Les compartimos esta estremecedora denuncia que nos han compartido vía Facebook:
Busco palabras para ti, entre la espuma, niño.
Estoy intentando nombrarte, ahora, mientras te veo varado por fin en la playa deseada. Intento así, creo, reanimarte fugazmente, darte aún un último respiro que dure al menos lo que me cueste escribirte, niño desconocido. Niño durmiente, niño solo, niño desnudo. El niño que no creció, que ya no fue otra cosa que niño, el niño que nos fue arrebatado, que no llegó, que llegó sin aliento. El niño, los niños, del mar. Del mar de más allá, siempre misterioso. Un mar con tantos niños como estrellas en el cielo. Un mar inmenso, inabarcable, fabulosamente cargado de vida, de dolor, y que más temprano que tarde se va a desbordar. Nuestro niño, nuestro querido niño extranjero, nuestro niño pobre. Nuestro niño naufragado. Naufragado en los arrecifes de la explotación, de la desigualdad, de la pobreza, del racismo.
Duerman tranquilas las olas, que ellas no nos roban los niños, ellas los depositan suavemente a nuestros pies, pidiendo que despertemos de este sueño asfixiante. Los roban los mercados, los gobiernos y los dóciles que los mantienen. Los que justifican, los que entienden, los que callan, los cómplices. El arrecife de los ignorantes, de los malvados, ese maldito estrecho que nunca terminamos de saber recorrer.
Niño, sé que no me oyes pero, aún así, escucha: esto que siento no es piedad, es miedo. Miedo de vivir en este lugar que ya sólo deja entrar niños de fuera si están muertos. Europa huele otra vez, definitivamente, a cementerio.
Manuel Nogueras Corral
Debemos de tener bien claro cuál es el verdadero enemigo de la humanidad.
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