Sin mayores preámbulos, les compartimos este escrito publicado en el blog Borroka Garaia Da!:
Ser de la izquierda abertzale no es como ser de un club o de un partido político. No es simplemente una opción electoral ni tener un carnet de afiliado. Ser de la izquierda abertzale es mucho más que todo eso. Ser de la izquierda abertzale es un proyecto de vida, un compromiso, que generalmente empieza desde la más tierna juventud y no acaba hasta el final de los días. Hasta la muerte. Salvo que realmente haya un cambio de chaqueta, cosa que no suele ser nada común.
Es por ello, que decir a alguien que ha tomado ese compromiso vital de por vida, que se siente plenamente de la izquierda abertzale y a lo largo de los años lo ha expresado tanto colectiva como individualmente de una forma diaria que no es de la izquierda abertzale es una de las cosas más ridículas y nocivas que se pueden hacer. Incluso aunque jamás haya militado en ninguna organización de la izquierda abertzale en toda su vida, pues las organizaciones de la izquierda abertzale no serían nada sin todas esas miles y miles de personas que siempre han estado ahí cuando se les ha necesitado. El ridículo ya llega a un grado superior cuando además esas personas si han sido o son militantes y han perdido hijos y seres queridos, han llevado adelante una vida llena de sufrimientos y sacrificios o se han pasado media vida en los agujeros del estado por precisamente ser de la izquierda abertzale. Hay que tener valor para poder decir a un compañero que no es “de la izquierda abertzale”. Pues uno de los objetivos de la izquierda abertzale es que cada vez más gente se sienta de la izquierda abertzale y sea partícipe de ella y no lo contrario.
Yo empecé a militar en la izquierda abertzale prácticamente de niño, he conocido tres organizaciones diferentes de la izquierda abertzale, y no recuerdo el número de las pertenecientes al movimiento popular. Se me caería la cara de vergüenza de decir a un compañero “tu no eres de la izquierda abertzale”, simplemente porque no esté de acuerdo con lo que haga en parte las diferentes organizaciones de la izquierda abertzale. Ya que si ese fuera el baremo, a muchos dirigentes de la izquierda abertzale se les tendría que haber retirado el “ser de la izquierda abertzale” y nunca se hizo así. No fue rechazado Pernando Barrena porque le revolvieran acciones de la izquierda abertzale, tampoco lo fue Arnaldo Otegi pese a que como mínimo desde finales de los 90 no estaba de acuerdo con muchas partes de la línea política. Tampoco a Patxi Zabaleta nadie le dijo que no era de la izquierda abertzale pese a que cuando representaba a HB hacía de portavoz de sus propias conclusiones. Y me parece perfecto que así fuera. Creo sinceramente que diferentes formas de entender y vivir el hecho de ser de la izquierda abertzale son compatibles. Y que el discurso único solo es cosa de las sectas y del capital.
Tengo que añadir a todo ello que escribir de esto me resulta raro, porque es algo que se sale de la realidad que he vivido. Son problemas que vienen de “arriba” y no de abajo. En los pueblos , en los barrios y en las calles nunca hemos andado a la caza del disidente ni a la caza del dirigente. Nunca ha sido ese el estilo. Sino absolutamente todo lo contrario. Contar con todo el mundo y hacer fuerza donde se pueda. Tanto con el que concuerda 100% como con el que no lo hace. Sin exclusiones baratas. Lo que todavía no entiendo es que después de más de medio siglo ciertas partes de las estructuras de la izquierda abertzale no hayan aprendido nada de su propia historia para no repetir errores.
Lo que hicieron partes de la izquierda abertzale con el movimiento autónomo vasco no debiera ser más que motivo de vergüenza. Pues independientemente de los aciertos y errores de ese movimiento,(¿quién está libre de ellos?), la verdad es revolucionaria y se mintió en muchos casos a conciencia. No eran para-policiales, eran hijos e hijas de este pueblo. Y hoy no hay nadie que lo ponga en duda, al contrario, son recordados como tales. Y mucha de su impronta y legado ha estado y está muy presente. En el movimiento asambleario juvenil, en las radios libres, en ciertas formas y metodologías del movimiento popular y en formas de lucha popular aplicadas a posteriori en las últimas décadas por la izquierda abertzale. Se podría decir incluso que muchas de las necesidades políticas y sociales del contexto actual echan en falta su impronta y perspectivas y serían de gran ayuda. Pero en vez de optar por una colaboración y respeto mutuo aun teniendo en cuenta las contradicciones se fue por el camino equivocado.
Durante muchos años para una parte de la izquierda abertzale salirse un milímetro de lo estipulado aún manteniendo las bases generales del proyecto ha sido un gran sacrilegio y no se actuó ni trató correctamente al que lo hiciera en muchos casos. La trayectoria, sin rigor de ninguna clase, de calificar de vendido a quien hiciera la más mínima crítica a alguna acción, a adoptar precisamente los argumentos históricos de crítica a la lucha armada, a la kale borroka, a las estrategias pasadas de la izquierda abertzale tiene mucho de sinsentido. En cualquier caso este problema fue ya superado por las bases de la izquierda abertzale a través de la praxis en el movimiento popular desde la década de los 90 en tareas de construcción nacional y social, no parece que esté del todo superada en otras esferas.
Pongamos el caso de la escisión de Aralar. Ciertamente nunca he tenido sintonía con sus apreciaciones, modos y propuestas, pero lo cierto es que al final la imagen que dio la izquierda abertzale fue la de marido celoso ante una separación pese a que en mi opinión la razón estaba de su parte. Pienso que es probable que una gestión diferente a la escisión hubiera dado mayores réditos y una aceptación más normalizada pese a todos los pesares (y todo lo que se quiera añadir) hubiera mantenido cierto hilo. Pero aquí el boomerang también volvió y hoy es el día que no creo que exista nadie de la dirección de Sortu que pueda escribir más de un párrafo de diferencias en su praxis con los planteamientos históricos de Aralar.
En cualquier caso, me he pasado toda la vida oyendo críticas a la lucha armada, a la kale borroka, a las estrategias de la izquierda abertzale… no solo en medios del enemigo sino en los propios y no solo de extraños sino de nuestra propia gente y de responsables hablando en nombre de todos y todas en algunas ocasiones también. ¿Cuál es el problema ahora de que se oigan otro tipo de análisis críticos? Generalmente tendemos a etiquetar para así señalizar al “enemigo” y darle forma pero como está escrito en un artículo bolivariano titulado “La crítica ineludible”, la clase dominante ha instalado en la masa la antipatía por la crítica. Los desprevenidos la consideran sólo un ataque, de esta manera nos privamos de un instrumento valioso para la búsqueda de los caminos ciertos, para corregir errores. Se puede decir que un pueblo tendrá la calidad de su capacidad de crítica. Y concluir que no habrá Revolución sin crítica revolucionaria. La Crítica es de vida o muerte para una Revolución. No se conocen Revoluciones perdidas por la crítica, pero sí derrumbadas por su ausencia o por la sordera.
El 99% de las fricciones históricas en la masa de la izquierda abertzale han sido creadas “arriba” y han sido totalmente ajenas a lo cotidiano de la base social. Posteriormente la base social ha sido inyectada con esas problemáticas. Este bucle se alimenta desde el exterior de la masa social para precisamente crear compartimentos estancos en la propia masa social.
Como pedir es gratis. Yo voy a pedir tres cosas.
– Finalización del “ciclo de liberados”. Eliminar completamente su existencia como modelo de militancia o eliminar totalmente su capacidad fáctica y relegarla a apartados técnicos, o hacerla rotativa. No podemos estar quejándonos de la burocracia institucional española y tener mandatos mas largos que los 4 años estipulados en esas instituciones por no hablar del “a dedo”. Ganaremos en salud, en menos problemas, en inteligencia colectiva y en democratización interna. Cambiar el yo-yo del arriba-abajo por uno arriba-arriba.
– Que ante el desacuerdo o incluso la oposición de sectores de la izquierda abertzale el trato realizado por Sortu no sea menor que el ofrecido al PSOE siendo invitado al acto fundacional o al PNV siempre prestos a llegar a acuerdos. Las cazas de brujas o la criminalización a parte de no dar nunca resultado dinamitan puentes. Los ekintzales nunca crearon el GAL y los que defienden la amnistía sea desde cualquier posicionamiento ideológico tampoco mandan zipaios para ostiarnos en manifestaciones. Así que no debe ser imposible una relación cordial.
-Que los en desacuerdo o incluso en oposición sepan dilucidar donde están las líneas que separan al enemigo del amigo. Sortu no es el enemigo nacional ni de clase.
Moraleja histórica: Siempre que se han lanzado cruzadas sin base (en su doble sentido), se han perdido. El chantaje emocional no da resultados a largo plazo. Ser de la izquierda abertzale también es un sentimiento.
En este blog se ha hablado mucho de la negociación política y procesos de paz con el enemigo nacional y de clase. Sus falsedades y verdades. Sin embargo éstas son por el carácter irreconciliable y la lucha de contrarios. No existiendo carácter irreconciliable, por muchas diferencias que existan, incluso aunque se expresen malamente, la negociación, el diálogo, el aceptamiento y el acuerdo donde sea posible son alcanzables con flexibilidad y voluntad. Siempre es posible hacer fuerza donde se pueda y no hacerla donde no se pueda.
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