Estamos de regreso en Amaiur.
Cuando un ciudadano común y corriente, educado en nuestros deficientes sistemas educativos y adoctrinado por las todopoderosas televisoras y los aún más todopoderosos estudios de cine, expresa un sinsentido puede ser perdonado, así es la ignorancia.
Cuando un ciudadano común y corriente, educado en nuestros deficientes sistemas educativos y adoctrinado por las todopoderosas televisoras y los aún más todopoderosos estudios de cine, expresa un sinsentido puede ser perdonado, así es la ignorancia.
Pero cuando se trata de un historiador entonces la cosa cambia.
Lean este reportaje publicado en Deia poniéndo especial atención en el título:
Amaiur, El Álamo vasco
Los técnicos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi han destapado gran parte de la historia que escondían las restos del castillo de Amaiur. Durante los últimos diez años, han sacado a la luz 2.000 objetos, entre ellos, una espada ropera
Iñaki Mendizabal Elordi
Acorralados por un ejército muy superior, refugiados en un castillo medieval, conscientes de lo que se les echaba encima, cerca de 200 soldados navarros se aferraron a la idea de un reino que se resistía a ser conquistado. Bombardeados y asediados durante seis días, optaron por un mal menor: capitular. Fue el anteúltimo episodio de la resistencia legitimista frente al invasor castellano, Fernando El Católico, o El Falsario, antes de la toma de Hondarribia, que tendría lugar dos años después.
Salvando las distancias, y las cifras, Amaiur puede considerarse como El Álamo vasco, pero, a pesar de la importancia del acontecimiento, este episodio de la historia de Euskal Herria ha sido ignorado y denostado por el Gobierno de Navarra durante decenios. Por contra, entidades como Nabarralde o la Sociedad de Ciencias Aranzadi se han afanado en investigar y mostrar los hechos, algo que incomoda a todas las personas que han defendido una teoría que ya no se sostiene: la de la incorporación pacífica de Nafarroa al Reino de Castilla.
Aranzadi se acercó hasta la loma de Gaztelu, en Amaiur, en 2005, y al año siguiente comenzaron a excavar la tierra con la ayuda de unas pocas entidades y de un nutrido grupo de voluntarios. Diez días de excavaciones al año (el presupuesto no da para más), multiplicadas por otros tantos años, han dado como resultado lo que los visitantes ya pueden observar con sus propios ojos: el trazado básico del viejo castillo de Amaiur, con sus torres, murallas y túneles. “El pueblo de Amaiur quería saber qué se escondía tras los escombros del monte Gaztelu. Solo había un monolito, un obelisco erigido en 1922, que fue destruido en 1931 y fue restituido en 1982. El alcalde pidió ayuda a instituciones de toda Euskal Herria y solo respondimos nosotros”, recuerda Juantxo Agirre, miembro de Aranzadi y responsable de las excavaciones. “En Aranzadi ya sabíamos que esa loma era un lugar especial para muchos vascos -añade-; sabíamos que lo visitaban familias y algunos incluso aventaban allí las cenizas de sus parientes. Es un lugar sagrado”.
El equipo de Aranzadi examinó toda la documentación del Archivo General de Navarra, “donde los reyes llevaban un registro minucioso de todo lo que se hacía en el Viejo Reyno desde el siglo XIII, cosa que no era habitual”, y se pusieron manos a la obra. “Desde el principio dijimos que se iba a hacer en auzolan, con la ayuda del pueblo de Amaiur y en euskera. Nos esforzamos por sumar al proyecto a la Universidad Vasca de Verano y a investigadores de la UPV/EHU, y conformamos un curso de arqueología para que pudiera apuntarse quien quisiera. Sabíamos que era un lugar difícil, porque la historia que aconteció en Amaiur no era del gusto del anterior Gobierno de Navarra, pero aún así nos involucramos”, aclara Juantxo Agirre.
Sin polémica
Durante estos años, Aranzadi ha recibido también la ayuda del Ayuntamiento de Baztan y de Udalbide-Udalbiltza, aunque se han mantenido apartados de toda disquisición socio-política. Así lo recalca Juantxo Agirre: “Nuestro terreno es siempre el de la ciencia (verdad, justicia y reparación)”. Pero en 2014 recibieron un espaldarazo inesperado: lograron una licencia administrativa que autorizaba las excavaciones. “Eso sí -recuerda-, con la condición de investigar con nuestros propios recursos y de restaurar todo lo que encontremos. Es decir, tenemos que consolidar todas las paredes que hemos ido destapando en estos últimos años”. En 2015 consolidaron los muros que habían sido destapados e instalaron pasarelas de madera para los visitantes; además, colocaron varios paneles informativos alrededor del emplazamiento.
Los habitantes de Amaiur han contribuido dando alojamiento y alimento a los más de cuarenta voluntarios que se acercan hasta Amaiur cada año.
Estos pagan 100 euros para participar en este taller de arqueología al aire libre. “Aquí no ha habido nunca nadie liberado”, explica Agirre. “El trabajo de ingenieros, arquitectos y trabajadores de la excavación ha sido gratuito. Este año, hemos participado 48 personas y la gente puede visitar lo que hemos hecho hasta ahora”. Los vecinos de Amaiur constatan que el número de visitas ha aumentado. Hace unos días, representantes del Gobierno de Navarra se acercaron por primera vez a las instalaciones. “Ellos valoran mucho que hayamos hecho todo esto sin ayuda del Gobierno de Navarra. Además, hemos logrado hacerlo con discreción y sin crear polémicas estériles”, recuerda el investigador.
Zona de paso
Amaiur apareció en los papeles por primera vez en el siglo XII, ligado al Obispado de Baiona, y en el siglo XIII ya se hace mención al castillo. A partir de ahí, los archivos revelan toda su estructura. “Todo lo que veíamos en los documentos lo hemos encontrado después bajo tierra”, abunda Agirre. “Hemos encontrado el trazado primigenio del castillo medieval, con una primera línea de murallas, con cinco torres redondas y en medio la torre principal; un lugar acondicionado para unos 20 soldados que podría albergar hasta 200 en caso de guerra”.
Amaiur era un lugar clave de paso entre Baiona e Iruñea, donde se vigilaba el paso de gentes y se cobraban impuestos a los comerciantes, de ahí su importancia estratégica. Las tropas castellanas, que durante algunos años -justo antes del famoso sitio- mandaron sobre las almenas del castillo, decidieron aumentar las defensas del mismo y construyeron dos baluartes. Le añadieron las mejoras técnicas de los castillos renacentistas para hacer frente a la artillería y, a su vez, para poder colocar plataformas cañoneras en 1512. “Amaiur es un ensayo que se realiza con los mejores técnicos italianos, que trabajan para el imperio español, y para nosotros es importante el haber localizado más de 2.000 restos arqueológicos (los más antiguos datan del siglo XIII), como la espada ropera, bolas de cañón de casi quince kilos, fragmentos de otros proyectiles, puntas de fecha, de picas y de lanzas... ¡Y tenemos para otros 15 años! Lo que demuestra todo esto es que en Amaiur hubo un conflicto armado, es decir, que Navarra fue conquistada por Castilla. Éste es el único yacimiento donde se ve y se escenifica eso, lo que lo convierte en un lugar con una carga simbólica y sentimental muy fuerte”, mantiene el investigador guipuzcoano.
La historia del castillo no se apagó con su destrucción, pues las piedras del mismo se han usado para otros menesteres, incluso para ampliar la iglesia del pueblo. En 1635 volvieron a reconstruirlo de forma parcial, con motivo de una guerra franco-española. Más adelante, se erigió una ermita y en la Guerra de Convención se instalaron cuarteles.
No nos queda claro si la comparación con El Álamo haya sido inspiración del autor del reportaje, Iñaki Mendizabal o si por el contrario fueron los de Aranzadi los que se han equivocado de cabo a rabo con el simil.
La cuestión es sencilla, en Amaiur los pobladores de Nabarra defendían su tierra de la invasión castellana mientras que en El Álamo, por el contrario, un grupúsculo de mercenarios y esclavistas se acantonaron cuando el gobierno mexicano decidió poner un alto a los planes expansionistas de los Estados Unidos, planes que en el caso de Texas específicamente tenían que ver con la anexión del territorio para convertirlo en un estado esclavista más.
Recordemos que ya desde 1810 el insurgente Miguel Hidalgo había promulgado la abolición de la esclavitud y años después, en 1813 el mulato José María Morelos y Pavón ratificaba la abolición al redactar los Sentimientos de la Nación.
Dicha abolición fue decretada en 1829 por el también mulato Vicente Guerrero Saldaña, consumador de la independencia. El acuerdo por el que el gobierno mexicano había ratificado el permiso novohispano expedido en 1820 indicaba que "todos los colonos debían convertirse al catolicismo, mostrar "solvencia moral", obtener la nacionalidad mexicana y cambiar sus nombres ingleses por su equivalente en español". Pues bien, ni una sola de estas claúsulas fue obedecida y mucho menos otro punto del acuerdo en el que los inmigrantes de Missouri se comprometían a cumplir con las leyes de la recién creada nación mexicana. Para principios de los años 30 de ese siglo había miles de esclavos en Texas, en claro desacato al decreto de Vicente Guerrero.
Así que considerar héroes a los "defensores" de El Álamo no es menos que apología de la esclavitud, y contra la esclavitud precisamente lucharon los que defendieron Amaiur.
Pero cerremos con una nota de buena voluntad. Si al autor del reportaje o a los de Aranzadi les interesa insistir en el simil mexico-estadounidense les recomendamos estudiar las batallas de Churubusco y de Chapultepec, verán como son mucho más parecidas a la heroíca defensa de Amaiur frente al expansionista invasor que la mencionada en el título del reportaje.
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