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viernes, 15 de marzo de 2019

Gestoras por la Violencia

Maite Fuertes y Pilar Aramburo han utilizado el dolor humano para lucrar. Lo han hecho durante mucho tiempo y hoy encuentran la fórmula para seguir haciéndolo.

Ante el avance del proceso de paz unilateral y la culminación de los componentes de desarme y desmovilización dentro del proceso de DDR de ETA, ellas dos se han encargado de continuar contaminando el nuevo escenario político abierto en Euskal Herria desde 2011.

Ocho años después y con cientos de presos políticos vascos aún dispersos por las geografías de los estados francés y español, con miles de víctimas de la tortura aún sin ser reconocidas por el régimen borbónico franquista a pesar del rosario de fallos al respecto por parte del TEDH... ellas a lo que van. a gestionar la violencia en un escenario propicio para la paz.

Una paz incómoda sí, porque se trata de una paz producto de un pueblo que no ha renunciado ni a sus reivindicaciones soberanistas ni al reclamo de justicia, condición sine quan non para que esta realmente se de.

Así que este par, aprovechando la apuesta por la perpetuación del conflicto por parte de Madrid cargan en contra de la iglesia vasca al tiempo que niegan la propia existencia de Euskal Herria. Nos gustaría saber su opinión con respecto a la iglesia española y su contubernio con el franquismo, por pura curiosidad, claro, sin ánimo de reabrir heridas ni de pedir explicaciones por la España que aún yace en cunetas y juntos a las tapias de los cementerios.

Aquí lo que se reporta desde ABC:


Maite Fuertes y Pilar Aramburo denuncian que fue muy «fría» con las víctimas de ETA

Maite Fuertes y Pilar Aramburo, cofundadoras de las asociaciones Gesto por la Paz y ¡Libertad Ya!, recriminaron ayer a la jerarquía de la Iglesia vasca su «cobardía» frente a ETA y su desapego hacia las víctimas del terrorismo. «Ha sido muy fría e ignorante con el sufrimiento», denunciaron en las jornadas «La Iglesia ante la violencia de ETA» organizadas en Vitoria por la pastoral universitaria en colaboración con la UPV/EHU.

En un coloquio en el que también intervinieron los sacerdotes y teólogos Félix Placer y Ángel María Unzueta, Fuertes lamentó que ante ETA «la sociedad vasca fue en su mayoría cobarde», pero más aún lo fue la jerarquía de una Iglesia a la que bajo su punto de vista le faltó «valentía». En este sentido, recordó que, cuando los siete miembros fundadores de Gesto por la Paz fueron a pedir ayuda al obispo de Bilbao Luis María Larrea para la primera manifestación de este colectivo en 1988 obtuvieron «tres noes».

Por otro lado, denunció que ninguna de las víctimas con las que se entrevistó dijo haber recibido apoyo alguno de la «Iglesia-jerarquía», que bajo su parecer brindó una ayuda «escasa» a los que padecieron la violencia de ETA. Entre otros, Fuertes hizo mención a la «indiferencia» del obispo emérito de San Sebastián José María Setién ante los concentrados que pedían la libertad del empresario José María Aldaya, secuestrado por la banda. También recordó la mínima contribución de la Iglesia ante las amenazas que recibió un sacerdote de Maruri.

«La Iglesia vasca ha sido cobarde a la hora de estar con la víctimas de ETA, pero esto a mí me hizo reafirmar mi fe en Cristo que siempre nos dice que estemos con quienes sufren», aseveró Fuertes. En la misma línea, la confundadora de ¡Libertad Ya!, Pilar Aramburo, incidió en que jamás tuvo duda de estar con las víctimas en los años de plomo. «Mataron a muchos vecinos míos y no se puede cobijar desde ningún marcó -manifestó-. La enfermedad se inyectó en la sociedad y sigue aún vigente».

Aramburo destacó a su vez que ETA ha sido «tan cruel» que no tiene ninguna justificación, de forma que no se puede «cobijar» en la reivindicación de Euskal Herria. Una «ensoñación bonita pero que no existe ni ha existido», añadió.

Paz sin violencia

Algo menos contundente se mostró el sacerdote Félix Placer, miembro de Herria 2000, que aseveró que la Iglesia vasca ha apoyado la importancia de los «derechos colectivos de Euskal Herria, su autodeterminación y territorialidad» como la «mejor respuesta» a la violencia etarra y al «conflicto en general». A su juicio, el colectivo «ejerció, practicó y promovió todo un proceso muy interesante de respuesta» a la actuación de ETA con el objetivo de «buscar una paz sin violencia». 






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