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miércoles, 30 de agosto de 2017

A 80 Años de Santoña

Francisco Franco había convencido a Adolph Hitler y a Benito Mussolini que la aventura fascista en la península ibérica sería un día de campo. No fue así, el pueblo español demostró su lealtad a la República y tuvieron que pasar tres largos años para que los militares franquistas pudieran hacerse con el control de todo el estado. En el norte el asunto fue peor para el bando sublevado pues las características del terreno y el indomable caracter vasco convirtió la asonada en un escenario de desgaste para las potencias militares que habían acudido al auxilio de un ejército español, que distaba mucho de ser el del pasado glorioso que había permitido la expansión colonialista de siglos anteriores.

Cuando la oportunidad se le presentó a los italianos para terminar con la farsa y así evitar que tanto ellos como los alemanes se convirtieran en el hazmerreír de Europa, no dudaron en aprovecharla. Franco no estuvo de acuerdo, su talante retrógrada y visceral hizo incluso poner en peligro el apoyo brindado por Mussolini, a quien no podemos acusar de reflexivo y moderado.

Dicho lo anterior, les invitamos a leer este artículo publicado en el Diario Montañés:


El acuerdo fue firmado el 24 de agosto de 1937 entre dirigentes del PNV y mandos militares italianos

José Luis Gutiérrez Bicarregui

Se conoce como Pacto de Santoña el acuerdo firmado el 24 de agosto de 1937 entre dirigentes del PNV (Partido Nacionalista Vasco) y mandos militares italianos para la capitulación de los primeros a los segundos.

Las gestiones habían comenzado, por parte del PNV, antes de la toma de Bilbao por los franquistas, en septiembre de 1936, y habían conseguido el apoyo del Vaticano y de Mussolini. A ellas se opuso rotundamente el lendakari José Antonio Aguirre Lecube.

El Pacto de Santoña, consistía en lo siguiente: Por parte de las fuerzas vascas, depondrían las armas y entregarían el material a las fuerzas legionarias italianas que ocuparían la región de Santoña, sin resistencia. Mantendrían el orden público en la zona que ocupaban. Garantizaban la ida y la libertad de los que se hallasen prisioneros en Laredo y Santoña.

Por parte de las fuerzas italianas: garantizar la vida de todos los combatientes vascos. Garantizar la vida y autorizar la salida al extranjero de todos los políticos vascos y de los funcionarios que en aquel momento se hallasen en el territorio de Santoña y Santander. Considerar a los combatientes vascos, sujetos a esta capitulación, libres de toda obligación de participar en la guerra civil. Garantizar que no sería perseguida la población vasca leal al Gobierno Provisional de Euskadi.

A partir de la madrugada del día 23 de agosto, Santoña era ocupada por los vascos, y el comandante Benito Rehola, vasco igualmente, que estaba al mando de las tropas republicanas en la villa no opuso resistencia. Sin embargo la Escuela Popular de Guerra (Academia de Oficiales), se negó a entregarse, pero finalmente se rindieron. El poder lo tomó una Junta de Defensa, formada el PNV y ANV (Acción Nacionalista Vasca, nacida de una escisión izquierdista del PNV), cuya misión era llevar a cabo la capitulación ordenadamente de los vascos ante las fuerzas italianas.

Sin éxito

Pero el pacto iba a fracasar como veremos. De los catorce barcos previstos, para llevar a los vascos al extranjero, sólo llegaron tres a Santoña, el día 25: por la mañana el destructor Keith, de la Royal Navy, en el que venían los consejeros del Gobierno vasco, Leizaola y Gonzalo Nardiz, dos representantes franquistas, el teniente coronel Troncoso, y el marqués de Linares; y por la tarde los buques Bovie y Saven Seans Spray.

El mismo día 25, soldados vascos liberaron a unos 700 derechistas recluidos en El Dueso, que antes de abandonar la prisión celebraron todos juntos una misa. El 27 comenzaron a embarcar los vascos. El Bovie estaba atracado en la machina sur del Pasaje, junto a la plaza de toros, mientras que el Seven Seas Spray, había quedado en la bocana porque sus dimensiones le impedían entrar por el escaso calado, haciéndose el embarque con botes.

A media mañana fue suspendido el embarque por orden de Franco, quien además de no haber autorizado las negociaciones entre el CTV y los nacionalistas vascos, las creía inútiles al negarse el ejército vasco a luchar con los republicanos y estar copado. Se ordenó el desembarco y se efectuaron unos registros a los barcos y, tras ellos, se dio orden de salida. No obstante, tras conversaciones con miembros del Consejo de Defensa de Santoña y después con los del EBB (Euzkadi Buru Batzar) consiguieron que partieran 16 canjeados vascos en el Keith y otros 8 en un mercante.

La mayoría de los vascos fueron llevados en camiones, al penal de El Dueso, libres ya las celdas y bajo vigilancia italiana. Otros fueron conducidos fuera de Santoña. El día 4 de septiembre los italianos fueron sustituidos por soldados y funcionarios franquistas.






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