo en su contexto internacional.
¿Y cuál sería ese contexto?
-Al principio, durante la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno vasco se puso de lado de los aliados pensando que una vez finalizada la contienda estos les ayudarían a derrocar a Franco. De ahí que colaborar con la USS, sobre todo, necesitados de su financiación, fuera la opción lógica. El comienzo de la desesperanza llegó cuando tras este conflicto Churchill pronunció su famoso discurso sobre el Telón de Acero en 1947. En este nuevo contexto de Guerra Fría, los intereses cambian y Franco, al ser anticomunista, pasa a ser el nuevo aliado natural de Estados Unidos, dejando al Gobierno vasco de lado. Y prácticamente así se mantienen las cosas hasta la muerte del dictador.
Tras haber estudiado a fondo el tema, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención?
-Para empezar, que ellos pensaban en clave de país. Por ello el Gobierno vasco siempre estuvo formado por gobiernos de coalición, donde había desde nacionalistas y socialistas hasta republicanos y, de cuando en cuando, también comunistas. Al fin y al cabo, eran gente que hablaban y se entendían, cosa que a día de hoy resulta casi imposible de imaginar. Y esta unión que siempre hubo, a veces con sus más y en otras ocasiones con sus menos, fue vital. Pero sobre todo destacaría que, como ya he mencionado, todos se aprovecharon de sus influencias, todos les utilizaron cuando les interesó y, a la hora de la verdad, nadie les ayudó. Por eso, aunque digamos que es la crónica de una esperanza, porque nunca la perdieron, también es la historia de un fracaso.
¿Cómo consiguió entonces mantenerse viva esta institución contra todo pronóstico?
-Principalmente por la figura de Aguirre. Era persona con un optimismo innato capaz de transmitirlo a los demás. De no ser por él, el Gobierno vasco habría acabado como el de la Generalitat: diluido hasta la restitución de la democracia. Pero más allá de Aguirre también hay muchas otras personas que, aunque no aparecen en los libros de historia y algunas de ellas ni siquiera formaron parte del Gobierno vasco, fueron importantísimas para el mantenimiento del mismo.
¿Por ejemplo?
-Por una parte Indalecio Prieto. Gracias a la profunda amistad y respeto intelectual que tenía con Aguirre consiguieron sacar el Estatuto y que el Gobierno vasco continuara a flote durante el exilio, si bien él nunca fue miembro. Otro personaje importantísimo fue Julio Jáuregui, que tampoco representó al Gobierno vasco. Desde el primer día se opuso al levantamiento franquista, intercedió por los presos que estaban siendo masacrando en las cárceles de Bilbao, acompañó al lehendakari al exilio, participó en el germen de la futura Unión Europea, etc. Nadie ha oído hablar de él, no sale en los libros y ninguna calle tiene su nombre, pero estuvo en los momentos clave del Gobierno vasco.
Imagino que son estos personajes los que le dan un toque humano a la película.
-Así es. En ella recordamos a personas que han pasado desapercibidas como Heliodoro de la Torre, que fue consejero de Hacienda. Sin él no habría sido posible armar al ejército vasco ni mantener la finanzas al otro lado del charco. Y tras haber manejado semejantes cantidades de dinero murió arruinado. En definitiva, esta película ofrece una nueva perspectiva de los más y los menos del Gobierno vasco en el exilio.
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