Desde Naiz traemos a ustedes esta reseña literaria acerca de uno de esos tantos crímenes de lesa humanidad cometidos por el imperialismo español en territorio vasco. El del joven Iturbide es uno más en una larguísima lista de crímenes sin resolver.
Aquí la información:
Miguel María Iturbide, 16 años, tiroteado por la GC; otro «crimen sin castigo» a la luz
Miguel María Iturbide era de Zugarramurdi, solo tenía 16 años y recibió un balazo mortal de la Guardia Civil. Luego lo acusaron de ser miembro de ETA cuando esta organización aún no había disparado contra nadie. La historia se recoge en un libro presentado este miércoles en Altza.
Ramón SolaDe Mikel Zabalza a Miguel María Iturbide, de Guardia Civil a Guardia Civil, del Gobierno del PSOE al túnel negro del franquismo. El barrio de Altza, en que vivía el orbaiztarra fallecido en Intxaurrondo en 1985, ha acogido este miércoles la presentación de un libro curioso en sus formas y profundo en sus contenidos, puesto que saca a la luz la historia de Iturbide, un joven de Zugarramurdi de apenas 16 años al que la Guardia Civil mató a tiros en 1967.
La historia no es estrictamente nueva porque ‘Diario de Navarra’ ya dio fe del hecho el día siguiente. Pero sí lo son los detalles. Y es que en el propio pueblo se hizo el silencio sobre el caso, hasta que un testimonio llegó a manos del escritor de Errenteria Xabier Susperregi cuando estaba en Zugarramurdi trabajando otro tema, la brujería. Ya no se lo pudo quitar de la cabeza.
Tirando de ese hilo, Susperregi logró contactar con familiares directos y también con testigos de lo ocurrido y ha podido documentarlo con profusión, además de recrear en este ‘Crímenes sin castigo’ cómo se vivía en la época en una localidad como Zugarramurdi. Y lo que ocurrió fue que Miguel María estaba contrabandeando ganado junto a dos de sus hermanos cuando se vieron sorprendidos por tres guardias civiles. Uno de ellos le disparó y lo mató.
Hubo más. Desde el monte, la noticia no llegó al pueblo hasta la mañana siguiente. Para entonces, al joven le habían colocado una pistola en la mano con el objetivo de recrear una versión oficial inverosímil: se trataba de un miembro de ETA que había intentado atacar a los guardias civiles, que se vieron abocados a disparar en defensa propia. Inverosímil, no solo porque faltaba todavía un año para la primera acción mortal de la organización, en Tolosa, sino por un pequeño detalle: a Miguel María le pusieron la pistola en la mano derecha... pero era zurdo.
El libro aporta el nombre del autor del disparo, que ya habría fallecido, sin sufrir ningún castigo y siendo alejado del pueblo nada más producirse el hecho. Los testimonios recabados recuerdan que aquel guardia civil había llegado a Zugarramurdi presumiendo de que «venía del Sahara, con no sé cuántas medallas y galones».
Asumiendo explícitamente que hay muchos más historias similares, Susperregi ha recogido en el libro otros cuatro casos de lo que denomina «crímenes sin castigo», más conocidos que este que llevaba 55 años sin documentar. Uno es la de José Antonio Cardosa, el también joven cartero de Errenteria fallecido por una de las cartas-bomba remitidas a cargos de HB a finales de los años. El resto se aportan como testimonios directos y por tanto especialmente emotivos; así, Idoia Zabalza recuerda a su hermano Mikel, «el conductor de autobuses»; Pili Zabala, a su también hermano Joxi, «el bondadoso joven idealista»; y Maider García Martin, a «el padre de tres niñas», Juan Carlos García Goena, última víctima mortal de los GAL.
Zabala ha tomado parte en esta presentación en Altza este miércoles junto al autor, a Fernando Arburua y a Mikel Aleman, en un acto organizado por la iniciativa popular Mikel Zabalza Gogoan.
El libro tiene también una vertiente artística complementando la historia, mediante dibujos de los protagonistas, fotografías de su niñez o juventud... y también poemas de Xabier Susperregi sobre aquel malogrado joven de Zugarramurdi, para el que no hubo justicia pero al menos ahora sí habrá memoria.
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