Los gobiernos totalitarios premian a sus más sanguinarios esbirros y denostan a los que luchan en contra de ellos. Los gobiernos pseudo-democráticos permiten que las cosas queden sin aclarar y que la justicia y la verdad sean solo quimeras.
Esta nota publicada en inSurGente habla a este respecto:
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Fernand David no era policía español
Floren Aoiz | www.elomendia.com
Hace unos días murió el comisario Juan Antonio Gil Rubiales, responsable de la detención y torturas sufridas por Joxe Arregi en 1981. Fue condenado por esos hechos, pero logró eludir su responsabilidad, fue condecorado y premiado y siguió con su carrera. Cuando lo enterraron, acompañó su féretro una guardia de honor policial. Gil ingresó en la Policía española en 1971, en el franquismo. Como todos los demás policías de la dictadura, no tuvo problema para convertirse en policía de la «democracia». Las fuerzas policiales no fueron depuradas, nadie fue juzgado y por supuesto todos los crímenes del franquismo quedaron impunes.
Un final muy diferente al de Gil Rubiales fue el de Fernand David, el responsable de la primera Brigada Especial francesa colaboradora de los ocupantes nazis de París. Sus hombres -y él en persona de un modo especialmente cruel- sembraron el terror entre los resistentes a la invasión. Dicen que hasta la Gestapo aprendió de ellos técnicas de tortura, algunas de las cuales, significativamente, aparecen en las denuncias de detenidos por las diferentes policías españolas en los últimos años.
Fernand David no sobrevivió a la derrota del nazismo. No es que la depuración de las fuerzas de seguridad francesas tras la liberación fuera perfecta, pero por lo menos llegó a arrestar, juzgar y condenar a monstruos como David. Fue fusilado por sus crímenes, y no hubo guardia de honor en su funeral.
En vano busque nadie un caso similar al de David en el postfranquismo español. Es más, los policías de la dictadura que fueron atacados por organizaciones como ETA son oficialmente considerados «víctimas del terrorismo». Como el que ha sido considerado la «eminencia gris» del régimen, Carrero Blanco o el famoso Melitón Manzanas.
También las autoridades alemanas de la Francia ocupada y los colaboracionistas hablaban de terrorismo. Ellos eran la ley y arrestaban sanguinarios terroristas. Los militares alemanes muertos por la Resistencia eran, desde su punto de vista, víctimas del terrorismo. En todo caso, está claro que de haber sido un policía franquista, David nunca habría sido fusilado.
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