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martes, 12 de marzo de 2019

La "Amarga" Constituyente

Una muestra más de la maraña de desinformación que se utiliza en contra de la Revolución Cubana llega a nosotros por medio de Cubainformación:


José Manzaneda | Coordinador de Cubainformación

La noticia no ha sido que el 87 % de la población de Cuba votó sí a la nueva Constitución del país. Ni que previamente, en una experiencia única en el mundo, más de 8 millones de personas –de 11,2- debatieron y modificaron el texto en 133.000 asambleas.

La noticia ha sido, como leemos en un editorial de “The Washington Post”, el "sorprendente porcentaje de votantes (…) que marcaron No". El “15 por ciento de los electores (que) se quedaron en casa”, junto a “los que votaron no fueron una muestra inusual de oposición”, decía –por su lado- “The New York Times”. Deutsche Welle convertía el aplastante triunfo del sí en una “victoria amarga” para el gobierno de la Isla.

Este canal alemán decía incluso que las 700 mil personas que votaron no “superan en número a los militantes del Partido Comunista”. Una comparación absurda y manipuladora, porque la afiliación al Partido Comunista de Cuba es selectiva y se otorga solo a quienes demuestran una ejemplaridad ciudadana. No es, por tanto, una militancia de masas.

Otro mensaje fue el del supuesto fraude. Varios medios difundían un video casero, en el que alguien introducía varias boletas en una urna. No se sabe dónde ni cuándo se grabó, ni siquiera si fue el día del referéndum. Pero sirvió para que el secretario general de la OEA lo calificara de “fraude” y anunciara que "no reconocería" la Constitución cubana.

Por su lado, la bloguera Yoani Sánchez narraba cómo, al acudir al recuento de votos en un colegio electoral, “llegó un joven con un sobre blanco que parecía traer unas boletas”. Cuando “pregunté el origen de los documentos” –continuaba- “alguien me dijo que había hecho la pregunta equivocada”. Ninguna prueba. Nada. Pero la insinuación de fraude llegaba así a varios medios internacionales.

El contenido del texto constitucional aprobado también era objeto de manipulación. El portal de la BBC alimentaba, de nuevo, la confusión en torno al tema del matrimonio igualitario. “Tras una amplia campaña en contra de iglesias evangélicas, el gobierno decidió dejar fuera (de la Constitución) este derecho”, leíamos. Falso completamente. Porque ni el texto aprobado “deja fuera” ese derecho, ni el primer texto sometido a debate incluía el matrimonio igualitario. Este, tal como ya se ha anunciado, será objeto, en el lazo de dos años, de un nuevo debate popular en el marco de la aprobación del próximo Código de Familia.

Algunos medios se atrevían a cuestionar incluso el proceso participativo masivo previo al referéndum. “The New York Times” decía que “el gobierno realizó consultas públicas en todo el país e invitó a los ciudadanos a presentar propuestas. Pero ignoró ciertas sugerencias”. La conclusión es clara: Cuba es una dictadura, porque su gobierno, aunque modificó el 60 % de los artículos del texto inicial de la Constitución e incluyó 760 cambios propuestos por la población, ignoró “ciertas sugerencias” de esta.

No como en las “democracias”, donde las constituciones las redactan expertos que consultan con expertos, mientras los medios mantienen a la ciudadanía perfectamente informada sobre la falta de libertad y participación democrática en el “régimen” cubano.


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