Claudia Martínez Toledo sigue en lo suyo y nos trae la tercera entrega de la saga de los aviesos vascos en el "melting pot", misma que traemos a ustedes desde su portal de origen, La Tribuna del País Vasco:
Claudia Martínez ToledoDesde su llegada a Estados Unidos, tras su vergonzosa derrota y rendición por separado en la Guerra Civil Española (1936-1939), los nacionalistas vascos aspiraban a constituirse en un grupo de presión política. Por ello, precisaban de una organización que aglutinara a los vascos –en su gran mayoría, no secesionistas- en Norteamérica y poder influir en las decisiones de política internacional del Gobierno Federal con respecto a España y al supuesto “problema vasco”.La creación de la “North American Basque Organizations, Inc.”, (N.A.B.O.) en 1973 supuso la cristalización de ese objetivo. Cara al público, los objetivos de la N.A.B.O. eran, sin duda, loables: “North American Basque Organizations, Inc.", comúnmente conocida como la N.A.B.O., agrupa a treinta y ocho casas vascas que trabajan conjuntamente para promocionar el patrimonio vasco en los Estados Unidos.Hasta la creación de la N.A.B.O., no existía una comunicación y colaboración formales entre las casas vascas. Con el objetivo de unificar a los vascos de los Estados Unidos, representantes de varias casas se reunieron en Sparks (Nevada) en marzo de 1973 para crear una federación y una red de comunicación para la comunidad vasca. La N.A.B.O. funciona de manera similar a una confederación porque no interfiere en la autonomía de cada institución vasca. Es una organización dedicada a ofrecer servicios”.En la praxis, la finalidad de la N.A.B.O. era muy diferente a la de ser una red cultural e independiente. A pesar de lo expuesto, la N.A.B.O. no sólo interfería en cada agrupación vasca, sino que buscaba la fagocitación de la misma en pro de una estructura unitaria, eminentemente política.Tres han sido las etapas que ha desarrollado la N.A.B.O. en este sentido. La primera fue fomentar una identidad doble, vasca y estadounidense, en las diferentes comunidades asentadas a lo largo y ancho de Norteamérica. En la segunda etapa, la N.A.B.O. promovió el sentimiento de “nosotros vascos americanos”, que buscaba –y cito textualmente- “romper las barreras regionales de la Madre Patria y no tener en cuenta la comunidad estadounidense de la que se procede”.La tercera y última fase –en la que aún nos encontramos-, se centra en crear una identidad denominada “vascos de la diáspora”. En este momento, la N.A.B.O. expande su actividad fuera de las fronteras estadounidenses, manteniendo contactos con descendientes de vascos asentados en Canadá, México y, incluso, Argentina. Como se puede observar, todo responde a un estudiado plan de ingeniería social de alto contenido político.La Constitución Española de 1978 abría las puertas del autogobierno vasco. En 1981, las provincias de Álava, Guipúzcoa y Vizcaya se constituían en comunidad autónoma. Navarra y las provincias vascofrancesas –dada su historia e identidad diferenciadas- quedaban al margen de la misma. Rápidamente, el Gobierno vasco –ocupado por el Partido Nacionalista Vasco desde 1981 y que conserva hasta la fecha- aumentó los contactos con las comunidades vascas asentadas en otras naciones y, muy especialmente, con la N.A.B.O. Desde ese momento, el ejecutivo autónomo subvenciona y colabora con las actividades de esta organización, así como con las comunidades de la “diáspora”.Esta inyección económica tuvo como consecuencia una creciente importancia de la N.A.B.O. en las relaciones políticas internacionales entre Estados Unidos y España. La presión ejercida por la N.A.B.O. ha contribuido a que diversos políticos como Jimmy Carter o el Gobernador del Estado de Idaho, Dirk Kempthorne, hayan realizado manifestaciones –injerencias, siendo más exactos- en cuestiones políticas españolas que no les competen. Además, Kempthorne, junto a Carlos Bilbao –diputado del Congreso de Idaho-, apoyaron y permitieron la creación de una matrícula exclusiva para los vascos residentes en este Estado de la Unión. Así, la N.A.B.O. cristalizaba de manera oficial la segunda etapa de su plan de creación de una “identidad vasca”.A pesar de la presión nacionalista, el éxito ha sido más bien parco. La N.A.B.O. y su maraña de organizaciones tan sólo aglutinan a un diez por ciento de los casi 60.000 vascos estadounidenses. Estudios independientes en este sentido señalan que, casi un noventa por ciento de los vascos norteamericanos, se consideran exclusivamente como estadounidenses, si bien no olvidan sus raíces vascas. Los vascos americanos son conscientes y orgullosos de su procedencia, más también lo son de su nueva nación. Desde el esfuerzo, el trabajo bien hecho, la identificación con los valores de la tradición norteamericana y su activa participación en las comunidades en las que residen, los vascos configuran un pequeño pero importante elemento del denominado “melting pot” que constituye Estados Unidos.
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