Esta crónica ha sido publicado en Gara:
Ni Aznar ni Garzón lograron eliminar el legado de «la voz de los sin voz»
«La voz de los sin voz». Ésa fue la característica sobre «Egin» que más resonó ayer por en el Polideportivo de Hernani durante el acto que ex trabajadores del diario clausurado por Madrid organizaron coincidiendo con el décimo aniversario del cierre ejecutado por 200 policías armados.
Gari Mujika
Aunque en su día no sería de recibo, la emisión radiofónica de Egin Irratia, tras diez años de parón, comenzó un cuarto de hora más tarde de lo previsto. Pero no importó. Itziar Arteaga encendió la luz roja de «Airean» para arrancar con el acto de denuncia y endulzar cientos y cientos de oídos con aquella sintonía con la que se despartaban miles de familias a diario.
Volvió a estar en el aire aquélla voz que informaba sobre las «retenciones» viales en el país o aquella otra que pinchaba la música de la que se nutrían miles de jóvenes vascos. También aquella otra que, después de llegar a Hernani como locutora radiofónica hace veintiún años, sigue en el mismo municipio; pero, ahora, como alcaldesa.
Y, con todos ellos, cientos y cientos de «eginzales» que con su compra diaria en los kioskos consiguieron que el proyecto que fueron «Egin» y Egin Irratia haya pasado a ser parte de la historia de Euskal Herria. Pero no de las oficiales ni de las oficiosas. Sino de las que la escriben los propios ciudadanos. Así lo reivindicaron ayer.
Para los que ya no están
«Aznar ordenó, Garzón ejecutó»; «Atutxazo»; «Ajuria Enea nos quiere robar también las ondas»; «A Mayor Oreja, mayor bocazas», o, «El pacto PSOE-PNV está atado y bien atado» -¿un déjà vu?- fueron algunas de las portadas de «Egin» que se pudieron leer en la entrada, y, luego, visionados en la pantalla.
«El día de San Miguel de 1977 salió la primera edición de 'Egin', informó la locutora de Egin Irratia» durante el acto de denuncia que definió como «un acto para extender a los cuatro vientos el clamor por la libertad de expresión». Decenas y decenas fueron las personas que lograron poner en marcha aquel proyecto hace 31 años; personas, muchas veces, sin rostro para los oyentes y lectores de «Egin», pero que ayer también pudieron conocerlos in situ.
Sin embargo, a otros muchos no. Ése es el caso de Xabier Galdeano y Josu Muguruza, muertos por los GAL, o de la lizartzarra que llevaba la cocina en el polígono de Eciago de Hernani: Ina Zeberio. Y, otros, que por su implicación y compromiso en el proyecto periodístico están a día de hoy dispersados por las cárceles del Estado español. Todos fueron recordados; y mencionados en la docena de intervenciones que hubo en el acto.
La lapidaria declaración que José María Aznar enunció en el verano de 1998 cuando se encontraba en Turquía también fue objeto de mención, de denuncia y, como no, de crítica; aquella frase de «¡Creían que no nos íbamos a atrever!» tras el cierre de «Egin» a manos de doscientos policías armados -el momento de la irrupción fue visionado en una pantalla gigante, cosechando fuertes abucheos y sílbidos-, fue objeto de réplica. José Luis Elkoro, entre otros, subrayó el hecho de que los fines que perseguían con el cierre del rotativo no los han obtenido, ya que «no han conseguido silenciar la voz de un pueblo».
Andoni Tolosa, Morau, esta vez no estuvo en antena para hablar de música, pero, con su guitarra en mano, ofreció dos canciones. Igual que Joseba Tapia con el trikiti. Y Jon Maia con sus tres bertsos que emocionó a más de uno. O el mismo Xabier Amuriza que desempolvó para la ocasión los bertsos que escribió cuando hace 40 años se encontraba preso en Zamora.
Sastre puso en pie a todos
La que todavía huele el olor a tinta del primer ejemplar de «Egin» es la gasteiztarra Amparo Lasheras, y Marian Beitialarrangoitia la que sigue agradeciendo la oportunidad que le brindó el diario abertzale para aprender el oficio de periodista.
Koldo Alduntzin, Rafa Castellano y Mertxe Aizpurua fueron otros de los ex trabajadores de «Egin» que tomaron la palabra. Pero también lo hizo Teresa Toda, que, a pesar de ser prisionera del Estado español, consiguió que su voz estuviera presente.
El que consiguió que todo el Polideportivo se pusiera en pie fue el dramaturgo Alfonso Sastre, con el recuerdo indivisible de Eva Forest; ambos, colaboradores asiduos del medio de comunicación cuyo cierre se denunció de forma clamorosa.
En nombre del Consejo de Administración de «Egin», cuyos componentes, la mayoría, se encuentran encarcelados, tomó la palabra el histórico militante abertzale Jose Luis Elkoro. Junto a los juzgados por el caso «Egin» que se encuentran en libertad, el bergararra también recibió un ramo de flores. También lo recibió el último director del diario: Xabier Salutregi.
Emocionado, tomó la palabra. Fue la última intervención tras dos horas de un acto emotivo, inundado por todo tipo de sentimientos contradictorios. Dejó toda la carga para el final; levantó el puño con un «Gora Egin!».
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