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lunes, 28 de septiembre de 2020

Cubiertas de Agua

Con el sello característico de la etiqueta Kurlansky y de Euskal Herria para el mundo... una propuesta arquitectónica muy particular.

El Diario Vasco nos explica de qué se trata:

El encanto de las cubiertas de agua

Un estudio reivindica el carácter autóctono y los valores arquitectónicos y ambientales de las cubiertas de agua que se construyeron en el S. XX

Kepa Oliden

Las cubiertas de agua que tanto se prodigaron en construcciones grandes y pequeñas a mediados del siglo XX no están exentas de un encanto que Ramón Ugalde ha querido poner de relieve. En un trabajo recién presentado, este profesor de historia jubilado reivindica los valores arquitectónicos de estos elementos que pueblan nuestra geografía urbana y que sin embargo pasan inadvertidos cuando no abiertamente menospreciados.

Al modelo de cubierta plana preconizada por los 'padres' de la arquitectura moderna durante el periodo de entreguerras, como Le Corbusier o la Bauhaus, los vascos le añadimos una lámina de agua. Este modelo floreció aquí durante el franquismo. Dice Ugalde que la leyenda urbana atribuye la paternidad del 'invento' a los vascos, pero, cierto o no, la «realidad es que se desarrolló sobre todo en el valle de Deba», y en Mondragón afortunadamente se conserva un buen número de interesantes ejemplos en fábricas, caseríos, casas, laboratorios, salas de cine, depósitos de agua...

Pabellones industriales aún en activo como el de Amat y otros muchos ya desocupados, como el de Iraola en Axeri o varios más en Zalduspe, caseríos como Muxibar, el antiguo lavadero de Intxausti o incluso algunas casetas para almacenar aperos de labranza, se inscriben en lo que a mediados del siglo pasado se vino en denominar construcciones de estilo racionalista.

Sus cubiertas planas rompían con la tradición arquitectónica anterior. Y permitían aprovechar todo el espacio interior del edificio, sin desperdiciar volúmenes y alturas bajo cubiertas inclinadas. En las zonas industriales de Euskal Herria se hizo una «interpretación propia» de la cubierta plana y «así surgieron las cubiertas de agua», afirma Ugalde.

Rebate así las opiniones que desdeñan por 'exótica' esta característica arquitectónica. Fuera de nuestra geografía este tipo de estructuras «apenas se ven», según este investigador, lo que lleva a reivindicar su carácter «autóctono» y a añadir «una razón más para subrayar su interés arquitectónico-patrimonial».

Ya los nazis, al llegar al poder en Alemania, decretaron que las cubiertas planas no eran 'arias'. «Desgraciadamente entre nosotros este tipo de cubiertas tampoco han sido reconocidas como 'autóctonas' y la «mayoría de este tipo de edificios se hallan actualmente fuera de ordenación», asegura Ugalde.

Además, sobre estos edificios ha pesado el histórico menosprecio de que han sido objeto las construcciones de hormigón, su espartano diseño y su asociación con las obras sucias y ruidosas de las antiguas fábricas.

Sostenible

Sin embargo, Ugalde dice que la mayor parte de los materiales o recursos que se empleaban para la construcción de este tipo de edificios eran de la zona: arena, varillas de hierro, hormigón, tablones para los encofrados, clavos y, por supuesto, el agua, y los tubos y bombas para llevar el agua hasta el edificio, todo era de producción local, lo que a día de hoy se denomina 'Kilómetro 0'.

La cubierta de agua es además un ejemplo de sostenibilidad y eficiencia energética. «El aislamiento térmico y acústico son muy buenos. En invierno almacenan muy bien el calor y en verano no dejan pasar el calor excesivo del sol. En consecuencia, las condiciones climáticas en el interior del edificio son muy buenas y reducen considerablemente el consumo de energía».

Huella ecológica baja

Por si todo esto fuera poco, Ugalde atribuye a las cubiertas de agua una baja huella ecológica. Afirma que son «elementos vivos que compensan en cierta medida el suelo perdido con el edificio». En estas 'piscinas' se introducían carpas, unos peces que se «adaptan bien a las aguas bajas en oxígeno y que evitan el crecimiento de algas, mosquitos y demás insectos». En la vegetación que crecía en las esquinas anidaban aves, como un martín pescador que habitaba en Gamei.

Muxibar, el único caserío vasco con cubierta de agua

Otra característica que reseña Ramón Ugalde sobre las cubiertas de agua es que, «a menudo era una arquitectura sin arquitectos». Muchas veces se levantaban sin plano, otras trabajaban con planos realizados por un maestro industrial o un perito ingeniero. Cita por ejemplo el caso del caserío Muxibar, del barrio de San Andrés, cuya cubierta fue pasto de las llamas en incendio en el año 1943. La nueva fue levantada en auzolan, sin arquitectos ni planos. Se le añadió un piso más y se construyó una cubierta plana de agua. Es el único ejemplo en toda Euskal Herria con esta característica. Único caserío adaptado a la arquitectura racionalista. Deshabitado desde hace pocos años, se halla fuera de ordenación y será demolido.

Los planos de la fábrica de Iraola, junto al río Deba en el barrio de San Andrés, fueron elaborados por el perito José Mari Ormaetxea y los de la primera fábrica de Amat –actualmente Fagor Ederlan en Uribarri– por el maestro industrial Bixente Urzelai.




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