Mañana es la gran cita en Altsasu. El pueblo vasco se ha movilizado para mostrar al mundo hasta donde puede llegar el rencor de quienes se dicen víctimas cuando en realidad son victimarios. A ocho años de que la sociedad vasca apostara el todo por el todo por una nueva etapa en el diferendo político que mantiene con los estados español y francés la violencia estatal continúa. Si Altsasu no es suficiente ejemplo, ahí está Amurrio.
O Castro Urdiales, para ese caso.
En ese tenor, les compartimos este texto que Iñaki Egaña ha dado a conocer en su cuenta de Facebook:
Iñaki EgañaHay una interpretación esquizofrénica general española recurrente y otra similar y perversa de la derecha vasca en la que ambas apuntan que la coincidencia de objetivos hace a sus protagonistas compinches, cómplices incluso penalmente. La historia viene de lejos, cuando primero nos llamaron luteranos, luego cavernícolas, más tarde comunistas y ahora etarras. Siempre en sentido peyorativo.La separación durante años ha venido relacionada con el uso o no de la violencia política. A unos los consideraban violentos, los otros eran demócratas. En los momentos más enconados de la dialéctica política, se llegó a la separación entre «constitucionalistas» y «separatistas», al estilo de la dicotomía franquista.Los otros, los de nuestro supuesto bando, nos empezaron a comparar con los albaneses de Enver Hoxha, el no va más del rojerío oscurantista, por atrevernos a decir que Euzkadi se escribía con s. Cuando recuperamos la expresión de nuestros ancestros, Euskal Herria, nos convirtieron en carlistones de mosquetón y abarcas, masticadores de esas berzas a las que nos vimos abocados a engullir por el cierre inducido de la central nuclear de Lemoiz. Ellos, tan modernos.En el caso de los seguidores de Don Pelayu lo hemos sufrido hasta la saciedad, con el «todo es ETA» de la época aznarista estirado hasta el presente. Siguiendo la máxima de «conmigo o contra mí», el baile del aurresku es ETA, besar el escudo de un equipo de futbol vasco en Getafe es ETA o cantar el “Boga, Boga” a las tantas de la madrugada en una taberna de Benidorm es ETA.Todo es ETA, incluso el abecedario griego, por tenerla en el séptimo puesto de su lista. ETA «to infinity and beyond» que diría aquel personaje ficticio de “Toy Story” . Añadir, en esta locura dialéctica, que el ETA universal de los aviones y aeropuertos (Estimated Time of Arrival) se cae de los españoles para evitar su criminalización y se traduce, por una vez en aeronáutica, al español: «tiempo estimado de llegada».Entre los que se dicen seguidores acérrimos de Sabino Arana, la tontería ha tenido esta semana su continuidad con dos líderes convertidos en payasos: Ortuzar y Urtaran, que han identificado objetivos entre la izquierda abertzale y la derecha ultramontana española, la que reivindica a Franco por boca de Casado.Habría que recordarles a ambos que en la primera legislatura de Aznar, el PNV votó al líder del PP y hoy gurú de la extrema derecha, para que accediera a la presidencia. A cambio, Erkoreka lo recordaba simpáticamente, del desarrollo pleno del llamado Estatuto de Gernika, el mismo que el PNV sigue reivindicando 23 años después.Así que ha debido de ser una complicada tarea de seguimiento, de análisis de inteligencia, de investigación en verdad. Complicada porque han llegado a una conclusión a la que el resto de mortales no habíamos tenido acceso a través de la observación cotidiana. Nuestro método no debía de ser empírico. Qué se le va a hacer. Nos tenemos que rendir antes los recursos de Sabin Etxea.Sin tanta guasa, es decir poniéndome serio, podía añadir un caso que siempre me ha llamado la atención, especialmente a partir del juicio a los jóvenes de Altsasu y a las repetidas acusaciones mediáticas y judiciales de que los ahora condenados obedecían a una campaña orquestada cuyo título es del todo conocido: “Que se vayan” .Y es que la atención me llegó desde un memorándum desclasificado hace ahora poco tiempo de la Central de Inteligencia Norteamericana (CIA) que llevaba por cierto el título de “Que se vayan” . Para quienes lo quieran rastrear en la red y deseen comprobar mi credibilidad, ahí van sus coordenadas: “CIA RDP80T00634A000400010006-6. Spain: Que se vayan! Security aspects of the basque problem” .Aquel informe fue realizado en otra época, en la que ETA estaba activa. Los norteamericanos, consumaban el seguimiento de los temas candentes desde su consulado en Bilbao. Agentes adscritos a ese consulado fueron, probablemente, los autores de ese y otros informes parecidos. Durante décadas, los informes salieron en abundancia y, previsiblemente, seguirán saliendo.Hace poco hemos sabido que paralelamente, la red Gladio y la propia CIA habían logrado infiltrar diversos agentes y mercenarios en una empresa de Arre, en las cercanías de Iruñea. Con la ayuda de los servicios secretos españoles y franceses. Entre los mercenarios, uno de ellos con una notable vitola criminal, Jean Pierre Cherid. La empresa se llamaba Telma, de capital francés, dedicada a la fabricación de frenos para autobuses y camiones. En 2009 Telma, que trabajaba casi en exclusiva para Renault, cerró su filial navarra, en la que producían afiliados de ELA, LAB y UGT.La Agencia Central de Inteligencia norteamericana es, sin duda, una fuente inagotable de leyendas, muchas de las cuales serán absorbidas por una realidad con más quilates que la ficción. El nombre de su sede de Langley, en las cercanías de Washington, es más conocido que la mayoría de poblaciones americanas. Unos cuantos militantes históricos del partido fundado por Sabino Arana conocen demasiado bien sus ramificaciones. Estuvieron a sueldo de Langley.Y ahora vamos a los silogismos. Del mismo estilo que utilizan los actores más arriba referidos. Ya sabemos que semejantes silogismos no se corresponden con la realidad. Que no aguantan un round. Pero nos machacan una y otra vez con los mismos para que finalmente creamos que son ciertos. De lo contrario, ¿por qué repetir una y otra vez aquello que no tiene ni pies ni cabeza? O sea que si «Que se vayan» es ETA, lo mismo podía ser Langley.Aquel «Que se vayan» de la CIA en el que recomendaban el repliegue de las fuerzas de seguridad hispanas de territorio vasco, tiene un sello bien especial. Pero si, por el contrario, su firma hubiera llevado otras siglas, otros apellidos, otro origen, el relato sería bien distinto. De hecho, es bien distinto. Con la campaña “Que se queden” , sin embargo, la impunidad está asegurada.
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