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miércoles, 5 de agosto de 2015

Vascos en la Ratonera

Desde el portal del periódico Excelsior de México traemos a ustedes este excelente artículo acerca de la situación que viven en México los refugiados políticos vascos desde que el régimen mexicano decidiera ponerse a las órdenes de Madrid durante el sexenio del priista Ernesto Zedillo - aunque ya desde el gobierno de su antecesor, Carlos Salinas, ya se dibujaba la tendencia - y sin olvidar que el tema alcanzó su punto más álgido durante la farsa que fueron los seis años en la silla presidencial de Vicente Fox - mexicano de origen vasco en primera generación por línea materna, paradójicamente -, periodo durante el cual se escenificó el suplicio de los seis detenidos en una macro redada llevada a cabo en varios estados de la república. 

Situación que hoy, durante el reinado de Enrique Peña, no parece terminar, a pesar del cambio de escenario en Euskal Herria producto del avance del proceso de Desarme, Desmovilización y Reintegración iniciado por ETA en el 2011. Proceso que México debiera de acompañar y fortalecer en lugar de colaborar para erosionarlo, como sucedió recientemente con la expulsión de Floren Aoiz y Asier Altuna.

Aquí el texto:


Hilario Urbizu es un ciudadano vasco, acusado, sin haber sido juzgado, de haber matado en 1980 en una acción guerrillera a seis guardias civiles. Se refugió primero en Iparralde, el País Vasco del Norte, bajo dominio francés. Diez años después recaló en nuestro país y se estableció en el Istmo de Tehuantepec, donde vivió y trabajó pacíficamente hasta hace tres meses.

Marcelino Perello

El siete de mayo fue aprehendido por la policía mexicana, muy probablemente bajo las órdenes de la española, con la intención de ser inmediatamente extraditado. La suspensión provisional dictada por la titular del Juzgado Quinto de Distrito en Amparo en el D.F., jueza Patricia Díaz Cerda, lo impidió. Al menos así debería ser. No puedo asegurarlo, pues desde ese día no hay noticia alguna sobre el paradero y situación del patriota vasco. Parece mentira, pero es verdad. Es esa una transfiguración corriente en las verdades opacas, elusivas. Todo hombre de bien debería estar pendiente de la evolución y desenlace de este episodio. Hasta donde sea posible, que, me temo, no es mucho.

Dediqué íntegra mi columna del martes 23 de junio a este deplorable, abyecto caso. Y recordé cómo desde el gobierno de Ernesto Zedillo, el Estado mexicano había hecho trizas la hermosa y honrosa tradición de Tierra de Refugio que con orgullo, y durante tantos decenios, nuestro país ostentó. En los últimos veinte años han sido deportados, extraditados, expulsados, secuestrados, asesinados o directamente entregados a la policía española, muchas docenas de perseguidos vascos, guerrilleros o no, que habían encontrado cobijo aquí. Afortunadamente Francia, el hogar de la liberté, egalité y fraternité, ha hecho lo mismo desde el gobierno socialista de Mitterrand (!). Mal de muchos, consuelo de desdichados. Hace tres semanas se celebró, con pompa y circunstancia, la fraternidad entre nuestros dos países. Resulta pues que también en este tétrico asunto estamos hermanados.

Las autoridades mexicanas ahora vuelven a las andadas. Y con agravantes. Tan es así, y para que no quede sombra de duda acerca de aquello en lo que nos hemos tristemente convertido, que el lunes de la semana pasada, fueron deportados, de manera expedita y sin más trámite, dos miembros del partido vasco Sortu, que llegaban a nuestro país para participar en la XXII edición del Foro de Sâo Paulo, la más importante reunión iberoamericana de partidos y organizaciones de izquierda, y que este año se celebró en nuestra ciudad.

Asier Altuna y Floren Aoiz arribaron con su pasaporte en regla y la invitación de la Fundación para la Democracia como participantes en el foro y para que dictaran la conferencia El País Vasco y el Estado Español: actores, cambios y perspectivas. Nada de ello sirvió para un carajo. Sin mediar explicación fueron encerrados por separado en sendos cuartos en el mismo aeropuerto, donde permanecieron por casi 24 horas, después de las cuales fueron embarcados de retorno a Madrid sin que pudieran comunicarse con persona alguna.

¿De qué se trata, pues? El partido Sortu, de reciente creación, había sido ilegalizado por el Tribunal Supremo español, por 9 votos a 7, al considerarlo afín a la organización ETA. Sin embargo la máxima autoridad judicial, el Tribunal Constitucional, revirtió la sentencia del Supremo, por tan sólo un voto de diferencia, alegando que “coartaba la libertad de expresión” y lo legalizó plenamente, con todos los atributos y prerrogativas.

De hecho, Asier y Floren se embarcaron en Barajas sin ningún contratiempo. Y tampoco lo tuvieron a su forzado regreso. No le demos más vueltas: sólo hay una explicación para esta ridícula y aberrante comedia: el neofranquista Rajoy le deja el trabajo sucio a su dócil testaferro, que no titubea en jugar el vergonzoso papel. A eso hemos llegado, a aparecer como humildes y serviciales lacayos de uno de los regímenes más discutibles de Europa. ¿A cambio de qué? Esa es la cuestión.

Ambos deportados son bien conocidos por las fuerzas de “seguridad” españolas. Asier pasó cinco años encarcelado, como activista de Herri Batasuna. Cumplida su condena se integró a Sortu del cual es Responsable para América Latina. Por su parte Floren también estuvo tras las rejas siete años por difundir un video en el que ETA proponía conversaciones de paz al gobierno español. Hoy en día es presidente de la Fundación Iratzar, integrada a Sortu. En cualquier caso ambos están “limpios” y no hay ninguna persecución contra ellos. Es decir, no debería haberla.

A todas luces, la candente situación en Cataluña y su inminente declaración de independencia han puesto muy nerviosos a los habitantes de la Moncloa y la Zarzuela. Andan dando patadas de ahogado. Y resulta que nosotros les echamos un lazo.

De otra manera no se entiende. Ya hace cuatro años que la ETA declaró el “cese al fuego definitivo” y lo ha cumplido rigurosamente. Así que esta saña debe tener alguna otra explicación.

Porque aniquilar sistemáticamente tales esfuerzos unilaterales reiterados impide zanjar asuntos definitivamente obsoletos. Fuerzas retrógradas instigan odios, convocando a la ordalía redentora. Fabricar ratoneras implica organización, complicidades amañadas legalizando ominosas razzias. Venganzas infames concitan atropellos arteros sin intercesión mediadora en tan repetidas arbitrariedades execrables.

De todos modos, que allá pase lo que tenga que pasar. Desde esta otra orilla de la Mar Océana, lo realmente entristecedor es que nuestro México se vea transformado de aquella otrora Tierra de Cobijo en eso, una miserable ratonera.





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