Eso de recurrir a un evento deportivo de alto nivel protagonizado en una de las potencias ocupantes de Euskal Herria para, precisamente, visibilizar lo vasco en el ámbito internacional, nos parece una jugada de ajedrez muy fina.
Les dejamos con esta información publicada en el portal de Noticias de Álava:
El gobierno vasco y la mancomunidad de Iparralde desean compartir una etapa de la carrera francesa en 2022 o 2023, según expuso UrkulluCésar Ortuzar“Estamos interesados para ver si es posible que Euskadi e Iparralde acojan la salida en 2022”En el extrarradio de Angelu, en Iparralde, existe un concesionario de Ferrari, el coche del deseo en el imaginario colectivo. Es el coche. Es un objeto de culto más que un lujo. En realidad, para compara un Ferrari no solo se necesita un buen montón de dinero. Para adquirirlo uno está obligado a tener padrino, -la recomendación de otro propietario de un coche de la leyenda italiana- capacidad para conducirlo, -es necesario un cursillo de conducción para disfrutarlo- y tener el dinero necesario para acometer la adquisición. Además, debido a la exclusividad para acceder en semejante club, hay que esperar. Bastante más de un año. Con esa política restrictiva de no vender a cualquiera a pesar de presentarse con el dinero, Ferrari se ha convertido en un icono casi inaccesible. Ese casi lo hace irresistible. Puro anhelo. En definitiva, es Ferrari el que elige a quién vende y no el cliente el que decide qué Ferrari se compra. Al menos ese es su mito.El Tour de Francia es el Ferrari de las carreras. El gran mito del ciclismo. La competición más gloriosa. Por ese motivo, ser parte de la cartografía y el espinazo de la Grande Boucle, la carrera de las carreras. El impacto del Tour es brutal. Un evento solo superado por los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol. Ambos se disputan cada cuatro años. El Tour se celebra cada mes de julio. Se calcula que la carrera francesa llega a más de 190 países y reúne una audiencia acumulada de 3.500 millones de telespectadores. Casi 12 millones de espectadores se desplazan para ver pasar al pelotón aunque solo sea unos segundos desde un arcén. Ser parte del Tour, de su paisaje, es una asunto mayor y el sueño compartido entre el Gobierno vasco y la Mancomunidad de Iparralde, según anunció ayer el lehendakari Iñigo Urkullu tras su reunión en Lakua con Jean-René Etchegaray, presidente del ente del otro lado de la muga.Urkullu explicó que el ejecutivo vasco, junto con otras instituciones de Euskadi, comparte con la Mancomunidad de Iparralde el interés por acoger una etapa del Tour de Francia que sirva de puente entre Hegoalde e Iparralde en un futuro próximo. “Estamos interesados. No sé si será para 2022 o 2023”, manifestó el lehendakari, que precisó que se barajan distintas posibilidades, como la acogida de una llegada o una salida de la prueba ciclista francesa, o incluso la celebración de la etapa inicial o Grand départ, sin duda, un reto himalayesco. Donostia, en 1994, estreno el Tour con una crono por sus calles.“Ver si es posible”El lehendakari expuso que la intención es “hablar” con la organización del Tour de Francia “para ver si es posible” que Euskadi e Iparralde acojan la salida de esta prueba en 2022, y que se celebre incluso una etapa “compartida” por los territorios de Hegoalde e Iparralde. Unir ambas comunidades a través del puente del Tour de Francia es la idea fuerza para poder estar en la carrera organizada por ASO, que tiene la última palabra. “Al final, son ellos los que eligen. No solo es suficiente con abonar el caché correspondiente a la organización. No se trata de dinero. El Tour busca paisajes y pasión por el ciclismo. Que su carrera despierte interés allá por dónde pasa. Eso es imprescindible para ellos. Quieren que la afición se vuelque con el Tour, pero es que además de eso pueden elegir porque hay cola para ser parte de la carrera”, explican a DNA fuentes conocedores del modo de negociar de la organización presidida por Christian Proudhomme.La Diputación de Bizkaia se reunió en su día con Prudhomme para ofrecer el territorio como alternativa a una de las etapas de la Grande Boucle. De hecho, el pasado 13 de febrero el ente foral publicó un vídeo que resumía la espectacular etapa de la Vuelta con inicio en Getxo y final en Oiz, en su cuenta de Twitter haciendo un guiño a la carrera francesa bajo el título de “¡Hola, Tour! Bizkaia te espera”. Con anterioridad y cuando se presentó la etapa de la ronda española, el diputado general Unai Rementeria dijo que “el Tour sigue siendo un sueño, pero cada vez más cercano”. Ese día parece que se aproxima o al menos es la idea que manejan las instituciones vascas, dispuestas a aunar fuerzas y esfuerzas para la consecución del objetivo. “En una Europa sin fronteras, la unión hace la fuerza”, expresó Urkullu tras el cónclave Jean-René Etchegaray.La carta de la aficiónEl vínculo entre el Tour la afición vasca no es nuevo y el gran desplazamiento de aficionados a las laderas de los Pirineos durante la carrera francesa alienta el afán de las autoridades vascas por asomar en la carrera francesa y acoger alguna de sus etapas. La contrarreloj del pasado año entre Senpere y Ezpeleta fue un éxito de público que inundó el recorrido de la prueba con ikurriñas y gritos de ánimo a los corredores, al igual que ocurre en las jornadas pirenaicas. La marea naranja que pintó de entusiasmo el Tour al rebufo del Euskaltel-Euskadi es la constatación del poder de convocatoria de la ronda gala, insertada en el tuétano de la afición vasca, que celebra con entusiasmo la prueba.Si la organización del Tour de Francia optara finalmente por hacer parada y fonda en Euskal Herria, quedaría por ver en qué formato lo haría porque la inversión a realizar fluctúa demasiado entre las distintas modalidades a las que se puede opositar siempre que el Tour de Francia le cuadre en su idea. Por ejemplo, la gran salida de la carrera francesa en Düsseldorf en 2017 le costó a la ciudad alemana 11 millones de euros. Una cifra desorbitada. Otras voces sitúan el coste medio de la Grand départ alrededor de los 6 millones. Ocurre que el baile de cifras es sensible dependiendo del lugar elegido. De momento, las salidas del Tour para 2020 y 2021 están copadas por Niza y Copenhage (Dinamarca), respectivamente. Si la pretensión alcanza para la Grand départ, la espera, al menos, será hasta 2022. Las etapas no tienen semejante coste. En la pasada edición de la ronda francesa el consistorio de Senpere abonó 120.000 por ser el pueblo de salida de la crono del penúltimo día. A la espera de que cómo se resuelvan las conversaciones, el sueño de borrar la muga a través del Tour continúa.
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