El día de ayer se publicó una nota en la que se indica que los grandes señores de la industria turística del estado español se sumaban a la cruzada libertaria emprendida por Fernando Savater para defender al castellano de lenguas impías como el euskara, el catalán y el gallego.
He aquí la respuesta de Maite Soroa publicada en Gara:
He aquí la respuesta de Maite Soroa publicada en Gara:
Maite Soroa
A vueltas con el castellano
No sé si será por lo del bicentenario de aquel 2 de mayo, pero tengo para mí que se les ha subido la patria a la cabeza. Ahora creen que el castellano está en trance de desaparición y no disimulan la angustia.
Ayer el editorialista de «Abc» tocaba a rebato con el cornetín que el abuelo trajo del Alcázar de Toledo: «La defensa del castellano como lengua de todos los españoles y oficial de España trasciende los debates meramente jurídicos, educativos, históricos y territoriales que se están produciendo en torno al Manifiesto por la Lengua Común». ¡Anda la osa!
Y ahora nos revela lo mejor de la historia: «Como han hecho ver la Mesa del Turismo -compuesta por las principales empresas del sector-, y ayer mismo también la CEOE, constituye asimismo una aportación a la economía española porque la progresiva supresión del castellano en las líneas aéreas, los carteles de las carreteras y las indicaciones en los aeropuertos, por ejemplo, perjudica la imagen de España ante el extranjero. Nuestro país pertenece a una comunidad de naciones, las europeas, perfectamente definidas por factores culturales e históricos, y entre ellos, con carácter principal, se halla el de la lengua común. Allí donde hay un multilingüismo agresivo y excluyente surgen la división y la pérdida de identidad nacional». O sea, que los agresivos son los pequeños, los minorizados... ¡no me digan que no tienen gracia!
El despropósito llega a alturas considerables cuando busca socios allende sus fronteras: «Para un ciudadano británico, alemán o francés, lo lógico es moverse por España, de norte a sur y de este a oeste, con el castellano como referencia para sus conversaciones y desplazamientos. La alternativa que proponen determinados gobiernos autonómicos con la imposición de la lengua cooficial es puro aldeanismo que no sólo choca con la naturaleza propia de las relaciones humanas -que tienden a simplificar sus instrumentos de comunicación-, sino también con la realidad lingüística de las sociedades que gobiernan». En mi particular experiencia con ingleses, franceses y alemanes, les aseguro que se mueven por esas tierras del «Abc» hablando inglés, francés y alemán. La verdad es que se les nota preocupados. A los de «Abc», claro.
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