Mañana lunes 3 de diciembre es el Día Internacional del Euskera y hemos querido abrir apetito con este texto de Begoña Errazti dado a conocer por Deia:
Begoña ErraztiCon el Euskaraldia nos hemos puesto las chapas de Ahobizi o Belarriprest y aquí andamos estos once días haciendo visible nuestro compromiso con el euskera. El próximo lunes, celebración del Día de Nafarroa y de San Francisco Javier, finalizará esta experiencia que ha unido a todos los territorios de Euskal Herria, a nuestros gobiernos, universidades, instituciones y ciudadanía en general. Ya lo evaluarán, pero yo adelanto que mi valoración es muy positiva.Esta semana tuve que viajar un día a Barcelona por cuestiones laborales y allí fui con mi chapa puesta, claro está; no en vano me tocó hacer el ejercicio de Ahobizi en el aeropuerto de Loiu. Es verdad que con resultados bastante regulares por la poca presencia de profesionales que sepan euskera o que, al menos, lo intenten. Pero bueno de eso ya se responsabilizará quien le toque.A la vuelta empecé a comparar nuestras dos realidades y me produjo envidia la utilización generalizada del catalán y la normalidad en su uso por gente de distintas procedencias y nacionalidades, llegadas hace mucho o no tanto. Como debe ser. Y como no es en nuestro país.Y, aunque también sucede en Catalunya, parece que allí son bastantes menos los reductos beligerantes castellanoparlantes que aquí; donde aún, desgraciadamente, hay gente que se empeña en usar el castellano como arma arrojadiza contra quienes tenemos la suerte de hablar esa lengua de Castilla y la nuestra. Y hasta más.Mejor le echamos un poco de humor y recuerdo ese chiste que corre estos días por las redes sociales: en un lado aparecen unos muñecotes con la bandera española y en el otro otros tantos representando a los países del catalán, del gallego y del euskera, completado por el comentario satírico de que España es el único país del mundo en el que monolingües tachan a bilingües de aldeanos y paletos. Real como la vida misma.O, dicho de otra manera, es la expresión cruda, pero que está presente, de una visión de la política corta, con pobreza intelectual y mucha mala leche, ya que utilizan la lengua castellana como arma arrojadiza contra otras naciones distintas a la española.Desgraciadamente de eso sabemos mucho. Todavía recuerdo cuánto me molestó que un tipo, al que ni conocía de nada ni siquiera le había yo dirigido la palabra, me espetó en un autobús hace años eso de “habla en cristiano”. Además de mala educación y vulgaridad, detrás de ello había imperialismo del barato. Hoy hemos cambiado a mejor en muchos aspectos, pero seguimos soportando discursos de agentes políticos enfrentadores y negadores de nuestra riqueza lingüística. Peor para esa gente.Sin duda, el euskera está en una posición mejor, gracias fundamentalmente a tanta gente de bien que hizo posible, entre otras, las gaueskolas, la feria de Durango o las ikastolas, en las que padres y madres que, incluso, no sabían euskera, soñaron -y lograron- la euskaldunización para sus hijos e hijas. Ahora y siempre debemos mostrarles agradecimiento y respeto. Sin embargo, aún con avances, innegables y de calado, corremos el riesgo de creernos que ya está todo hecho, como si la enseñanza en euskera -quien no escolariza a sus hijos e hijas en euskera es porque no quiere- o su uso por más gente, aseguraran la pervivencia de la lengua vasca. Lamentablemente no es así. Vamos a mirarnos para dentro decentemente y valorar, sin hacernos trampas, nuestro compromiso con el euskera y sin responsabilizar a gobiernos e instituciones de lo que también es obligación nuestra.El Euskaraldia ha sido un ejercicio ilusionante porque necesitamos retos y esfuerzos en común frente a la cada vez más presente actitud de evadir las responsabilidades individuales y endosárselas al resto. Hasta el lunes en euskera y después también.
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