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sábado, 8 de agosto de 2015

Los Vasco-Estadounidenses VI

Sin más preámbulos traemos a ustedes la sexta entrega de la serie titulada 'El lobby nacionalista vasco de Idaho' cocinada por Claudia Martínez Toledo para ser servida a los lectores de La Tribuna del País Vasco:


Claudia Martínez Toledo

Tal y como explicaba en el primer artículo que da inicio a esta serie, la supeditación del lobby de Idaho al nacionalismo vasco es absoluta. Prueba de ello fue la declaración realizada en marzo de 2002 por el Congreso de Idaho que aplaudía no sólo el supuesto derecho a la autodeterminación de la Comunidad Autónoma Vasca, sino también el alto el fuego ofrecido por la organización terrorista ETA. A pesar de las repetidas declaraciones de Jaime Mayor Oreja –por aquel entonces, ministro de Interior del gobierno español de José María Aznar- avisando de que se trataba de una tregua “trampa”, los nacionalistas vascos cayeron en los cantos de sirena que, desde el entorno etarra, se emitían.

Subyugados en lo interno por el Pacto de Lizarra –firmado entre el nacionalismo vasco no violento y el terrorista-, era imperativo que la nueva situación tomara espacio en la política internacional. Aquí surge la figura del congresista Carlos Bilbao, auténtico correveidile de Pete Cenarrusa y Juan José Ibarretxe, a la sazón presidente del ejecutivo autonómico vasco. Es Bilbao quien –bajo la supervisión directa del antiguo Secretario de Estado- impulsa al Congreso de Idaho a tomar una resolución en la que se “destaca la decisión de la organización ETA de decretar el alto el fuego” y el “reconocimiento” de la misma, así como "elogiar y felicitar a los gobiernos de Euskadi y España, y a todas las demás partes implicadas en España y Francia por sus acciones para promover el cese de la violencia y lograr una paz duradera en Euskal Herria y en toda Europa". Por último, el Congreso de Idaho “extiende su aliento y apoyo a estos gobiernos en los esfuerzos en curso para establecer un proceso que logre una paz duradera, de acuerdo con un proceso de votación democrático" que permita lograr "un nivel adecuado de autonomía gubernamental para Euskal Herria".

Así, los congresistas de Idaho hacían suyas las tesis nacionalistas. A saber: no considerar a ETA como una banda terrorista, implicar a Francia en el supuesto conflicto vasco y el reconocimiento político de la entelequia y abstracción que supone el término “Euskal Herria”. Como no podía ser de otra forma, Juan José Ibarretxe, Udalbiltza –asamblea nacionalista de municipios- y todos los partidos de carácter secesionista, remitieron una nota dirigida a Carlos Bilbao felicitándole por su iniciativa.

Al igual que Pete Cenarrusa, Bilbao ha demostrado ser una eficaz arma política para la consecución de los objetivos nacionalistas en Estados Unidos. Uno de los principales fines deseados por el separatismo vasco es la creación de una “identidad nacional vasca” en Estados Unidos.






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